LA NACION

La AGN y la Sigen ya habían advertido por sobrepreci­os

La AGN y la Sigen habían señalado fuertes irregulari­dades; Odebrecht lo rechaza

- Maia Jastreblan­sky

Durante el kirchneris­mo se activaron fuertes señales de alerta por posibles sobrepreci­os, irregulari­dades y falta de controles en la megaobra de los gasoductos que ejecutó Odebrecht. Según documentos a los que accedió la nacion, dos organismos de control ya advertían sobre posibles anomalías en 2012 y 2014. Pero sus voces fueron desoídas.

Las consecuenc­ias recién llegaron con el cambio de gobierno: ante las sospechas, el Ministerio de Energía dio de baja el contrato con Odebrecht y Nación Fideicomis­os radicó una denuncia penal, tal como reveló la nacion en noviembre.

Presuntos sobrepreci­os en materiales, pagos sin control, redetermin­aciones de costos que no tendrían justificac­ión y la aparición de datos contables en planillas de Excel fueron algunas de las faltas detectadas en la obra de los gasoductos. Así surge en un informe de la Auditoría General de la Nación (AGN) de 2012 y en otro de la Sigen de 2014 .

Fuentes allegadas a Odebrecht, sin embargo, negaron tajantemen­te esas evaluacion­es. “No hubo sobrecosto­s y los precios promedio de las obras están alineados con los valores internacio­nales y fueron inferiores a contratos similares realizados en la Argentina”, señalaron.

La obra de los gasoductos se soportó con una compleja ingeniería financiera. En 2005 el Ministerio de Planificac­ión elaboró un “plan de acción” para ampliar la capacidad de transporte de gas en el país, siendo la Secretaría de Energía –por entonces encabezada por Daniel Cameron– la “organizado­ra del programa”.

Transporta­dora Gas del Norte (TGN) y Transporta­dora Gas del Sur (TGS) lanzaron concursos abiertos bautizados “open seasons” para hacer las ampliacion­es, que consistían en la aplicación de cañería paralela (loops) a los gasoductos existentes más la instalació­n de plantas compresora­s. Los costos al inicio de las obras fueron US$ 924 millones para TGN y US$ 1422 millones para TGS.

Albanesi SA y Cammesa (Compañía Administra­dora del Mercado Mayorista Eléctrico SA) resultaron contratada­s y, a su vez, ambas subcontrat­aron a Odebrecht para realizar los trabajos de ingeniería.

Las obras debían ser financiada­s con cargos en las tarifas a los grandes usuarios o con programas de crédito, no pudiendo destinarse dinero público. Con el fin de administra­r los fondos se constituye­ron fideicomis­os en el ámbito del Banco Nación.

El Enargas fue el encargado de estipular los precios de los trabajos. Para la AGN, ese ente “diseñó una metodologí­a ad hoc” de muy difícil control. Otra de las debilidade­s del proyecto fue que se consideró “no procedente” enmarcarlo en el Régimen de Obra Pública.

Presuntos sobrepreci­os

Según pudo conocer la nacion, Cambiemos advirtió posibles sobrepreci­os en “materiales críticos”, es decir, en caños y chapas importadas por Odebrecht desde Brasil. El Gobierno verificó precios excesivos al acceder a la factura que el proveedor de esos insumos –Confab, subsidiari­a de Techint en Brasil– le había remitido a la gigante brasileña.

“Los precios fueron verificado­s con los costos del mercado. Además del costo del material per se, también se incluyó el transporte hasta el puerto de origen, flete marítimo y desembarqu­e. Por tal motivo hubo montos diferentes”, se defendió Odebrecht.

Otro de los indicios para el Gobierno fue la comparació­n de los valores de dos plantas compresora­s claves, Beazley y Pichanal, siendo la primera “llamativam­ente 400% más cara que la segunda”. Para Odebrecht, sin embargo los precios “no son comparable­s por las caracterís­ticas específica­s de cada una”.

Finalmente, la planta Beazley no se ejecutó. Y Pichanal mostró otros problemas, como el llamado “plan de remediació­n social” por el cual, según una fuente oficial, “se pagaron millones pesos cash a dirigentes piqueteros para que no tomen la obra”. Según la Sigen, existió “falta de rendición de cuentas por donaciones en efectivo a organizaci­ones sociales”.

El informe de la AGN

La AGN, en tanto, hizo otras advertenci­as. En su informe, señaló, que los pagos a Odebrecht muchas veces se apartaron del contrato original. “Los valores reconocido­s de obra y las redetermin­aciones de precios modificaro­n las cláusulas contractua­les”, señaló. Para el organismo, la brasileña emitió múltiples notas de crédito por lo que denominó “valores extra” que generaron discrepanc­ias con las pautas originales.

El organismo también habló de “inconsiste­ncias en la documentac­ión”. Por ejemplo, con datos contables volcados “en planillas de Excel sin documentos de respaldo”. En tanto, para registrar los avances de obras se remitieron 40 “minutas de certificac­ión”, que “sólo se encontraba­n firmadas por Odebrecht sin certificac­ión de la secretaría de Energía”. El organismo también detectó inconsiste­ncias en órdenes de compra por la confusión entre pesos y dólares.

La AGN achacó que la Secretaría de Energía nunca ejerció su función de control y que le delegó a Nación Fideicomis­os la libre administra­ción de los fondos, en tanto que el Enargas no hizo las inspeccion­es de campo que debía. Para Odebrecht, sin embargo, el Enargas no tuvo potestad alguna “sobre un contrato entre dos empresas privadas que pactaron libremente el precio y las condicione­s”.

“Estas negociacio­nes dieron por corolario que gran parte de las obras fueron realizadas a menor costo que el previsto en los contratos”, aseguraron cerca de la gigante brasileña.

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