La voz de los niños: viven el empleo como una ayuda a la familia
Un estudio muestra que tienden a naturalizar las tareas que desempeñan
La naturalización del trabajo infantil sucede no sólo a nivel social sino también puertas adentro en las familias, con especial fuerza en el ámbito rural. En los contextos de mayor vulnerabilidad, los menores lo perciben como un rol que les corresponde y una especie de colaboración dentro de la estrategia familiar de supervivencia.
Estas son algunas de las principales conclusiones que se desprenden del estudio dirigido por Mariela Macri y Claudia Uhart, investigadoras del Instituto Gino Germani de la UBA, en base a entrevistas cualitativas a jóvenes que atravesaron por situaciones laborales durante su infancia. Toda esta información fue plasmada en el libro Niñas, niños y adolescentes trabajadores, trayectorias socioeducativas y laborales, próximo a publicarse.
Sin cuestionamientos
“Se podría afirmar que el inicio laboral se presenta como una actividad natural en los niños pertenecientes a pequeñas unidades campesinas que se ven afectadas por procesos de informalidad y precarización laboral. La ayuda prestada a los padres no es objeto de cuestionamiento ni tampoco existe crítica manifiesta porque los impulsaron a trabajar”, menciona el estudio.
Para los entrevistados, la ayuda prestada a los padres durante la infancia es recordada como un sacrificio que demandaba esfuerzo psicofísico y no resultaba exenta de situaciones de conflicto. Aunque también a veces parecía aportar gratificación personal.
“Durante la adolescencia las mujeres compartirán el trabajo con la maternidad y el consecuente cuidado de sus hijos. En este sentido su adolescencia pone en evidencia transiciones apresuradas a la adultez, por ejemplo, abandonar la escuela para afrontar la maternidad precoz”, agrega.
Sin embargo, cuando las mujeres atraviesan la experiencia de la escolarización secundaria de sus propios hijos, y ante las dificultades para acompañarlos en sus estudios, es cuando pueden reconocen el efecto negativo que tuvo el trabajo precoz sobre la posibilidad de continuar sus propios estudios.
“Es así que la necesidad de continuar con la educación es percibida por las propias trabajadoras como la única vía de salida de la pobreza y la precariedad laboral”, afirma la investigación.