Una cuestión de mística y ensueño, y psicodélica
excelente. presentación de agua ardiente. con: Santiago Moraes (guitarra y voz), Maxi Prietto (guitarra y voz), Miguel Mactas (guitarra), Martín Fernández Batmalle (bajo), Pipe Correa (batería), Fer Barrey (congas, percusión) y Francisco Paz (percusión). grupo invitado: Orquesta Típica Fernández Fierro. funciones: viernes y sábado en El Teatro de Flores.
Mística. de eso se trata. eran tantas las expectativas para la presentación en sociedad de las canciones de Agua ardiente, el tercer disco de Los espíritus (a esta altura ya candidato a uno de los mejores lanzamientos del año) que las entradas estaban agotadas para las dos funciones que el grupo ofreció el viernes y el sábado en el teatro de Flores desde hacía días. “Parece Cemento en 1988”, se escuchó por ahí. Y lo que impacta no es sólo el fenómeno de convocatoria, sino el estado de efervescencia creativa que transmite el grupo apenas pisa el escenario.
de fondo, como toda escenografía, la portada del disco diseñada por el notable ilustrador santiago Pozzi (factótum del taller de serigrafía imprenta Chimango) cobra vida en forma de GiF animado en estado de loop. esa lava volcánica funciona como metáfora exacta del momento de la banda liderada por los guitarristas y cantantes santiago Moraes y Maxi Prietto. La combustión instantánea de esa dupla compositiva, sostenida
por una banda que incluye una tercera guitarra (Miguel Mactas), al bajista Martín Fernández Batmalle, y el ritmo encarnado por el baterista Pipe Correa, el conguero y percusionista Fer Barrey y el maraquero y percusionista Francisco Paz (baterista de Mambo surf).
Quizás estos shows marquen el momento exacto en que las canciones comienzan a transformarse en himnos. el marco espiritista de estos conciertos, que mutan a rituales, es esencialmente psicodélico. Mandan el cuelgue, la contemplación magnética y un baile levemente ondulante, pero emerge el pogo. el comienzo, a telón cerrado, es con una jam que deriva en “Huracanes”, primer opus de Agua ardiente. así comienzan un trip con la carga hipnótica del dub, pero con tracción a sangre, que actualiza la retórica de Moris y Manal, con el blues como uno de varios hilos conductores. Guitarras con acordes cargados de reverb, ritmos latinos que conectan el sonido de la reina del Plata con las venas abiertas de américa latina, atmósferas de bolero y de cierto estilo melódico deudor de roberto y erasmo Carlos (acaso en sintonía, también, con los Babasónicos de Infame). Y dos poetas, Prietto y Moraes, que son candidatos a convertirse en los Manzi y discépolo del siglo XXi, aplicando a la vida cotidiana problemáticas filosóficas y existenciales. ahí está “Perro viejo”, ese maravilloso aguafuerte del barrio porteño de La Paternal, como un update del “avellaneda Blues” de javier Martínez. (La arrolladora performance de la orquesta típica Fernández Fierro como grupo invitado le otorgó coherencia estética a un acto que podría ser un mero formalismo, pero que termina por configurar una de las mejores versiones del sonido actual de la ciudad.)
Casi ni hablan entre tema y tema. Por eso, cuando santiago anuncia, escueto, “éstas son las canciones de Agua ardiente”, pensamos que si este recital se transforma en bootleg, esas frases aparentemente intrascendentes tienen destino de clásico, porque recuerdan las pequeñas intervenciones del indio solari que aprendimos de los casetes piratas que circulaban en los 90.
en esa cruza porteña y flashera entre roberto arlt y raymond Carver, entre los adoquines y los libros coloridos de la editorial anagrama, entre el sonido valvular y el retro actualizado de la cultura hipster, entre el fernet y el aguardiente antioqueño, entre las jams extensas que parecen una experiencia mántrica donde se cocinan lentamente el clímax musical y la contundencia de hits como “Lo echaron del bar” o “jesús rima con cruz”, reside el encanto de Los espíritus. tienta decir que son la banda del momento, pero hay algo que trasciende cualquier fenómeno de convocatoria y que se extiende como un murmullo apenas suena el último acorde. “¿Cuánto falta para el próximo show?” o, quién dice, la próxima misa. Cuestión de mística.