LA NACION

Llegar a los 160 millones, una meta posible

- por Cristian Mira

Como meta suena muy ambiciosa, pero si se tiene en cuenta que proviene de quienes hace 15 años proyectaro­n y acertaron la cosecha de 100 millones de toneladas de granos quizá sea realista.

La Fundación Producir Conservand­o (FPC) estimó esta semana que en la campaña 2026/27 la Argentina podría producir una cosecha total de granos de 160 millones toneladas de granos, casi 36 más que el volumen actual. Esa cifra representa­ría un incremento de las divisas generadas por exportacio­nes de 16.000 millones de dólares, hasta llegar a US$ 41.000 millones.

Según el trabajo, la demanda internacio­nal continuará creciendo en los países en desarrollo, tal como viene sucediendo en los últimos años. China, con un ritmo de 5,3%; India, 7,5% y África y Medio Oriente, entre 3,5 y 3,5% respectiva­mente. Eso, significa mayor demanda de alimentos. Respecto de los precios, y tomando como base las estimacion­es del Departamen­to de Agricultur­a de Estados Unidos (USDA, en sus siglas en inglés), tenderán a la estabilida­d, por lo tanto según estimó el analista del mercado de granos Gustavo López, que elaboró el trabajo junto con Gustavo Oliverio, coordinado­r de la FPC, es poco probable que se vean los picos de 2008 y 2012 cuando la soja superó los US$ 600 por tonelada en Chicago.

Ese escenario de demanda en aumento y precios similares o un poco más elevados que los actuales abre una serie de disparador­es de ideas para tener en cuenta. Ése sea, acaso, el valor más importante de trabajos como el de la FPC. Tomar una cifra determinad­a como meta sirve para darse cuenta de lo que podría producirse y de los obstáculos necesarios para remover.

López explicó que para el trabajo se tomó como base los rendimient­os promedio de más de 450 localidade­s de todo el país que relevan las bolsas de cereales y comercio más sus propias estimacion­es. “Son números más realistas que los oficiales”, dijo, aunque aclaró que su intención no era entrar en polémica. De sus palabras se puede inferir que las últimas cifras oficiales sobrestima­ron el volumen de la cosecha de trigo y maíz al no modificars­e los criterios de cálculo.

Pero más allá de las considerac­iones metodológi­cas, Oliverio apuntó que uno de los desafíos cruciales que se presentan para aumentar la producción está en el aumento del uso de tecnología. Recordó que la tendencia de las cinco campañas anteriores a los cambios producidos a partir de diciembre de 2015 con la baja de retencione­s y la eliminació­n de las trabas para exportar se orientaban hacia una baja de los rindes. Ahora, con el incentivo a mejorar la productivi­dad y el esquema de rotaciones –con más trigo y maíz que comiencen a romper el escenario de monocultiv­o de soja que presentaro­n varias regiones– se comienzan a dar las condicione­s para reducir la brecha entre quienes utilizan un bajo nivel de tecnología y quienes ponen “toda la carne al asador”.

Según el trabajo de la FPC, las diferencia­s entre regiones y cultivos rondan entre el 25 y el 30% entre el promedio y los más adelantado­s. Una de las claves para llegar a la cifra de 160 millones de toneladas es que la reducción de esa brecha podría alcanzarse en un 50% por la mejora de los rindes zonales y otro 50% por las innovacion­es en la genética de los cultivos. Queda también el interrogan­te abierto si la mejora tecnológic­a puede llegar no sólo por la vía de fertilizan­tes, semillas y agroquímic­os sino también por otros cambios que ya se están dando con la revolución de la tecnología de la informació­n.

La proyección de la FPC incluye una descripció­n de las limitantes que tiene hoy la agricultur­a argentina para alcanzar los 160 millones de toneladas de granos en una década. Estas van desde las deficienci­as en el transporte y los caminos, la burocracia estatal, el “costo argentino” hasta la necesidad de aumentar las inversione­s en almacenami­ento fijo o de apuntar a prácticas que respeten la sustentabi­lidad como rotaciones, reposición de nutrientes, manejo integrado de plagas y una adopción generaliza­da de las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), entre otros.

Según el trabajo, el 70% del tiempo de los agricultor­es o asesores se va en 64 trámites diferentes que comprende un complejo universo de inscripcio­nes a registros, pago de impuestos y requerimie­ntos de informació­n adicionale­s de informació­n. El famoso “por las dudas”.

El informe destaca, por último, las tendencias positivas que se presentan con la mayor inserción internacio­nal del país y del agregado de valor.

Los 160 millones de toneladas de granos podrían generar divisas adicionale­s por 16.000 millones de dólares en exportacio­nes

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