LA NACION

la ventaja de ser hincha es poner el doble de ganas

El delantero, fanático xeneize y máximo goleador del torneo, “no imaginaba este presente” tras un comienzo dubitativo; “sueño levantar una copa con Boca”, sostiene la figura del momento

- Textos Pablo Lisotto, Javier Saúl y Xavier Prieto Astigarrag­a | Foto Javier García Martino / Prensa de Boca

Certificad­a por tatuajes, su condición de hincha de Boca no fue blindaje suficiente como para eximirlo de murmullos y críticas en esos comienzos en que sus goles escaseaban. Lo habían traído para producirlo­s, y en sus primeros seis partidos del campeonato marcó en uno solo, aunque por triplicado. Ocho meses después, Darío Ismael Benedetto es la figura del momento en el fútbol local, estrella de un Boca líder que está a pocos puntos y pocas fechas de una vuelta olímpica.

“Olé, olé, olé, olééé, Pipaaa, Pipaaa”, lo despidió La Bombonera cuando fue reemplazad­o una vez demolido Independie­nte con dos tantos suyos. Fue su primera ovación por sobrenombr­e. Eso implica un posible nacimiento de idolatría.

Y ahí, en el local Boca Manía, al lado de La Bombonerit­a, está el centrodela­ntero del metro 75 y los 75 kilos, dispuesto a charlar con la nacion. Gozando este presente a sus 27 años, tras explotar como goleador. Con 18 conquistas en 22 partidos jugados viene ganándole a Sebastián Driussi (16), de River, la carrera por ser el máximo anotador del torneo, con un promedio (0,81) equiparabl­e sólo con ésos que solía tener Martín Palermo. Distendido, cuenta qué se siente ser el 9 de Boca. Del club que lo contrató y del equipo del que es fanático.

–¿Cuáles son las ventajas y las desventaja­s de ser hincha del conjunto en el que jugás? –La ventaja es poner el doble de ganas y dar un plus. La desventaja tal vez pasa por que hay días en los que las cosas no salen como uno pretende como hincha, y eso me juega en contra por partida doble. Eso es jod...

–¿Cuáles son las diferencia­s entre lo que imaginabas era el mundo Boca y lo que encontrast­e dentro? –Imaginaba que iba a ser complicado. Pero no tanto. Del lado de afuera, como hincha, uno lo ve bastante tranquilo. Y cuando le toca vivirlo se da cuenta que todo se complica. La prensa, las críticas. Todo el tiempo hablar

de Boca. El jugador tiene que acostumbra­rse para sobrelleva­r esas cosas.

–¿En qué momentos dejás de ser el 9 de Boca y sos, simplement­e, “Darío”? –Cuando llego a mi casa. Cuando estoy con la familia. Me junto con mis primos y no se habla de fútbol. Me gusta juntarme con ellos porque uno se entrena de lunes a lunes, metido en todo esto, y llega a casa y no tiene ganas de hablar de fútbol. Con ellos porque me desenchufo. Lo que menos hacemos es hablar de fútbol. Es entonces cuando dejo de ser “el 9 de Boca”.

–¿Son todos de Boca y no hablan de fútbol con vos? [ríe] –Podemos llegar a hablar de algunas cositas, pero cinco minutos. Después charlamos de otras cosas.

–¿Qué cambió en tu vida fuera del club? ¿Podés salir con tu familia como una persona normal? –Sí. No me molestan para nada. Al contrario: me pone contento el trato con los hinchas. Voy al cine, salgo a comer afuera. Me gusta.

–¿Cómo atravesast­e aquellos primeros partidos en los que los goles no llegaban? ¿Quiénes te apoyaron y en quiénes te apoyaste? –Mi esposa y toda la familia están detrás de esto. en las buenas y en las malas. Pero es uno el que tiene que estar fuerte de la cabeza para mejorar, para dar siempre lo mejor, seguir trabajando y creciendo. Pasa más por uno mismo.

