Gustavo Monje y Omar Calicchio entretienen y también hacen reflexionar con la obra Mi perro López
un niño. un perro. Cada uno de ellos vive en cierta marginalidad. uno, porque le gusta el arte a una edad en que no suele ser común. el otro, porque vive en la calle, expuesto al tránsito, la intemperie y el hambre. uno rescata al otro y ahí comienza la historia de una amistad.
“La vida de cada uno se modifica a partir del encuentro, reafirman su identidad a través de la relación que entablan”, señala omar Calicchio sobre el eje de Mi perro López, la obra que protagoniza con Gustavo Monje. “Se rescatan los dos, porque siempre cuando alguien rescata también se está rescatando a sí mismo”, agrega Monje.
ambos partieron de su propia amistad, forjada a lo largo de años de trabajo común sobre los escenarios, para pedirle a Gastón Cerana que escribiera la obra. esa trayectoria tiene un punto memorable con Stan & Oliver, la obra escrita especialmente para Monje y Calicchio por Hugo Midón, después de ver la dinámica que entablaban protagonizando su obra previa, El
salpicón. “Midón se quedó mirándonos mientras comíamos empanadas entre dos funciones para escuelas de El salpicón y nos soltó: «ustedes son como el Gordo y el Flaco, les voy a escribir una obra», nosotros no le hicimos mucho caso y seguimos comiendo las empanadas. Pero al otro año se apareció con la obra”, recuerda Monje.
de aquella historia a ésta sobre la amistad pasaron varios años, cambió algo del entorno de los chicos, que condiciona la velocidad de respuesta a los estímulos, pero el teatro sigue siendo el hecho artístico vivo que trabaja sobre los sentimientos y las emociones, aseguran ambos. “Y los chicos son siempre chicos, son siempre personas”, agrega Monje. “intentamos hacer un teatro musical que no trate al chico como si fuera un tonto. Y para eso el referente sigue siendo Hugo Midón”, dice Calicchio, quien codirige la obra con Cerana.
el encuentro del chico y el perro lleva también a su desencuentro y a un reencuentro. “La obra tiene algo que decir”, destaca Calicchio. Se trata de la amistad y lo que implica. También de las responsabilidades mutuas, como es, en el caso de las mascotas, el cuidado del otro y no caer en las situaciones de abandono.
Para darle un nombre importante, el chico, que sencillamente se llama Chico, le pone López al perro. Se plantea así de cierto modo la reciprocidad de la relación, ¿Quién es el perro y quién el chico? Habrá que ir al teatro para saberlo.