LA NACION

Guillermo: “Tuvimos un año duro, pero nunca dudé del equipo”

Barros Schelotto disfrutó de los festejos y dijo: “Salimos a ganar en todas las canchas”

- Franco Tossi

Son días especiales para Boca. Son días especiales para Guillermo Barros Schelotto. No fue fácil el camino al título. Y él, claro, fue el principal apuntado cuando el campeonato parecía escurrírse­le de las manos. Hoy le toca disfrutar, en cada paso que da. Con el título colocado ya en las vitrinas, los hinchas vuelven a reconocerl­o como en su etapa de jugador. Porque no hay que negar que su idolatría pudiera no ser la misma si esa estrella N°66 no se hubiera conseguido. Por eso, en los festejos de ayer en la Bombonera, la gente dejó en claro que el Mellizo es más ídolo que nunca.

la llegada del plantel tuvo un gran marco. El primero en pisar los pasillos del estadio fue Gustavo, con una sonrisa apenas tímida. Varios metros detrás apareció la figura del entrenador de Boca, que venía demorado. ¿Por qué? Como en Bahía Blanca, se encargó de chocar las manos con quienes estaban apretados contra el vallado. Pareciera ser que la coronación le quitó la formalidad, seriedad y nerviosism­o con que siempre se muestra. lo relajó demasiado. De hecho, invirtió el orden de las cosas: no dudó en dialogar con la prensa antes de la vuelta olímpica. “Nunca dudé del equipo porque era lógico que tengamos algunos bajones en un torneo tan largo. Tuvimos un año duro, con muy buenos partidos, ganamos cuando debíamos hacerlo”, explicó el DT.

la caminata por los cuatro costados, junto a los familiares de todo el plantel, el Mellizo la realizó con la mirada del deber cumplido. Y si bien las canciones tuvieron destinatar­ios variados, la gran mayoría se centró en él. “Guilleeeee­rmooo, Guilleeeee­rmooo”, se escuchó permanente­mente. El entrenador levantó su brazo derecho hacia cada sector de la tribuna, hasta que tambiénGus­t avo Barros S che lot to recibió su merecida ovación: “Que de la mano, de los Mellizos, todos la vuelta vamos a dar”. En ese momento, sin efusividad pero siendo evidente, Guillermo siguió el compás de la letra moviendo su dedo índice, casi siendo el director de la orquesta.

Una foto con su hermano. Un beso a su goleador, Darío Benedetto, que le pidió ponerse ante las cámaras junto a sus seres queridos. Sentido, pero relajado. Así vivió la fiesta del campeón. Así como también el partido ante Unión, que Boca terminó ganando 2-1: sentado en el banco de suplentes o apoyado contra el vidrio de uno de los palcos cercanos al campo de juego. “Salimos a ganar en todas las canchas, el equipo me representó”, agregó el Mellizo.

Boca es campeón y festeja. Él disfruta. Sabiendo que cumplió con las expectativ­as.

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