LA NACION

–Allí aparecen breves y fragmentad­as reflexione­s sobre otros escritores argentinos, como Di Benedetto, Saer y Cortázar. ¿Por qué tantos escritores argentinos viviendo desde hace tanto tiempo en el exterior? Sergio Chejfec. “Los escritores argentinos son

Con varios libros por salir, el autor argentino, que vive en Nueva York, cree que la literatura “puede saltearse la geografía”; las semejanzas entre Donald Trump y el régimen chavista

- Texto Teodelina Basavilbas­o | Foto Alejandro Guyot

Desde el living luminoso de su departamen­to de la calle 74 en Manhattan y escoltado por dos esculturas gigantes de Rafaela Baroni, traídas desde Venezuela, luego de quince años de residencia allí, el autor argentino manifiesta que encuentra el discurso del actual presidente norteameri­cano muy similar al del chavismo de Venezuela. Sergio Chejfec, que siguió la llegada al poder de Hugo Chávez y la de Donald Trump desde el territorio en el que fue elegido cada uno, traza un paralelism­o y dice que en los dos existe el mismo “embrión autoritari­o”.

El último libro del autor argentino, Teoría del ascensor, publicado primero en España, llegará al país con la editorial Entropía antes de fin de año. Allí aparecen reflexione­s sobre la escritura de varios escritores argentinos e incluye un relato de su encuentro con Antonio Di Benedetto en la pizzería El Cuartito, de la calle Talcahuano.

Chejfec, hacedor de frases complejas y de una sintaxis elegante, tiene además otros libros nuevos. Por un lado, El visitante, recién publicado por la editorial Excursione­s, y El mes de las moscas, con N Direccione­s, que según él es una secuela del Libro Nº 8 de Mirtha Dermisache, artista visual de escrituras ilegibles que el museo Malba exhibirá en sus salas a partir de agosto. Ante la consulta sobre el estreno de la película Zama, basada en la novela de Di Benedetto, sentencia que la haría completame­nte diferente y explica qué cambiaría.

–¿Cómo definirías tu último libro? ¿Es un diario, un ensayo, una memoir, es ficción? Porque escapa de todas las etiquetas tradiciona­les…

–Yo diría que son narracione­s que en cierto momento ponen más hincapié en lo ensayístic­o o en un aspecto analítico respecto de un objeto, mientras que en otros están más centradas en lo “experienci­al”, en su combinació­n con lo literario, la lectura o experienci­as con otros escritores. Pero el punto está en que hay textos que no se iluminan porque se los defina más. El hecho de definir algo como negro, blanco, gris, etcétera, no hace que sea más visible ni que sea más definido en términos plásticos o formales. –Lo bueno que tiene la literatura es que puede saltearse un poco la geografía, ¿no? Los escritores argentinos son para mí como una comunidad imaginaria, la biblioteca a la que yo estoy más atento, tanto cuando escribo como cuando leo, de manera que me siento pertenecie­nte a esa comunidad de escritores argentinos. Pero en fin, ahí aparecen escritores argentinos, como también otros que no lo son. Lo concreto es que si me pongo a elegir escritores, no los elijo por nacionalid­ad.

–En una entrevista de hace unos años dijiste que te fuiste de Venezuela por la misma razón por la que te habías ido de la Argentina. No por motivos políticos, aunque influyó el clima social y político, que en los últimos años había cambiado bastante. ¿Como influye en vos tu estadía en Nueva York ahora que Trump fue elegido presidente?

–Influye de una manera muy flagrante, porque implica para todos los que viven cambiar el registro. Es como si hasta este momento la realidad vinculada con lo real-político hubiera pertenecid­o a un orden de la vida cotidiana que estaba preservado por las mismas normas y que tenía un grado de previsibil­idad. Lo que Trump representa me parece que tiene que ver no solamente con esa agenda conservado­ra, que es muy radical, muy de derecha; también está relacionad­o, me parece, con un cambio en la percepción del tiempo, porque buena parte de su discurso consiste en darle al presente una dimensión muy, pero muy provisiona­l. Como si estuviéram­os a punto de asistir a cambios radicales y fundamenta­les porque todo lo que se hizo hasta ahora no sirve y es necesario refundar muchas cosas. Un discurso bastante similar al del chavismo. O sea, de alguna manera, este tipo de discursos tienen como una especie de célula o embrión autoritari­o.

–Volviendo a Di Benedetto, dentro de poco se estrena la película Zama, basada en su obra.

–A mí me parece maravillos­a la novela y me parece muy bueno que se haga la película. Es difícil llevarla al cine, uno se pregunta cómo podría ser. Creo que todas las experienci­as de llevar este tipo de novelas al cine son grandes desafíos. Entonces vamos a ver…

–En tu libro Teoría del ascensor hablás de un encuentro con Di Benedetto y contás que él te dice que estaba medio decepciona­do con la vuelta a la Argentina. Él se preguntaba cómo pudo dejar algo tan perfecto en España para venirse por promesas incumplida­s a la Argentina. Te dice: “Estoy entregado a la nada”. Me hizo pensar si no te pasaría algo así a vos.

–La verdad es que me siento muy afortunado de poder vivir acá, una ciudad que te da tantas cosas. No es una ciudad perfecta, naturalmen­te, pero me siento afortunado y, al mismo tiempo, tengo que decir que uno nunca tiene una relación completame­nte armónica con el sitio en el que vive, porque es difícil. Y cuando ya no es armónico uno tiene que empezar a sospechar de uno mismo. Pero también uno necesita de cierta tensión con lo que lo rodea. Con respecto a Di Benedetto, pensemos en una persona muy mayor, que tuvo problemas de salud y de subsistenc­ia. Él había dejado en España su puesto como jefe de reseñas de un suplemento, estaba dentro del periodismo, en un diario de la jerarquía de El País. O sea, era un trabajo con el que él se sentía comprometi­do y que le brindaba cierta tranquilid­ad material. Estaba acostumbra­do a un trabajo sólido, seguro, y viene acá y se produce toda esa especie de desbarajus­te, una escena así como farsesca. Lo ponen como secretario o subsecreta­rio de algo, después nunca le dieron nada, ni siquiera un escritorio, y se queda sin trabajo y tiene que empezar a hacer reseñas para un semanario de ese entonces. Pero no le alcanzaba para vivir, era un desastre todo. ¿Cómo podía sentirse? Él sentía que lo había dejado todo. Pero ese todo no era una categoría metafísica. Cuando él decía “lo dejé todo”, se refería a un buen trabajo y condicione­s de vida normales que finalmente perdió.

 ??  ??
 ??  ?? El visitante Editorial: Excursione­s Páginas: 168
El visitante Editorial: Excursione­s Páginas: 168

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina