LA NACION

“No sé si yo voy a ver a alguien que me supere”

Nadal dijo que lo emocionaro­n los homenajes y que disfruta este triunfo porque cada vez le quedan menos años para ganar Roland Garros

- Claudio Cerviño ENVIADO ESPECIAL

PARÍS.– Fue, quizás, el momento más incómodo de Rafael Nadal en este Roland Garros. Mientras le formulaban una pregunta, miró con desesperac­ión hacia su izquierda, buscando a su agente de comunicaci­ón, Benito Pérez Barbadillo, que justo no estaba en el tradiciona­l asiento: no había un lugar disponible en la sala de conferenci­as, atestado de medios de prensa. Pasaron dos minutos y pidió directamen­te por él. Una charla breve y poco más tarde el alivio: apareció otro par de zapatillas. Las que tenía puestas no le sentaban bien y su expresión es probable que no la haya tenido en todo el partido con Stan Wawrinka.

Tiempo de reflexione­s del 10 veces campeón de París, con la gloria muy fresca. “Siento pasión por el tenis, por cada torneo que juego, porque en definitiva uno no sólo participa en Grand Slams. Cada semana tiene su atractivo. Ahora, éste para mí es el torneo más importante del año. Es en el que me pongo más nervioso apenas llego. Y llevaba dos años sin poder jugar la final. Fue todo especial: la copa que me dieron de recuerdo, que me la entregara mi tío, el video que pasaron en la cancha, la bandera. Es un gran recuerdo que me quedará para siempre”, señaló, y enseguida se refirió al significad­o de esa cantidad de títulos y de Grand Slams (15) que lleva conseguido­s en 14 temporadas como profesiona­l: “Son 15 Grand Slams. Nunca lo hubiera imaginado. Y 10 Roland Garros. Ése sí es un número impresiona­nte. Si lo pude lograr yo, lo puede conseguir otro, pero se tienen que dar muchas circunstan­cias para llegar a diez títulos aquí. No sé si yo voy a ver a alguien que me supere”.

N ad al no es de exagerar con sus logros. Le gustan, claro, y le enorgullec­e.“Cada vez son menos temporada s las que me quedan para ganar Roland Garros. El año pasado (N. de R.: debió retirarse en medio de la competenci­a) fue perdido, es una chance menos que tuve. Este año era una oportunida­d para conseguir algo único. Pero son dos semanas y media de tensión, con lo cual cuando se acaba y se logra el objetivo se produce un tremendo bajón de adrenalina al que hay que saber acomodarse”.

¿Cómo vivió el partido? ¿Fue el más difícil del torneo? Nadal en su esencia: “El partido fue difícil en su comienzo. Todos miran los quiebres en los games de definición de sets, pero los sets y los partidos, y también las finales, se empiezan a definir en los primeros juegos. Ahí donde tus sensacione­s pueden cambiar. Levanté un break en el 1-1 muy importante, porque si me quebraba ahí tal vez Wawrinka hubiese tomado impulso. No sé si fue el partido más difícil. Creo que cuando la pasé peor fue en el segundo set con Benoit Paire (por la 1a rueda: 6-1, 6-4 y 6-1). Y tampoco estoy seguro de que éste haya sido mi mejor partido. Dirán que sí porque es la final, pero a mi me gustó más como jugué cuando le gané a Basilashvi­li (6-0, 6-1 y 6-0)”.

Suelta una sonrisa cuando celebra una humorada propia. Le preguntan si al ganar Federer en Australia y él en París se está viendo una nueva versión del clásico en una suerte de segunda parte de la vida deportiva de ambos. “O una tercera…”, apunta. “Los dos disfrutamo­s lo que nos está pasando.” Y al referirse al suizo, indirectam­ente se termina hablando sobre Wimbledon. “La gente toma como que sólo juego en polvo de ladrillo, pero llegué a cinco finales en el césped. Me encanta el pasto, me divierte y puedo hacerlo bien. Desde 2012, cuando tuve problemas de rodilla, que no hago buenos Wimbledon. Veremos cómo están mis rodillas. Allá iremos, a probar. Y si gano los dos primeros partidos…”, se ilusionó.

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