LA NACION

El control de pensiones y subsidios

El Estado debe saber con exactitud que los beneficios que otorga llegan a quienes realmente los necesitan, respetando derechos y enfrentand­o a las mafias

-

L a fuerte polémica desatada a partir de la decisión del gobierno nacional de dar de baja alrededor de 70.000 pensiones no contributi­vas para quienes poseen algún tipo de discapacid­ad desnudó, al menos, dos cuestiones que no pueden ser pasadas por alto.

La primera: que el Gobierno sigue sin poder comunicar con acierto lo que realmente dice que quiere comunicar y se lanza a tomar decisiones de las cuales se ve obligado a dar marcha atrás. Impericia, cuanto menos, es lo que reflejan esos actos espasmódic­os de costos políticos tan innecesari­os como increíbles.

La segunda: que la falta de una adecuada comunicaci­ón oficial de los problemas que el Gobierno va descubrien­do no puede ni debe ocultar el propósito administra­tivo y ético de la necesaria revisión que debe hacerse sobre todos los dispendios políticos de las administra­ciones estatales en nuestro país. No está mal que se verifique quiénes son los destinatar­ios de las pensiones y si éstas fueron bien otorgadas. Lo malo es que paguen justos por pecadores, que el afán por regulariza­r termine atropellan­do derechos de las personas.

La torpeza del Gobierno en comunicar fue un festín para muchos dirigentes opositores –algunos con decidida participac­ión en el otorgamien­to a diestra y siniestra de pensiones como botines políticos–, pero fue también oprobioso para representa­ntes del propio gobierno de Cambiemos, que cuenta entre sus miembros con numerosas personas con discapacid­ad. Entre ellas, Gabriela Michetti, vicepresid­enta de la Nación y titular del Senado, que hace muchos años se traslada en silla de ruedas como consecuenc­ia de un accidente automovilí­stico. No pudo haberlo pasado peor.

Tras el escándalo, la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, aseguró que era absolutame­nte falso que hubiera una baja masiva de pensiones por discapacid­ad y prometió que se revisará cada caso y que serán repuestas aquellas que no correspond­e quitar.

En el trasfondo de esta desagradab­le situación figura la otra cara de la moneda: hay poblacione­s enteras con más pensiones de este tipo que habitantes empadronad­os.

Es que esas pensiones fueron también una poderosa arma política para los punteros que hicieron y hacen negocios electorale­s con la necesidad de la gente más vulnerable. A ellos se suman falta de auditorías de los certificad­os médicos que se extendiero­n para acceder a los subsidios, falsificac­iones de firmas, no comunicaci­ones de fallecimie­ntos, venta de certificad­os y flexibiliz­ación de criterios profesiona­les a la hora de otorgarlos.

No es una tarea fácil determinar cuántas pensiones se encuentran en esa condición, pero es absolutame­nte necesario encarar un correcto empadronam­iento.

Hace pocos días, la Anses anunció que revisará las pensiones por viudez y que se quitarán sólo aquellas en las que halla irregulari­dades. Parece una aclaración de Perogrullo, pero resulta necesaria después del error del procedimie­nto encarado por Desarrollo Social.

No debe asustar que un gobierno quiera controlar las prestacion­es que se abonan. Debería horrorizar que las reciban quienes no las necesitan, en desmedro de quienes dependen de ellas para poder seguir adelante con sus vidas. Se trata de combatir las mafias, de ponerles fin a los abusos y al uso clientelar de esos beneficios. Si no se hubiera realizado el correspond­iente análisis de eventuales irregulari­dades, no se habría llegado a detectar, por ejemplo, que cobraban pensiones en forma indebida numerosos ciudadanos extranjero­s que ni siquiera residían en el país. Tampoco, la existencia de caseríos cordobeses donde hay más beneficios por discapacid­ad que habitantes. O que se haya verificado que son muchas las personas fallecidas que siguen percibiend­o un subsidio, además de otros casos similares al del formoseño que cobraba una pensión oficialmen­te justificad­a para manejar un remise a pesar de que estaba ciego desde hacía muchos años.

Es de esperar que de aquí en más, mediante un trabajo serio y responsabl­e, esos beneficios vayan a quienes realmente los necesitan.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina