LA NACION

Salir de la cosecha. “El olor era muy fuerte, como una droga”

- Ivana Alancay chicoana, salta 16 años

Ni del calor. Ni de las tareas que hacía. Ni de no poder jugar. De lo que más se acuerda Ivana Alancay es de los olores fortísimos que tenía que soportar, con 10 años, cuando ayudaba a su mamá a cosechar el tabaco en una finca, en Chicoana, Salta.

“Era como una especie de droga. Cuando salía de ahí me sentía mal y tenía un dolor de cabeza horrible”, dice Ivana, que es la segunda de cuatro hermanos y que hoy tiene 16 años y cursa su secundaria en la Escuela Técnica de Chicoana.

Cuando estaba en 6to grado se enfermó y no pudo recuperars­e. Finalmente perdió el año. “Lo que no me gustaba era el olor, el sol y el calor porque había chapa. Transpirab­a muchísimo. Y no podía jugar, era muy feo”, recuerda Ivana.

Un futuro mejor

Su madre, Miriam, los cría sola. A pesar de estar en una situación muy precaria, hizo un esfuerzo para poder salir adelante y darles un futuro mejor a sus hijos. Estudió y hoy en día es agente sanitaria del hospital de Chicoana. “Yo le decía a mi mamá que no quería ir y ella me respondía: «Gorda, esperá que ya voy a solucionar mi economía para que no tengas que pasar por esto». Y lo cumplió. Me da orgullo porque ella misma se superó sin ayuda”, agrega la joven, que ingresó en 2013 al Programa Porvenir de la Asociación Conciencia.

Gracias a eso, pudo dejar de ir al campo y además participar de muchos talleres, jugar y aprender. “Ahí hacemos actividade­s muy lindas, te enseñan cosas sobre la vida, manualidad­es o teatro”, agrega.

Vive en una casa de material y tarda 20 minutos en llegar caminando a la escuela. Cuando llueve no va porque se inundan las calles de tierra y no pueden salir. Cuando sea grande, quiere estudiar la carrera de criminalis­ta. “Me gustó cuando hubo un asesinato en una casita que se alquilaba cerca del pueblo. Vi a la gente con los estuches y la campera que decía «Criminalis­ta de Salta». Y supe que quería estudiar eso. Yo no le tengo miedo a la sangre ni de ver a un muerto”, dice con convicción.

Primero quiere terminar la secundaria. Ese es su principal objetivo. Porque ahora sabe que el lugar de los chicos es la escuela y no el campo. “Hoy está prohibido que los chicos trabajen y eso está muy lindo. Yo conozco chicos que tienen 8 y 9 años, van a trabajar con los padres y hay toxinas tan fuertes que los dañan. No me gustaría que otros chicos tengan que sufrir lo que yo he sufrido”, concluye Ivana.

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Gentileza asociación conciencia Ivana Alancay está en la secundaria y quiere ser criminalis­ta

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