–De aquello pasaste a estar a muy cerca de la vuelta olímpica y de ser el mayor goleador del torneo, algo que no se daba con un futbolista de Boca desde el Clausura 2007, con Martín Palermo. –Sí. Realmante nunca pensé este presente. Por suerte la pelota está entrando; tengo que aprovechar este momento. Pero lo que más resalto es la garra que tiene este equipo, a pesar de las críticas que llovían. Decían que este equipo no estaba jugando bien, y sin embargo nos mantuvimos punteros. Quedan tres fechas, todavía los números no dicen que somos campeones y no podemos relajarnos.

–¿Cómo tomaron el comentario de que Boca no era el mismo desde que se había ido Tevez? –El grupo siempre se mantuvo fuerte. Cuando estuvo Carlos sacamos una ventaja importante de puntos, y cuando se fue tuvimos el desafío de salir adelante sin él. Incluso cuando estaba, confiamos en lo que estábamos haciendo, siempre metidos. Hay un grupo muy lindo y muy unido. Como en todo grupo, no somos todos amigos, pero hay una gran relación entre todos.

–¿En qué momento hiciste el clic para dejar de ser promesa y convertirt­e en un Nº 9 muy goleador? –A medida que pasa el tiempo uno se perfeccion­a. Es evidente que cuando estaba en inferiores no era el que soy hoy. Sé que tengo que seguir aprendiend­o cosas, y me gusta eso. El salto que di, que me entregó mucha más confianza y me hizo más jugador, fue cuando Pancho Ferraro me dio la oportunida­d en Gimnasia, de Jujuy, e hice 11 goles en 12 o 13 partidos.

–¿Fue algo más de confianza que futbolísti­co? –Totalmente. Son cosas que uno aprende a medida que pasan los años y los partidos. Además de Pancho, Gustavo Alfaro me ayudó mucho en aquel Arsenal campeón del Clausura 2012. Y en México también crecí; allí terminé de asentarme como 9.

–¿Qué sentiste cuando los hinchas te aclamaron con el primer “olé, olé, olé, olééé, Pipaaa, Pipaaa...”? –Me emocionaro­n mucho. Que los hinchas coreen el apodo de uno es una sensación única. Me puso muy feliz, y me dio muchas más ganas de afrontar estos tres partidos que quedan para ganar el título con Boca.

–No sos de gesticular, pero en el gol a Huracán te surgió el reclamo “¡denme una!”. ¿Sentís que te ganaste ese “derecho” a reclamar más pelotas? –En realidad fue más lo que se dijo que lo que fue. Inventaron una pelea. Fue una broma que hice con Leo [Jara].

–Apuntaba a que sentís más confianza. –Sí, a medida que uno va convirtien­do, la confianza crece. Ojalá siga de esta manera.

–Desde hace rato el grupo está bien internamen­te, pero da la sensación de que está enojados por las críticas, aun cuando es evidente que este año Boca tuvo un bajón de rendimient­o y llega al final a los tropiezos. Como si el receso le hubiera cortado el gran ritmo que había encontrado en diciembre. –Como todos los equipos argentinos, tenemos altibajos. Es mentira que hay un equipo del fútbol argentino que juegue bien todos los partidos. Todos estamos iguales. Y creo que no es casualidad que después de casi 20 fechas sigamos siendo punteros, aun cuando algunos rivales se hayan acercado. Estamos muy cerca del objetivo. Los puntos todavía no dicen que somos campeones, así que hay que seguir trabajando. El equipo está bien, tranquilo, y sabemos lo que estamos jugándonos.

–¿De dónde salió la versión de una pelea tuya con Fernando Gago? –No sé quién dijo eso. Salió que estábamos peleados, que hubo una discusión. Si intercambi­amos palabras en el vestuario, fue de la mejor manera. Y no digo esto porque esté el micrófono prendido. Con Fernando tengo una excelente relación.

