LA NACION

Un general argentino al frente del proceso de desarme

Javier Pérez Aquino presidió la misión de la ONU que supervisó las tareas

- Daniel Lozano PARA LA NACION

CARACAs.– en el mismo día en el que las armas se cambiaron por las palabras, como dejó sentado el presidente Juan Manuel santos, un profesiona­l de las armas se emocionaba tras un año de intenso de trabajo en el que hizo valer sus decisiones. Nadie como el general de brigada argentino Javier Antonio Pérez Aquino, jefe de la misión de observador­es de las Naciones Unidas, conoce la complejida­d de un “proceso modelo” sin precedente: “Nunca hubo un proceso de paz de estas caracterís­ticas que haya finalizado en menos de un año y medio”.

Los discursos del jefe del estado y del ya ex líder guerriller­o “Timochenko” (Rodrigo Londoño, de forma oficial desde ayer, “desapareci­das” las FARC) marcaron la jornada histórica del adiós a las armas de la guerra civil colombiana, tras 52 años de conflicto, 220.000 muertes y ocho millones de víctimas. entre el público presente en Mesetas, en el Meta, uno de los departamen­tos más golpeados en este medio siglo, estaban los antiguos combatient­es, diplomátic­os, dirigentes y también observador­es de la ONU.

Y al frente de todos ellos, Pérez Aquino, de 58 años, que desde su cuartel general en Bogotá se fue desplazand­o a las 26 zonas veredales de transición, que pasaron a convertirs­e en áreas de capacitaci­ón y reincorpor­ación. Desde la capital o sobre el terreno, la mano derecha del jefe de la misión, Jean Arnault, ejerció como responsabl­e del batallón de 520 observador­es de 19 países, la mayoría civiles y militares latinoamer­icanos, además de algunos asiáticos y europeos.

Tanto a él como a su jefe les tocó decidir durante minicrisis, como la generada en enero en la opinión pública con el baile de salsa entre observador­es y guerriller­as, que se aplacó con la suspensión de cuatro de ellos. Miembros de su equipo y las distintas partes del conflicto ponderan el buen tino de Pérez Aquino para encontrar salidas a un laberinto que sí tenía luz al final del túnel, pese a que, una vez más, una jornada histórica como la vivida ayer pasó con cierto desinterés en una sociedad crítica con los acuerdos.

Tales imponderab­les no desanimaro­n jamás a Pérez Aquino, renuente a los shows, aunque al tanto de la importanci­a de los gestos. Con sus aportes informativ­os quiso dar visibilida­d a la entrega de armas, 7132, cuando en otros procesos parecidos no apareciero­n jamás ante la luz pública. el general trasladó la confianza hacia la ONU, “organizaci­ón internacio­nal que hace su trabajo exactament­e como correspond­e”. Unos epítetos usados por el general, detallista y serio, que también lo definen a él mismo.

el siguiente objetivo del general encierra más de 800 retos: rastrear las coordenada­s entregadas por las FARC para encontrar las caletas donde escondían el resto de su armamento para la guerra. De un total de 949 ya se encontraro­n 77, algunas en zonas tan inverosími­les como el lecho de un río. “La ONU tiene toda la capacidad para trabajar en el proceso de extracción de estas caletas”, aseguró con firmeza Pérez Aquino.

La propia misión de la ONU explicó cómo fue el proceso de selección que llevó a Pérez Aquino al centro de la historia. el general, licenciado en estrategia y Organizaci­ón y especialis­ta en Conducción y Gestión estratégic­a, fue elegido tras una selección que incluyó un examen vía skype, en el que pesó su pasado: 35 años de experienci­a y varias misiones de la ONU a sus espaldas, como Unikom (Irak y Kuwait) tras la primera Guerra del Golfo. en el ejército argentino estuvo al mando de la Brigada de Monte XII en Misiones y de un regimiento de paracaidis­tas.

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