LA NACION

Ahora es la política la que debe transitar hacia la paz

- el escenario Francesco Manetto eL PAís

CBOGOTÁ olombia cerró ayer un ciclo de más de medio siglo marcado por la violencia de las FARC. Los cerca de 7000 combatient­es de la primera guerrilla del país culminaron la entrega de armas y comienzan ahora la fase final de su reincorpor­ación a la sociedad. Pero este proceso no basta para alcanzar una paz completa. Hace diez días, una bomba mató a tres mujeres en Bogotá, hay grupos insurgente­s que siguen secuestran­do y las mafias de narcotrafi­cantes declararon en mayo la guerra a la policía al verse acorralada­s por las fuerzas de seguridad.

el camino recorrido en Colombia desde la firma de los acuerdos entre el gobierno y las FARC, el año pasado, no tiene precedente. La guerra con esa organizaci­ón terminó. “No es lo mismo tener una guerrilla armada que una guerrilla que dejó las armas. entonces, yo creo que lo que logramos es una permanenci­a de esta situación posconflic­to, y eso me parece notorio. el sentido de lo histórico es que se logra la plena irreversib­ilidad [del conflicto]”, explicó Jorge Restrepo, director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac).

sin embargo, la violencia persiste. Las fuerzas de seguridad detuvieron el sábado a ocho sospechoso­s del ataque a un centro comercial de Bogotá hace diez días. “según las evidencias, pertenecer­ían al Movimiento Revolucion­ario del Pueblo (MRP)”, señaló la fiscalía. se trata de un grupo insurgente menor que, según las autoridade­s, tuvo vínculos con células del ejército de Liberación Nacional (eLN).

esta guerrilla, la más relevante todavía activa, se sentó en febrero con el gobierno a una mesa de diálogo en Quito (ecuador) para tratar de negociar un cese del fuego. sus dirigentes condenaron, al igual que las FARC, el atentado del centro comercial, pero su estructura horizontal y caótica complica las conversaci­ones.

La realidad, también, es que el eLN todavía no dejó la práctica del secuestro, lo que se convirtió en la razón de máxima fricción con el equipo negociador del gobierno.

A estas circunstan­cias se suma la violencia de grupos armados que viven del narcotráfi­co.

Con todo, es evidente que la Colombia contemporá­nea es muy diferente de la del pasado. “el mensaje es que el terrorismo no paga y que el terrorismo será castigado por la justicia, castigado por las autoridade­s”, afirmó el presidente, Juan Manuel santos.

Pero hay un clima de elevada polarizaci­ón y muchos sectores siguen rechazando los acuerdos con las FARC. Precisamen­te, los ex presidente­s Álvaro Uribe y Andrés Pastrana impulsaron la semana pasada una “gran coalición” para las elecciones de 2018, “entre los distintos sectores que obtuvieron la victoria del no en el plebiscito”.

Y es en este contexto que el papa Francisco viaja a Colombia en septiembre con una meta: la reconcilia­ción. © el País, sL

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