LA NACION

Esos chiflados que remiten a Iggy Pop y los Stooges

el perrodiabl­o. Los platenses destilan distorsión y urgencia en su nueva obra, La otra dimensión; el sábado la muestran en su ciudad

- Alejandro Lingenti

sangre, sudor y lágrimas. el Perrodiabl­o deja todo cada vez que muestra los dientes, tanto en vivo como cuando graba. Y en La otra dimensión, el nuevo disco de esta poderosa banda de La Plata cuya referencia más evidente siempre fueron los stooges, las cosas vuelven a ser así. Hay urgencia, distorsión y mucha mugre en estas nueve canciones para cantar a los gritos que doma (voz), Chaume (guitarra y coros), Lea (guitarra y coros), Fran (bajo) y josé (batería) pergeñaron juntos con la idea de “combatir con música la contaminac­ión mental que sufrimos a diario”, como define el hiperkinét­ico cantante del grupo, siempre garantía de agitación y despliegue en escena.

Lejos de cumplir ese propósito con un sonido que invite a relajarse, el Perrodiabl­o usa su propia receta para conseguirl­o: un repertorio electrific­ado, rabioso y cargado de energía en el que las preguntas incómodas, los desafíos éticos y las redencione­s tienen mucho peso. “nuestra mayor preocupaci­ón es no perder la frescura –asegura doma–. Y eso no es tan fácil. La podés mantener en los dos primeros discos, pero no en el quinto. ahí ya tenés que esforzarte más. Cuando hablo de frescura, hablo de libertad, hablo de decir «tengo un mundo adelante y voy por todo». nosotros fuimos construyen­do un camino propio de espaldas a cualquier escena, siempre lejos de las concesione­s. eso nos fortalece.”

Con La otra dimensión, el Perrodiabl­o busca ingresar a otra etapa, una que refleje una actualidad que ellos perciben diferente. Con esa meta en la mira, convocaron al “Pájaro” Gonzalo rainoldi, técnico de grabación que ha trabajado, entre otros, con Pez y 2 minutos. su propuesta fue grabar a la banda tocando junta, como en los shows, donde suele ser más explosiva. “el referente del Pájaro es steve albini, más ingeniero que productor. Él nos decía que su idea era lograr una fotografía de lo que somos hoy. a mí me parece que todos nuestros discos tienen claras diferencia­s entre sí –sostiene doma–. son fruto de distintas etapas, de distintas influencia­s, de distintos momentos nuestros. Podemos tener un estilo, eso sí, pero también vamos mutando. este disco nuevo es más parecido a El espíritu, que para nosotros fue un quiebre, que a Cacería, el último que habíamos grabado. es mucho más americano y más fiestero que Cacería. Cuando digo americano pienso en new York dolls, en johnny thunders, en Kiss... se dio así sin que nos lo hayamos propuesto, salió muy espontánea­mente.”

Para doma, la conexión con la escena del punk y el hard rock neoyorquin­o de los 70, nacido y criado en una ciudad mucho más salvaje que la de hoy, completame­nte domesticad­a y entregada al consumo, no es nada casual: “Con este gobierno hay un clima aciago, acá, en Buenos aires, y creo que en buena parte del país. Pero en lugar de estar puteando por las redes sociales y llorando porque la vida nos traicionó, nosotros conectamos con la libertad de hacer algo que mire para arriba, en lugar de mirar para abajo. igual para abajo vamos todos... a veces, en los peores momentos pasan las mejores cosas”.

independie­ntes por convicción, los integrante­s de el Perrodiabl­o controlan al detalle cada movimiento de su proyecto: “La esencia y lo que late es lo creativo, la necesidad de expresión, de compartir tiempo con un grupo de gente con la que vos tenés ganas de hacer música. Y para que eso fluya hay que trabajar –dice doma–. Hay una parte organizati­va que es trabajo. Pero tocar no es trabajo, al menos para nosotros. a lo largo de estos diez años que llevamos juntos fuimos aprendiend­o a editar un disco, a moverlo, a armar recitales, a producirlo­s. Hacemos todo nosotros por nuestra cuenta”.

una ayuda externa nunca viene mal, de todos modos. Y el que apareció imprevista­mente para ofrecerla fue nada menos que andrés Calamaro, principal impulsor de la convocator­ia a la banda para sumarse al Cosquín rock. “Maxi Martina, periodista que tiene su propia banda, error positivo, ya venía agitando con el tema en Vórterix, pero fue gracias a andrés que pudimos tocar en el escenario mayor del festival. Cuando nos lo cruzamos un ratito allá, le dijimos que estábamos más acostumbra­dos a tocar en subsuelos, en lugares con más suciedad que el escenario del Cosquín rock. Y él nos contestó: «justamente por eso pedí que estuvieran: porque a esto le falta suciedad». un campeón... tocamos a las cuatro y media de la tarde y la pasamos muy bien. Para nosotros fue como estar en un parque de diversione­s. Pasamos de tocar en un lugar chiquito, bien under, como el Zaguán, a un festival de esa magnitud, fue muy raro. apareció Fabricio oberto, nos regaló un vino, vio todo nuestro show desde el costado del escenario y se recopó. Él también tiene una banda. Fue una experienci­a genial, la verdad.”

si bien todos sus integrante­s reconocen haber escuchado mucho rock argentino de los 70, la referencia principal para el Perrodiabl­o, revela doma, es un grupo nacido una década más tarde: “nos gustan mucho Pappo y Pescado rabioso, pero nunca fue ésa la música en la que abrevamos directamen­te. Para nosotros, la banda argentina en la que más nos reflejamos, por la actitud y también por algunas caracterís­ticas de su música, es ratones Paranoicos. de hecho hacemos unos buenos covers de los ratones. después, aunque estemos lejos musicalmen­te de ellos, sumo fue una banda importante para nosotros. también Los Brujos, por su despliegue en escena, el primer disco de ddt... nos gustan muchas bandas diferentes y siempre tratamos de que no nos encasillen en una movida en particular. Por eso podemos tocar con Los natas o con Valentín y los volcanes. Lo nuestro es la diversidad”.

esa personalid­ad abierta a los cruces y las alianzas, sin embargo, no evita la mirada crítica. doma se planta frente a la pose: “a veces en el under siento que la música no tiene relación con lo que estás viendo en escena. no me cierra mucho una banda que es energética en el escenario, pero hace canciones que parecen de un jardín de infantes. están en su derecho, obvio, pero no me conmueven. Y yo a la música le demando eso, que me conmueva. Hay música que no te gusta, otra que te gusta y otra que te conmueve porque el artista que la produce se entrega. Cuando Bowie jugaba a ser marciano, un poco se lo creía. eso es sinceridad en la música, no andar diciendo con orgullo: «Yo toco con la misma ropa con la que voy al supermerca­do». eso es otra cosa”.

 ?? Gentileza Martín Santoro ?? Doma, el primero a la derecha, junto a sus feroces muchachos
Gentileza Martín Santoro Doma, el primero a la derecha, junto a sus feroces muchachos

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