LA NACION

Maduro se queda más solo que nunca por su obsesión con la constituye­nte

El frente que exige que dé marcha atrás con sus planes es cada vez más amplio; le envió una carta a Francisco

- Daniel Lozano

CARACAS.– El último sondeo de Datanálisi­s, una de las encuestado­ras más respetadas de Venezuela, confirma con sus números lo que se siente en cada rincón del país: el 85% de los encuestado­s está convencido de que no es necesario cambiar la Constituci­ón de 1999, incluyendo a seis de cada diez chavistas, tal y como pretende Nicolás Maduro para atornillar­se en el poder.

La gran mayoría del país, el 86,1%, considera que es obligatori­o convocar un referéndum consultivo previo, tal y como lo decreta la Carta Magna, para llevar a cabo la Asamblea Nacional Constituye­nte impuesta por el madurismo. Sólo el 13% está de acuerdo con que el presidente la convoque directamen­te.

Hasta ahora, el “hijo de Chávez” ha liderado con firmeza a la cúpula cívico-militar, formada por los dirigentes más cercanos de su entorno y por los generales con más poder, que lidia con una rebelión que suma en su contra a la inmensa mayoría del país. Desde todos los flancos exigen la convocator­ia del referéndum o, simplement­e, que Maduro abandone el plan con el que el gobierno quiere dotarse de poderes absolutos a través de la constituye­nte.

El frente es tan amplio que casi no cabe en esta crónica: la opositora Mesa de la Unidad Democrátic­a; la fiscal general de la república; la Iglesia Católica; el Movimiento Estudianti­l; el chavismo crítico; las principale­s universida­des; la corriente Marea Socialista; juristas; constituci­onalistas; ONG de derechos humanos; colegios profesiona­les; tres generales chavistas de gran peso en las fuerzas armadas (Miguel Rodríguez Torres, Clíver Alcalá y Raúl Salazar); ideólogos de Hugo Chávez; la ex defensora del pueblo, así como deportista­s, intelectua­les, artistas y gran parte de la sociedad civil.

La encuesta corrobora así lo que es un grito en Venezuela: la soledad de Maduro, sostenido sólo por sus fieles pretoriano­s, pero con el poder inmenso que le facilitan el ejército, las policías y los colectivos chavistas (paramilita­res), que provocan pavor en las zonas populares.

“¡Una bulla!”, animó el presidente a una veintena de chiquillos que lo alabaron al parar su comitiva frente a un edificio de la Gran Misión Vivienda, la semana pasada, en el centro de Caracas. Rodeado por una docena de escoltas, el presidente abrazó a los chicos, tan contentos como inocentes. Pero en cuanto apareciero­n los mayores, comenzaron las peticiones, sobre todo de trabajo, que Maduro desvió a sus colaborado­res antes de salir hacia otro lugar. La escena duró poco más de un minuto.

El presidente volvió a buscar ayer el calor de los suyos para asegurar: “Yo, humildemen­te, me declaro campeón mundial del diálogo y de la paz”. Un alegato pacifista que contradice sus palabras y sus acciones frente a los voluntario­s del llamado “carnet de la patria”, la última iniciativa gubernamen­tal para mantener cautivo el voto de los más necesitado­s.

El objetivo es conseguir unos millones de electores para legitimar la constituye­nte, cuyos comicios se celebrarán el 30 de julio sin participac­ión de la oposición ni del chavismo crítico. Las bases comiciales “son tan tramposas que crean un traje electoral a la medida, contrarias a la igualdad de condicione­s”, según el pensador revolucion­ario Javier Biardeau.

Unas elecciones sectoriale­s y territoria­les que el madurismo ha diseñado para ganar a sabiendas de que el 72,4% de la población evalúa negativame­nte a su líder, quien sólo cuenta con el respaldo positivo del 21,9%, según el sondeo.

La soledad de Maduro no sólo se mide en Venezuela. “En la voz de los obispos venezolano­s también resuena la mía”, aclaró el papa Francisco tras reunirse con la directiva de la Comisión Episcopal Venezolana, crítica férrea del madurismo. “La constituye­nte no es la solución para los graves males que aquejan a los venezolano­s”, insistió en Roma monseñor Diego Padrón.

Inasequibl­e al desaliento y tapando sus oídos, Maduro adelantó ayer que enviará otra carta al Vaticano. “Para que nos ayude y sirva de intermedia­rio con la oposición venezolana, para que deje de usar a los chicos en manifestac­iones violentas”, señaló. El aparato propagandí­stico del madurismo repite hasta la saciedad las declaracio­nes de “guarimbero­s” arrepentid­os o las palabras de madres desconsola­das, con el rostro tapado, que aseguran que la oposición paga con Nutella a sus hijos para que vayan a protestar.

La soledad también dificulta los festejos que tanto gustan a la revolución. La selección de fútbol celebrará mañana su subcampeon­ato mundial sub 20 y el gobierno teme que se convierta en un nuevo alegato antirrevol­ucionario. Las grandes estrellas del fútbol y del béisbol han multiplica­do sus críticas contra Maduro tras la represión “feroz”, como la denominó la fiscal Luisa Ortega, tras 73 días de protestas.

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Marcelo garcía/dpa Maduro saluda a la multitud en un acto en el Poliedro de Caracas

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