Muchos años de tolerancia muestran sus efectos en la opinión pública
La tolerencia social al consumo de una droga supuestamente blanda como la marihuana fue uno de los principales detonantes para que el narcotráfico tomase posición en la Argentina. Esa aceptación incrementó el mercado de las drogas, especialmente desde que la Corte Suprema firmó en 2009 el fallo conocido como Arriola.
Los argumentos de los magistrados en ese caso fueron contundentes sobre la necesidad de trabajar en la prevención de las adicciones como forma de disminuir la base económica del mercado ilegal. Pero esos escritos poco se difundieron. Sólo se expuso el resultado, la inconstitucionalidad de castigar la tenencia de drogas para consumo personal. Poco importó que se tratase de una resolución sobre apenas 1,1 gramos de marihuana. Menos se supo que esa sentencia no habilitaba resoluciones similares sobre otras drogas. A algunos sólo les interesó difundir el equivocado mensaje sobre una irreal liberalización de las drogas. Y aparecieron rápido debates sobre las presuntas bondades medicinales de la marihuana.
En la encuesta realizada por el Observatorio de Prevención del Narcotráfico se registró que cuatro de cada diez consultados aceptaría la legalización de la marihuana. Y los puntos por los que aprobarían esa propuesta tienen que ver con los tres ejes que mejor fueron propagados en los últimos años.
El 63% aseguró que la marihuana tiene beneficios medicinales (situación no probada); el 19% consideró que no es tan peligrosa como otras drogas (oficialmente tiene una tasa de internaciones por la adicción cercana al 20%), mientras que el 17% señaló que legalizar esa droga generaría beneficios fiscales por el pago de impuestos (expectativa que no toma en cuenta que en la actualidad la marihuana es modificada para aumentarse su potencia, por lo que un sector siempre quedaría fuera de la ley).
La tendencia permite visualizar, de todas maneras, que una consulta popular sobre la legalización de la marihuana tendría en breve cierta ilusión de imponerse, al igual que sucedió en varios estados norteamericanos. Y se impone entonces una pregunta sin respuesta aún: ¿Terminó allí el mercado ilegal de drogas o se potenció?