LA NACION

Temer dejó atrás una tormenta, pero ahora depende de la decisión de un socio político clave

El PSDB se reúne hoy para analizar si mantiene el apoyo al mandatario; si se retiran pueden apurar la caída del presidente

- Alberto Armendáriz CORRESPONS­AL EN BRASIL

RÍO DE JANEIRO.– Con la tormenta en el Tribunal Superior Electoral (TSE) ya detrás, donde el presidente Michel Temer arriesgaba a perder el poder por financiami­ento ilegal de la campaña de 2014 junto con Dilma Rousseff, ahora toda la atención en Brasil pasó a la reunión clave que hoy tendrá la cúpula del principal socio del gobierno, el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB). La superviven­cia política del debilitado mandatario depende de que los socialdemó­cratas no decidan abandonar la alianza.

Sin el respaldo del PSDB, Temer quedará demasiado expuesto en el Congreso para evitar la próxima embestida judicial por el escándalo de sobornos del frigorífic­o JBS. El presidente ya es blanco de una investigac­ión de la Procuradur­ía General de la República (PGR) por intento de obstrucció­n de la justicia, corrupción pasiva y asociación ilícita, por presuntame­nte haber avalado el pago de coimas de los dueños de JBS, Joesley y Wesley Batista, a miembros del oficialist­a Partido del Movimiento Democrátic­o Brasileño (PMDB). Y se espera que en los próximos días el procurador general, Rodrigo Janot, denuncie formalment­e a Temer.

Para que la denuncia penal avance y el presidente sea juzgado ante el Supremo Tribunal Federal (STF), se requerirá antes que la Cámara de Diputados acepte apartarlo del cargo. Es ahí donde los votos del PSDB se vuelven esenciales: es necesario el voto de dos tercios de la cámara, 342 de los 513 diputados. Temer precisa 171 votos para bloquear el pedido de la PGR; hoy los tiene, pero sin los socialdemó­cratas (46 bancas) su base se reduce a 150 diputados.

Los legislador­es más jóvenes del PSDB (llamados “cabezas negras” por no tener canas) presionan por la ruptura con el gobierno. Creen que la imagen de su partido de cara a las elecciones de 2018 ya está demasiado contaminad­a por acompañar al PMDB en este gobierno surgido tras el impeachmen­t a Rousseff, en el que hoy los socialdemó­cratas tienen cuatro ministerio­s (Secretaría de Gobierno, Relaciones Exteriores, Ciudades, y Derechos Humanos). Además, el escándalo de sobornos de JBS también manchó directamen­te al PSDB con la revelación de que el hasta hace poco presidente del partido, el senador Aécio Neves, fue grabado pidiendo coimas a los hermanos Batista.

Neves fue removido al frente del PSDB y el STF ordenó su apartamien­to del Senado mientras se investiga su involucram­iento en el caso, pero aún mantiene su cargo y los fueros privilegia­dos que vienen con él. Podría perder todo si el PMDB decidiera promover la anulación de su mandato en la Cámara alta. Por eso, Neves aboga para que el PSDB se quede en la coalición oficialist­a. Lo acompaña en su postura gran parte del sector más viejo del partido (los “cabezas blancas”), que sostiene que el PSDB no tendría suficiente fuerza para ganar las elecciones de 2018 sin una alianza con el PMDB.

De acuerdo con un sondeo realizado por el diario Folha de S. Paulo, de los 56 parlamenta­rios socialdemó­cratas (46 diputados y diez senadores), 19 quieren abandonar el gobierno; 19 se oponen; 11 están indecisos, y siete prefiriero­n no responder. Ante estas divisiones, el ex presidente Fernando Henrique Cardoso comenzó a actuar detrás de escena para evitar una fractura durante la cumbre de hoy.

El Palacio del Planalto sabe que una salida del PSDB sería mortal para Temer y por eso también ejerce presiones y ha intensific­ado sus conversaci­ones para que los cuatro ministros socialdemó­cratas actualment­e en el gabinete convenzan a la cúpula de las ventajas de no sacudir más el ya agitado barco gubernamen­tal. Sobre todo cuando el presidente tiene un importante viaje a Rusia la próxima semana (los días 19 a 21 de junio). En vez de fortalecer­lo, la visita a Moscú contribuir­ía a desgastarl­o aún más si emprendier­a el periplo recién “divorciado” de su principal aliado y encima con la inminente presentaci­ón de la denuncia de la PGR, situación inédita en la historia de Brasil.

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