Lejos de cualquier indicio de certeza
muy buena. dirección y dramaturgia: Javier Daulte. intérpretes: Mauro
Álvarez, Matías Broglia, Rubén De la Torre, Jorge Gentile, Silvina Katz, Juan Ignacio Pagliere, Daniela Pantano, Carla Scatarelli, Luli Torn. escenografía:. vestuario: Jam Monti. iluminación: Sebastián Francia. asistencia de dirección: Gonzalo de Otaola. sala: Espacio Callejón, Humahuaca 3759. funciones: sábados, a las 16.30; martes, a las 20.30. duración: 60 minutos.
Cuando en los años 90 irrumpieron unas nuevas poéticas con spregelburd, daulte, Veronese y García Wehbi a la cabeza, pusieron en jaque todo lo anterior e hicieron estallar en mil pedazos lo que hasta entonces se consideraba teatral. desde la duración de la pieza, pasando por la mixtura de géneros y de procedimientos y aterrizando finalmente y por supuesto en las categorías bueno/malo de los personajes y de la trama. Todos con sus particularidades claro pero con una premisa en común: investigar de qué está hecho el teatro y qué pasa si aquellos elementos que lo definen se estiran, se ensanchan y por
momentos hasta se desintegran, ¿seguimos hablando de teatro?
La ruptura fue inmensa y apareció el nombre de teatro posmoderno –por la predilección por la cita, el cuestionamiento a las poéticas realistas que imperaron hasta entonces y el uso de la parodia en muchos casos–. Los años pasaron, surgieron nuevas estéticas, otras tantas se cristalizaron, nacieron nuevos directores, nuevos dramaturgos que aportaron lo suyo. Y javier daulte siguió, probó en el teatro comercial, en la televisión, se animó incluso a ser teatrero y hasta escribió su primera novela. Pero no abandonó esa génesis creativa que se ve en intacta en Clarividentes, su última pieza estrenada hace unas semanas en su espacio Callejón.
el espacio está pensado por el mismo daulte y es que sí, es indisociable con la trama misma. un cuadrilátero dibujado en el piso se distingue del resto de la escenografía. una especie de cámara Gesell, nos dicen casi al comienzo para que los espectadores vayamos armando una hipótesis. Los que están afuera podrán oír y ver todo lo que suceda ahí dentro pero, en cambio, los encerrados no tendrán acceso al exterior. un grupo de personas, ansiosas, nerviosas, esperan a alguien para mostrarle algo. ese es el planteo inicial y con eso alcanza para generar una buena dosis de suspenso y expectativa. este hombre llega, el experimento comienza.
La información será dada en cuentagotas y en este punto daulte es muy preciso, con la paciencia del buen narrador, del que no tiene apuro. Cada dato que se da, por insignificante que parezca, toma espesura en el desarrollo de la trama que es vertiginosa y contundente. Como en un buen policial, nada está porque sí.
Alguna vez daulte escribió “La verdad del arte no se cristaliza. su sentido cambia de modo infinito y aleatorio. si esa es su especificidad, estamos obligados a velar por su insustancialidad”. Y desde ahí parece haber construido esta pieza. Cuando creemos que asistimos a un experimento de clarividencia (una mujer porta este extraño don), la trama hace un giro para demostrarnos que nada es lo que parece y que aquí no hay más certezas. daulte se reafirma una vez más como un gran dramaturgo y director. Las actuaciones acompañan muy bien el planteo de la obra. en un pastiche de géneros, aparece el melodrama, el policial, el musical, hay montaje cinematográfico, hay citas a películas, hay teatro dentro del teatro, aparecen elementos fantásticos y sobrenaturales. Clarividentes se enuncia profundamente pesimista. Como si la única claridad fuera el caos.