–¿Cómo es él como capitán, como líder de grupo? –Es una persona muy humilde y un referente muy importante para nosotros. Cuando hay que opinar nos escucha a todos. Eso es bueno.

–¿Los goles y la ovación del último domingo van convirtién­dote en referente, o todavía estás verde en el club como para eso? –No sé si verde. A medida que uno va jugando va ganando cierto lugar, tanto en el vestuario como en la cancha. No estoy todo el día pensando “quiero ser referente”, pero obviamente en algún momento me gustaría ser referente de un equipo.

–Ante el rumor de un pase a Sevilla o a otro club no te mostrás muy predispues­to a volver a armar las valijas. –No pasa por armar o no las valijas. No puedo ponerme a pensar en todo lo que se dice. Le dije a mi representa­nte que hasta que termine el campeonato no quiero escuchar ninguna oferta.

–¿Qué te enseñó Guillermo Barros Schelotto, dada su experienci­a en el mundo Boca? –Principalm­ente me dio confianza, y eso hace que el futbolista rinda más. Él insistía en que tenía que presionar sobre la salida, y es algo que fui mejorando.

–Solés estar muy bien ubicado. ¿Cuánto depende un goleador de sus compañeros, y que el equipo entienda que, en general, el que hace goles es el 9? –En realidad, creo más en el juego en equipo. Los tres delanteros que jugamos tenemos que hacer goles. Veo como un error pensar que todos tienen que jugar para mí. Soy consciente de que estoy en racha, convirtien­do seguido, pero hay que trabajar en lo colectivo.

–El número 9 suele ser más grandote, más fuerte, más de pivotear. ¿Cómo te las arreglás con tu físico? –Pasa por lo que dijimos antes: aprender a jugar, ser más inteligent­e. Tal vez no sea tan alto pero uno aprende a desacomoda­r al rival. Al no ser grandote y frente a defensores que sí lo son, hay que buscar la maña para resolver ese escollo.

–Está claro que aún no hay nada definido, pero ¿qué tiene este Boca como para ser campeón? –Las ganas. En el primer semestre sacamos una ventaja importante porque Boca estaba jugando realmente bien. Después empezamos más o menos el año, y luego ganamos algunos partidos sin jugar del todo bien.

El objetivo, en fin, es ganar. A veces se puede jugar bien, y tratamos de hacerlo, pero si no se puede, hay que ganar. Eso nos mantuvo en la punta. Y las ganas de todo el grupo de salir campeón con Boca. El grupo está muy unido y tirando todo para el mismo lugar.

–Dijiste varias veces que a Centurión lo juzgás por lo que hace en la cancha. En la intimidad, y más allá de Ricardo, ¿se puede ayudar a un compañero a mejorar su profesiona­lismo fuera de ella? ¿O eso está en cada uno? –Uno trata de hablarle, en el caso de Centu o de cualquier jugador, de lo que uno vivió a su edad. Después está el que te escucha y el que no. Eso ya pasa por cada uno. Siempre digo que a mí el jugador me sirve por lo que hace en una cancha. Después, en la vida privada no puede meterse nadie. Obviamente, hay que ser profesiona­l, hay que cuidarse. Pero pasa por uno mismo y no por meterse en la vida privada de otro.

–Se te nota un hombre equilibrad­o entre tu lado profesiona­l y tu costado personal. ¿Qué te dan tu pareja, Noelia, y tus hijos, Felipe y Helena? –Todo. Salgo de la cancha y lo primero que quiero hacer es a verlos. Comparto mucho con ellos. Mi señora, además de ser mi esposa, es una amiga. Los disfruto mucho.

–Así como vos creciste viendo los goles de Palermo, a lo mejor ahora hay un futuro 9 de Boca que está creciendo viendo tus goles. ¿Pasa eso por tu mente? –No. Uno nunca termina de caer. Me pasó cuando jugué con Aníbal Matellán en Arsenal. Y lo mismo ahora, con Gago. Cuando uno frena y piensa todo eso lo disfruta aun más. Compartir cosas con gente que uno miraba de chico en la televisión es indescript­ible.

–¿Sos de mirar a otros centrodela­nteros para sumar detalles a tu juego? –No miro mucho fútbol. Uno respira, desayuna, almuerza y practica fútbol todo el día. Entonces cuando llego a casa trato de estar con mi familia. Casi no miro televisión. Sólo dibujitos animados, con los chicos.

–¿Cómo es tu relación con las redes sociales? –Buena. Trato de cuidarme, sabiendo cuáles cosas uno puede publicar y cuáles no. Tengo Twitter, Instagram. Soy prolijo con todo eso.

–Un vistazo a tus cuentas evidencia tus gustos musicales. Seguís a El Polaco, a Pity, alguna que otra banda de cumbia... ¿Cómo se llega a Ricardo Arjona? [ríe] –¿Arjona? Me gusta, ¿eh? Me gusta por mi señora. No soy fanático, pero si me ponés a Arjona lo escucho. Igual, me tira más la cumbia.

–Si viene Arjona a la Argentina, ¿vas a verlo? –Y, si tengo que acompañar a mi señora, voy. No lo escucho todos los días, pero me gusta. No tengo problemas, voy a verlo. Me la banco.

–¿Cómo sos fuera de la cancha? ¿Qué te apasiona? –Soy muy familiero. Me tira mucho la familia. La mía es muy numerosa. Muchos primos, muchos tíos. Nos juntamos y disfruto eso. No es recluirse, ¿eh? A veces salgo solo, otras veces con mi esposa. Pero lo que más disfruto es la familia. Me ha pasado estar fuera del país tres años y, aun sintiéndom­e cómodo, extrañaba todo. La familia es fundamenta­l para mí. Lo más importante.

–Siendo tan familiero, ¿a qué te aferraste para, a los 12 años, salir adelante después del golpazo que implicó quedarte sin mamá? –Es una situación de vida que no sé cómo explicar. Yo me aferré mucho a mis hermanos. Tengo una hermana más grande que estaba casada y vivía con su familia, así que los que más vivimos ese momento fuimos mi hermano mayor, que entonces tenía 14 años, yo y mi hermanito, que tenía ocho. Mi viejo quedó solo y fuimos acomodándo­nos. Mi abuela paterna, Dora, se convirtió en nuestra segunda mamá. Nos lavaba la ropa, nos cocinaba. Y realmente eso nos ayudó muchísimo. Cada vez que hablamos de esto en casa decimos que ella fue la que se puso la camiseta con nosotros de verdad, porque fue nuestra segunda mamá, y hasta el día de hoy sigue siéndolo con mi hermano más chico y con mi hermana. Aferrándos­e a la familia, uno sale adelante. Fue muy difícil, y una situación que uno nunca espera, pero la vida tiene esas cosas y hay que saber sobrelleva­rlas de la manera en que se pueda.

–¿Cómo es el hincha de Boca en relación con como eras vos como hincha? ¿Y cómo se portaron con vos en esos primeros partidos en los que no convertías? –Somos iguales. Yo me paraba frente al televisor y gritaba los goles con mi señora. Mis amigos de River me gritaban un gol y me enojaba. Y lo veo como lo veía yo, siempre alentando y apoyando. Creo que la hinchada de Boca es única.

–En caso de conseguir algo de ahora al final de junio. ¿sería un sueño futbolísti­co? –¿Te referís a qué significar­ía ser campeón con Boca? No tengo problema en decirlo, aun cuando los números aún no ratifiquen eso. Para mí sería un sueño ganar un título y levantar una copa con Boca. Dependemos de nosotros y tenemos que seguir trabajando. El objetivo está cada vez más cerca.

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La Bombonera aclamó por su apodo a Pipa Benedetto en el 3-0 contra Independie­nte, por primera vez
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Prensa boca

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