Riesgos de una subcultura del tabaquismo en los chicos
Advierten que el uso de los dispositivos electrónicos refuerza la adicción en los menores
MONTEVIDEO (De una enviada especial).– Las encuestas de consumo de tabaco en los menores de 18 coinciden en que el cigarrillo electrónico es el dispositivo de transición al cigarrillo común en la mayoría de los países con esos relevamientos actualizados. “Ese es el peligro real”, afirmó Aruni Bhatnagar, referente de la Asociación Estadounidense del Corazón en la investigación del consumo de tabaco para las autoridades regulatorias de los Estados Unidos.
En su país, los chicos de 9 años están probando el producto como puerta de entrada al tabaquismo. “Experimentan y cuando se vuelven adictos, pasan al cigarrillo de tabaco, que es más económico y está disponible en todos lados –dijo–. Se están atrayendo a los más chicos con los sabores, como caramelos o frutas, además de exhibirlos en sitios donde los chicos los pueden ver. Cuando se dice que estos sabores sirven para dejar de fumar, no es cierto. Se usan, principalmente, para reclutar nuevos consumidores.”
Y como no deja olor a tabaco, se puede disimular el consumo. “Los chicos pueden fumar en el baño o una escalera de la escuela y nadie se va a dar cuenta. Eso lo vuelve más atractivo. En ellos, refuerza la adicción. Muchos empiezan con el cigarrillo electrónico porque el común no está muy de moda y tiene mala imagen. Observamos que se está creando en los países una subcultura alrededor del tabaquismo en los más chicos a través del cigarrillo electrónico. Esto es lo realmente peligroso”, advirtió Bhatnagar.
En diálogo con la nacion, recordó que el consumo de nicotina daña el desarrollo cerebral en los chicos y los adolescentes. “Altera las conexiones del cerebro y refuerza la adicción, aun cuando no contenga todas esas otras sustancias del cigarrillo tradicional –dijo–. Así que si algo huele bien, no quiere decir que sea inocuo.”
Por esto, para Paula Johns, de la organización ACT Salud, de Brasil, las reglas que se aplican para el consumo del tabaco convencional, como los ambientes libres de humo, deben ser las mismas que para la versión electrónica. “El mensaje, por ahora, sería de cuidado. En salud pública, aún falta mucho por comprender y no sólo sobre el contenido de los dispositivos que usa la población, sino también las prácticas de la industria para la venta –indicó–. Habría que aplicar la inversión de la carga de la prueba: quien quiere introducir un producto en el mercado para consumo humano, debería poder probar que no hace daño. Y eso, hoy, no sucede.”