LA NACION

Un sistema que consolida el atraso

- Alieto Aldo Guadagni Miembro de la Academia Nacional de Educación —PARA LA NACIoN—

U n buen índice para formarse un juicio acerca del futuro de una nación es prestar atención a la expansión de sus universida­des, ya que aquellas naciones con alta presencia universita­ria, sobre todo en las disciplina­s científica­s y tecnológic­as, ocuparan un lugar de relevancia en este globalizad­o y competitiv­o siglo XXI. Pero este análisis no puede concentrar­se simplement­e en la cantidad de estudiante­s que ingresan a las universida­des, porque se corre el riesgo de llegar a conclusion­es erradas.

La matrícula estudianti­l universita­ria argentina es mayor (en proporción a la población) a la de muchos países de América latina, pero tenemos menos graduados; por ejemplo tenemos 50 por ciento más estudiante­s que México, pero ellos tienen 70 por ciento más graduados. Lo mismo ocurre con España, ya que en 2014 nosotros teníamos 1,9 millones de estudiante­s universita­rios mientras España, a pesar de tener una población 8 por ciento mayor tenía apenas 1,4 millones, pero la situación era distinta cuando se considerab­an los graduados: España registraba 214 mil y nosotros apenas 120 mil. Lo mismo ocurre cuando comparamos con Chile, Colombia y Brasil: nosotros tenemos muchos más estudiante­s pero ellos tienen más graduados.

Después de estar un año en nuestras universida­des estatales la mitad de los estudiante­s no aprobó más de una materia, y en las universida­des privadas tres de cada diez estudiante­s tampoco aprobaron más de una asignatura. Es fácil ingresar a nuestras universida­des, pero como se ingresa con escasa preparació­n el abandono posterior es muy elevado; de cada 100 estudiante­s que ingresan a las universida­des estatales no se gradúan 70 y de los que ingresan a universida­des privadas no concluyen 60.

Estamos comprometi­endo nuestro futuro, ya que la Argentina es un caso notable a escala mundial, porque el tránsito de la escuela secundaria a la universida­d no se ve encauzado ni fortalecid­o por ningún tipo de evaluación de los conocimien­tos del estudiante. No se conoce en el mundo una ley universita­ria como la vigente en nuestro país, sancionada por el Senado en la última sesión del 2015, que prohíbe cualquier tipo de examen para estimular un ingreso de estudiante­s bien preparados a la Universida­d. Esta ley 27204 dispone que “todos los alumnos que aprueban la enseñanza secundaria pueden ingresar de manera libre e irrestrict­a a la enseñanza de grado en el nivel de educación superior”. Esta ley es eficaz en consolidar la escasa graduación, ya que no alienta el estudio en los últimos años de la escuela secundaria, y dificulta la labor de las Universida­des que procuran elevar el nivel de su enseñanza. A pesar de esto no se conoce ningún proyecto de ley, que haya sido presentado por el Gobierno o algún legislador ofi- cialista o opositor, que busque superar este sistema que consolida nuestro atraso universita­rio.

¿Hay algún otro país en el mundo con una ley tan negativa como la aprobada por nuestro Congreso? La respuesta es no, cualquiera sea el régimen político vigente, ya que por ejemplo, el Partido Comunista gobierna en tres naciones (Cuba, Vietnam y China) donde hay exámenes generales al finalizar el secundario para poder ingresar a la Universida­d. Lo mismo ocurre en países “revolucion­arios” como Nicaragua y Ecuador, recordemos que cuando Correa reformó la Constituci­ón incluyo una cláusula que expresa: “El ingreso en las institucio­nes públicas de nivel superior se regulará a través de un sistema de nivelación y admisión, definido en la ley. La gratuidad se vinculará a la responsabi­lidad académica de las estudiante­s y los estudiante­s…”. Para poder ingresar a la universida­d los aspirantes deben rendir el denominado “Examen Nacional para la Educación Superior” (ENES). La nómina de naciones con este tipo de exámenes es interminab­le y comprende numerosos países en todos los continente­s.

El principal beneficiad­o por estos exámenes que existen en casi todo el mundo y están prohibidos entre nosotros es el propio estudiante, ya que esta exigencia lo estimula a estudiar mientras aun está en la escuela secundaria. Es justamente el estudio metódico, con dedicación continua y disciplina en el esfuerzo que permite adquirir los conocimien­tos para afrontar el gran desafío laboral en este difícil mundo globalizad­o. Esperemos que algún legislador preste atención a lo que está ocurriendo en América Latina y se preocupe por el futuro de nuestros jóvenes.

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