LA NACION

Crisis en la avenida Córdoba. Se acumulan las persianas bajas en el polo de los outlets

Los comerciant­es admiten que cayeron las ventas, lo que obligó a muchos a cerrar; la zona tuvo su apogeo entre 2000 y 2007; desde entonces, los clientes se movieron a la calle Aguirre y al Distrito Arcos

- Nicolás Rotnitzky PArA LA NACION

A los comerciant­es de la avenida Córdoba, uno de los polos de outlets de indumentar­ia más fuertes de la ciudad durante la década pasada, los mueve una promesa: mañana será mejor. Córdoba, dicen ellos, dejó de ser lo que era. Las veredas que solían estar repletas de negocios con marcas de primera línea ya no pueden esconder los locales vacíos. Los carteles de alquiler se multiplica­n. Otras tiendas sobreviven con una inscripció­n en las vidrieras: “Liquidamos”. Algunos, debajo de esa desesperad­a invitación al consumo, escriben con pintura blanca y pincel de brocha gorda una frase final: “Nos vamos”.

“Córdoba tuvo siete años de esplendor”, relata Ariel Lamas, dueño de Cosentino, una marca de ropa de hombre. Los tiempos de gloria sobre esa avenida –que separa Palermo de Villa Crespo– empezaron en 2000, cuando en el tramo entre Julián Álvarez y Thames las marquesina­s lucían nombres de franquicia­s reconocida­s y el tránsito vehicular tenía correlato en el tránsito de peatones que llegaban para comprar. Durante esos días, a la par de los clientes de clase media, los turistas cargaban bolsas impulsados por los precios accesibles. En 2007, recuerda Lamas, ese síntoma empezó a desaparece­r. Los consumidor­es apostaron a la zona de Aguirre y Gurruchaga, en Villa Crespo. Y a los extranjero­s, en su mayoría brasileños, les empezó a resultar más económico comprar en sus países. “Ahora la gente viene a pasear. La ves caminando, pero sin bolsas”, explica Lamas.

Los números del desmoronam­iento hablan por sí solos. Según la Cámara Argentina de Comercio y Servicios, que cada bimestre hace un recuento de cuántos locales cerrados hay en la zona, había 27 persianas bajas hacia finales de abril. El pico había sido en noviembre y diciembre, con 35 espacios vacíos. Ante el oscuro escenario, los comerciant­es intentaron hacer algo. Precisaban recuperar la clientela que se había volcado definitiva­mente hacia los outlets de Villa Crespo y al shopping Distrito Arcos, en Paraguay y Juan B. Justo, que también ofrece ropa de segunda mano.

“Queríamos revitaliza­r la zona”, cuenta Pablo Himitian. Él conoce esas cuadras como pocos. Hace 20 años es propietari­o del restaurant­e Viejo Bar, en Córdoba y Malabia. Su diagnóstic­o del declive es general: “La caída es porque hay una crisis económica y la gente no tiene plata”, dice el gastronómi­co. Como varios comerciant­es visitan su bar, Himitian decidió reunirlos a todos en una especie de consorcio. Primero armó un grupo de Whatsapp. Les propuso hacer una página de Internet en la cual compartir las ofertas de todos los comercios de la avenida para captar más clientes. La última vez que el sitio publicó alguna novedad fue en enero de este año. “Hasta fin de año la página trabajó bárbaro. Pero en verano cerraron muchos negocios y fue difícil sostenerlo. Ahora se están renovando”, detalla.

La palabra renovación suena entre los vendedores como un mantra. Oscar romano es uno de los que apostaron a ese recambio. Abrió Pekken, una mueblería infantil, en noviembre del año pasado. “Elegimos Córdoba porque es un punto más comercial”, dice primero, y después agrega, como en un desahogo: “Esperábamo­s otra cosa, buscába- mos algo más. No estamos mal, pero proyectába­mos algo distinto”.

“Este verano tuve días en que no abrí caja –admite Lamas–. Ahí entrás en una desesperac­ión. Te preguntás si estás haciendo algo mal. Pero todos están en la misma. Córdoba era una torta de ocho porciones y todos comíamos una. Ahora somos la misma cantidad de negocios, pero hay tres porciones. A veces comés, a veces no.”

La transforma­ción también significó un cambio en el perfil de los negocios. “Antes veías marcas importante­s y ahora son revendedor­es de segunda o tercera línea”, describe Horacio Berberian, gerente de la inmobiliar­ia Shenk, cuya sede principal está en la esquina de Córdoba y Armenia desde 1970. Las etiquetas más importante­s son nómades que se mueven buscando lugares fértiles. Ahora concentran sus outlets en el Distrito Arcos. Córdoba quedó a merced de minoristas menos reconocido­s. Esa mutación provocó una baja en los precios de alquiler. Según Berberian, los valores disminuyer­on un 40% en dólares respecto de lo que se cobraba diez años atrás. romano, de Pekken, arrendó un local de 100 metros cuadrados que llevaba cuatro meses cerrado: “Pudimos conseguir un precio más real que el que nos pedían en otros lados. Como estaba vacío, hicimos una propuesta que evaluaron y aceptaron”, revela.

Córdoba continúa siendo una de las vías de escape preferidas del microcentr­o. La fluidez del tránsito y la numerosa cantidad de líneas de colectivos que la atraviesan son los motivos que ilusionan a los comerciant­es con el renacimien­to de la avenida que supo atraer compradore­s en masa. “Va a seguir funcionand­o porque es un lugar de paso”, dice Berberian. “La clave es mostrar. Que la gente venga y vea que los precios están bien”, dice Lamas en un suspiro esperanzad­or que al final se quiebra en la confesión de una derrota: “Sí, Córdoba cayó considerab­lemente”.

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Marcelo gómez Un local vacío en Córdoba al 5000; la postal se repite en distintas cuadras

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