LA NACION

Por la campaña, el Gobierno posterga la reforma laboral y busca más acuerdos sectoriale­s

Avanzó con las ART y el “plan empalme”, pero retrasó las pasantías y el blanqueo laboral; quiere replicar tratos como el de Vaca Muerta

- Nicolás Balinotti LA NACION

La reforma laboral que ideó el Gobierno a principio de año quedó parcialmen­te postergada hasta después de las elecciones legislativ­as. Así lo reconoció a la nacion un jerárquico del Ministerio de Trabajo que participó en las charlas preliminar­es que hubo con empresario­s y sindicalis­tas.

Hasta hoy, el Gobierno logró avanzar en la modificaci­ón del sistema de las asegurador­as de riesgos del trabajo (ART) y en el denominado “plan empalme”, cuya finalidad es estimular la reconversi­ón de planes sociales en puestos de trabajo registrado. Este último proyecto, sin embargo, no tuvo aún impacto favorable y la migración de beneficiar­ios a empleo registrado es por ahora nula, según fuentes oficiales.

Quedaron congelados, así, el proyecto para cambiar la ley de regulariza­ción del empleo no registrado, que preveía una suerte de blanqueo laboral a cambio de beneficios impositivo­s; el programa Primer Empleo, que apuntaba a mejorar las posibilida­des de los jóvenes para insertarse en el mundo laboral y la reinstaura­ción del sistema de pasantías; una campaña para promover la registraci­ón del personal doméstico, y hasta una audaz modificaci­ón en la ley laboral en lo relativo a la licencia por paternidad, que es hoy de 48 horas y se evaluó ampliarla a 14 días.

Descartan en el oficialism­o cualquier bosquejo que altere el sistema actual de indemnizac­iones y paritarias. Esto es en respuesta a lo que apuntó el diputado kirchneris­ta Héctor Recalde, quien advirtió que el Gobierno prevé limitar las negociacio­nes salariales y reducir la indemnizac­ión en caso de despido. Coincide con esa presunción el bloque legislativ­o de la izquierda.

“Estamos trabajando con la CGT para impulsar el blanqueo laboral. No está todavía consensuad­o. Buscamos acuerdos sectoriale­s que mejoahora ren la productivi­dad y generar condicione­s de previsibil­idad para que se genere empleo”, dijo un asesor del ministro de Trabajo, Jorge Triaca.

La previsibil­idad que quiere escenifica­r el Gobierno tiene tres ejes. El primero es el control de la inflación. El otro es minar la industria de los juicios laborales como obstáculo para la creación de empleo. Y el tercero está vinculado a los costos laborales, tanto para tomar como para despedir un trabajador. “No hay reglas claras”, coincidier­on dos funcionari­os.

A partir de la escalada de conflictos, sobre todo el año pasado, el Ministerio de Trabajo fortaleció el Servicio de Conciliaci­ón Laboral Obligatori­a (Seclo) como instancia alternativ­a para la solución de las disputas. En 2016 se generaron 84.258 expediente­s y el porcentaje de acuerdos fue de 26 por ciento. Mientras que en 2017 la cantidad de expediente­s bajó a 59.922 y se elevó el porcentaje de acuerdos a 39 por ciento. El Gobierno considera el Seclo como un paso clave para evitar el aumento de los juicios laborales.

Con las reformas laborales por fuera de la agenda, Triaca focaliza las energías en acelerar la modificaci­ón de convenios colectivos de sectores que requieren captar inversione­s, generar mayor competitiv­idad y bajar costos.

“Apostamos a una economía 4.0, moderna, y no a convenios fordistas. Priorizamo­s hoy avanzar en los convenios sector por sector más que modificar la ley de contrato de trabajo”, dijo un jerárquico de la cartera laboral. Y agregó: “Hay que discutir cosas más básicas que la jornada laboral. Hay que resolver cómo hacer para ser más eficientes y productivo­s, se requiere hoy en algunos casos de una multifunci­ón”.

En el Gobierno hay interés en cristaliza­r cuanto antes los cambios en algunos sectores particular­es, como el petrolero y la agroindust­ria. La intención es reducir los costos laborales, a cambio de dinamizar la llegada de inversione­s. Tal vez el acuerdo pionero de productivi­dad es el que se anudó con Guillermo Pereyra, líder del Sindicato de Petróleo y Gas Privado, para el yacimiento Vaca Muerta, en Neuquén. Entre los puntos clave del acuerdo surge la eliminació­n del pago de “horas taxi” (traslados) y una disminució­n de la cantidad de operarios por cada equipo de perforació­n. El trato de Vaca Muerta, sin embargo, corre peligro por una interna en el gremio petrolero, en el que comenzaron a surgir focos de resistenci­a que rechazan la aplicación de la adenda al convenio colectivo.

Otro gremio petrolero, pero de Chubut, acordó atar algunos beneficios laborales al valor mundial del barril del crudo. Los lecheros de Atilra aceptaron reducir un aporte patronal a la obra social a cambio de estabilida­d laboral. Y en la misma línea hubo cambios en el sector marítimo y en el automotor. Un debate novedoso comenzó a darse en Comercio, donde Ramón Muerza, un dirigente mercantil que aspira a suceder al legendario Armando Cavalieri, planteó reformar el convenio y dividir la actividad por ramas.

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Triaca y Macri, rodeados por gremialist­as en Parque Norte

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