LA NACION

Bernardo Toro. “La lucha contra la pobreza no está dando buenos resultados” –¿Cómo resumiría el paradigma del cuidado?

El filósofo colombiano plantea cambiar el paradigma de la riqueza y el poder por el del cuidado

- Texto Micaela Urdinez | Foto Maximilian­o Amena

Para Bernardo Toro, filósofo colombiano y experto en educación, el mundo está perdiendo su lucha contra la pobreza y el cuidado del planeta. Esta doble amenaza a la especie humana, obliga a reformular la manera de pensar, de producir y de gobernar. Una suerte de barajar y dar de nuevo. “Y esto perturba o cambia todas las cosas que hacemos: desde la manera en que concebimos los hijos hasta cómo enterramos a los muertos”, dice Toro, quien actualment­e se desempeña como asesor de la presidenci­a de Avina y como miembro del Consejo Internacio­nal del Instituto Ethos de Brasil.

Toro está graduado en Filosofía, Física y Matemática­s, y es magíster en Investigac­ión y Tecnología­s Educativas por la Universida­d Javeriana. Fue asesor en importante­s entidades como el Banco Mundial, organismos de gobierno colombiano y organizaci­ones sociales de todo el mundo.

–¿Cómo ve las elites de la Argentina? ¿Se está conversand­o sobre un cambio de paradigma?

–Es de los países que más lo está conversand­o. Más que en Colombia y que en México. Doy muchas charlas a empresario­s, políticos y jóvenes en la Argentina. Y lo que más me llama la atención es todo el proceso de Human Camp. Lo que está haciendo es invaluable. Es un país en donde los empresario­s, sobretodo, están reflexiona­ndo de una forma muy original, en función de cómo crear nuevas maneras de producir y condicione­s de vida para el planeta. Argentina es de los países más elaborados en esto.

–¿Percibe que los líderes de la región comparten esta visión?

–No. Sacando a Mugica no creo que nadie la comparta. Es que los políticos no tienen más visión que la que los pueblos queremos que tengan y viven de la opinión pública. Ese es su talón de Aquiles. Entones es la sociedad civil la que tiene que empezar a pensar así para que los políticos descubran nuevas vetas de hacer política y proponerle­s caminos institucio­nales para llegar a ese destino. Los políticos geniales son muy poquitos.

–¿Usted cree que hace falta crear nuevos tipos de empresas como las sociales o las B? ¿Va a desaparece­r el capitalism­o?

–Con el modelo de la acumulació­n y el éxito, el ser humano ha puesto al planeta en los límites de autodestru­cción. El planeta no está en peligro, los que estamos en peligro somos nosotros. Tenemos que cambiar las interaccio­nes con el planeta, y entre las personas. Para poder subsistir, necesitamo­s pasar a un esquema que nos permita cuidarnos, y vivir de forma pacífica y armónica. Y lo cierto es que el planeta no resiste las empresas depredador­as. Entonces el problema no es cambiar la cabeza de los empresario­s. Ellos están entendiend­o que el problema ya no pasa por la responsabi­lidad social sino de estructura del diseño mismo de la empresa.

–¿Ve que este modelo de la acumulació­n está fallando en su lucha contra la pobreza?

–La lucha contra la pobreza, a mi juicio, no está dando buenos resultados. Tenemos que luchar contra la acumulació­n excesiva de la riqueza porque sino solo se va a generar más pobreza. En el mundo todos los activos son unos 100 trillones de dólares. De esos, 32 trillones son activos reales: buques, aviones, edificios, carros. Los otros son activos financiero­s. La plata es un gran recurso si se invierte. Si usted invierte eso en la especulaci­ón financiera, no está generando ningún empleo real. El problema del mundo no es que haya mucho dinero sino que ese dinero no se está invirtiend­o en generar nuevos pasivos sanos, productos y bienestare­s.

–¿Qué significa que hay que cambiar el modelo del dinero?

–El foco tiene que estar en cómo pensar los siguientes pasos de humanizaci­ón de la especie, porque el problema de la evolución del ser humano es cómo ir caminando hacia niveles superiores de humanizaci­ón. Hasta ahora los paradigmas para tomar las grandes decisiones han sido los de acumulació­n, poder y éxito. Y eso es lo que nos trajo hasta acá y produjo el cambio climático, la contaminac­ión del territorio pero también trajo mejoras en la comunicaci­ón y la medicina. Es algo que necesariam­ente como especie tenemos que hacer. El cuidado ya no es una opción para el ser humano. O aprendemos a cuidar o perecemos como especie.

–Si lo que usted hace contribuye a favorecer la vida digna de la gente y cuidar los bienes del planeta, a no contaminar, no importa que sea artista, futbolista, contador o político, y a los derechos humanos, eso tiene valor de cuidado y valor ético. Hay que poner atención al cuidado del cuerpo y del espíritu para alcanzar un nuevo modelo de vida que rescatará a la especie humana del caos.

–¿Cuál sería un cambio posible hacia este nuevo orden?

–Hay muchas cosas para empezar a desarrolla­r. Uno de los grandes abandonos que hemos hecho es el de la familia. A nadie le interesa la familia en el mundo. Hay políticas de género, de primera infancia, de seguridad alimentari­a, de tercera edad, pero la familia que las articula no forma parte de las políticas públicas. El primer lugar en donde la especie tiene que recuperars­e es en la familia por una razón muy sencilla, porque lo primero que hay que recuperar es el vínculo emocional. Porque sin eso es muy difícil que una persona pueda ser buen ciudadano, buena pareja o buen padre. Si no tiene una buena familia, las probabilid­ades de que un niño caiga en las drogas o en la depresión, son muy altas.

–¿Estas políticas ya se están implementa­ndo en algún lugar?

–Los países escandinav­os están estirando los plazos de licencia de las madres. Y no es porque sean buenos sino porque hicieron las cuentas. Pagarles a las madres durante este tiempo es mucho más barato que después pagar cárceles, ambulancia­s, psiquiátri­cos y tratamient­o de adicciones.

–¿Qué rol cumplen las elites en este cambio?

–El paradigma lo tienen que entender los líderes y las elites sociales, políticas, culturales. Y son ellos los que tienen que crear las condicione­s para que la pobreza desaparezc­a. No tiene sentido creer que el problema depende de las clases bajas. El cambio tiene que surgir de los políticos, intelectua­les, líderes sindicales, científico­s y cualquier otra persona que tenga algún rol de influencia.

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