LA NACION

El régimen chino liberó al Nobel de la Paz Liu

El activista sufre de un cáncer terminal de hígado

- Adrián Foncillas PARA LA NACION

PEKÍN.– Liu Xiaobo, tenaz activista prodemocrá­tico y premio Nobel de la Paz, ha sido trasladado de la cárcel a un hospital para ser tratado de una enfermedad terminal. Su abogado, Mo Shaoping, ha confirmado al diario hongkonés South China Morning Post que Liu descansa en un centro médico de Shenyang (provincia norteña de Liaoning). El disidente político tiene un cáncer de hígado en sus fases más avanzadas, que le fue diagnostic­ado el 23 de mayo. Otro de sus abogados ha aclarado que su estado es “muy grave”.

No parece que China haya variado su hostilidad hacia el señalado como “enemigo del Estado” desde que fue condenado, en 2009. Todas sus obras están prohibidas y las cuatro semanas que ha tardado Pekín en comunicar su traslado sugieren que incluso en estado terminal sigue considerán­dolo peligroso. Las autoridade­s han desoído sus peticiones de ser llevado a Pekín, donde residen su esposa y el grueso de la prensa internacio­nal, y le han impuesto el lejano hospital de Shenyang, bajo el cuidado de ocho médicos.

Aquella silla vacía en la ceremonia de la entrega del Nobel de la Paz de 2010 aún simboliza la ignominia. Liu estaba encarcelad­o a miles de kilómetros de Oslo por pedir un proceso democratiz­ador. En el acto, presidido por una foto de Liu, se leyeron extractos del alegato final que pronunció en el juicio, conocido como “Yo no tengo enemigos”.

Liu, nacido en Changchun (provincia de Jilin), es escritor y profesor de literatura, y fue una piedra en el zapato chino durante dos décadas. En 1989 abandonó la Universida­d de Columbia de Nueva York y se dirigió a la plaza de Tiananmen para liderar la revuelta estudianti­l que pedía reformas políticas más ágiles. De esos días se recuerdan tanto sus discursos inflamados como sus desvelos para pactar una salida pacífica antes de la entrada de los tanques en la infausta mañana del 4 de junio.

Liu pagó con 21 meses de cárcel su papel en Tiananmen. En 1996 fue de nuevo condenado a tres años por exigir la liberación del resto de participan­tes en aquellas protestas. El activista fue uno de los creadores de la Carta 08, que exigía un marco más amplio de libertades públicas y derechos humanos, pedían al gobierno que renunciara al poder y defendían elecciones multiparti­distas.

Liu acabó condenado a 11 años de cárcel en una sentencia inusualmen­te dura incluso para los estándares chinos.

Muchos gobiernos y organizaci­ones de derechos humanos han exigido su liberación desde entonces. Su salida de la cárcel, en el ecuador de la condena, obedece más al cáncer que a las presiones internacio­nales. La subida al poder de Xi Jinping, en 2012, ha extremado la persecució­n de cualquier elemento que lejanament­e parezca molesto, desde abogados de derechos humanos hasta feministas.

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