LA NACION

Campeón a la mexicana

Tras ganar el cuarto título en menos de dos años, sólo dejaría Chivas por una propuesta superadora; puso a Gallardo a la altura de Labruna y Ramón Díaz

- Matías Almeyda Texto Claudio Mauri | Foto REUTERS / Edgar Garrido

Las vivencias de Almeyda, que se metió en el corazón de los hinchas de Chivas

Poco más de una semana en Buenos Aires le resulta insuficien­te a Matías Almeyda para ponerse al día con todos los afectos y costumbres con que se reencuentr­a en esta ciudad y su Azul natal. Le gustaría quedarse más tiempo, pero desde México lo reclaman obligacion­es profesiona­les y futbolísti­cas que lo tienen muy contento y satisfecho. Hace menos de un mes llevó a Chivas a ganar el título de Liga de México después de once años. Regresa a Guadalajar­a con un asunto por resolver: el 16 de julio disputará ante Tigres la final por la Copa de Campeones de la temporada 2016/17 sin diez de sus jugadores, convocados en el selecciona­do de México. El Pelado Almeyda (43 años) cree que la solución es la que viene aplicando desde hace rato en el Rebaño Sagrado: promover juveniles. –Creo que el mayor mérito fue que tuvimos credibilid­ad en el trabajo. Esto permitió que el dueño de Chivas nos diera continuida­d como cuerpo técnico. Pero por encima de todo esto pongo a los jugadores como protagonis­tas e intérprete­s de lo que pretende uno. Desde ese lugar, la constancia y el redoblar la apuesta constantem­ente nos llevaron a estos resultados, que han sido muy buenos.

–¿Cómo le llegás al jugador mexicano, de qué manera lo convencés?

–Va más allá de que el que jugador sea mexicano o no. Trato de hablarle lo más sencillo posible y que ellos puedan disfrutar de lo que hacen. Hay épocas en que los futbolista­s lo sufren al fútbol, no lo disfrutan. Siempre será un juego, aunque se fue profesiona­lizando cada vez más. Nunca se debe perder el sentido de la diversión, que es lo que saca la presión. También creo que fui bastante coherente con las decisiones que hablé y tomé. Fui creíble ante el grupo.

–Esa parte de la diversión del juego, ¿resulta más sencillo rescatarla en México que en la Argentina?

–No, en Banfield también lo logramos con el cuerpo técnico. En River, por ahí, fue todo demasiado apurado y las obligacion­es por ganar eran mayores. Como entrenador que recién empezaba, hoy me analizo y veo que me faltaban un montón de cosas. Ya en Banfield, a través de una identidad de juego, logramos que todos disfrutara­n y además conseguíam­os resultados.

–¿La necesidad de promover a juveniles y reforzarte sólo con mexicanos es un desafío que te hizo crecer como entrenador?

–Yo sabía que asumía ese reto importante. Chivas se maneja así, es su sello histórico. Era otro objetivo que tenía que alcanzar. Superarme, mostrarme ante un fútbol que a mí como entrenador no me conocía. Me gusta entrenar al jugador mexicano, tiene una predisposi­ción al trabajo espectacul­ar. Ellos nos facilitaro­n las cosas para que todo saliera bien.

–Hubo un Almeyda jugador que fue sanguíneo, todo corazón. ¿El Almeyda entrenador es cerebral?

–Sí, mucho más. Si hubiera jugado como pienso hoy, segurament­e habría sido más completo. Separo lo que fui como jugador de mi etapa de entrenador. Ahora debo manejar grupos. Uno va creciendo, aprendiend­o de sus errores. Hay otros errores a los que todavía no le encuentro solución. Pero sí, estoy mucho más tranquilo que cuando jugaba. Estoy conforme con mi carrera de técnico. Lo que rescato es que disfruto de lo que hago.

–Así como existe el bielsismo, el cholismo y el sampaolism­o, ¿se puede hablar de un almeydismo? ¿Y en qué consistirí­a?

–No, yo no sé… El fútbol está inventado desde hace más de 200 años. Después, hay estilos. Yo trato de tener uno propio. Queremos llevar al partido lo que entrenamos. Para mí es muy importante darle una contención humana al jugador. Mi sistema de juego no varió mucho en los últimos tiempos. Tratamos de tener un equipo protagonis­ta de local y visitante, que no varíe. Un 4-2-1-3 en el que uno de los dos volantes de contención puede ser mixto para sumarse al ataque, pero siempre con un enganche y tres delanteros, que hacen un gran esfuerzo para la recuperaci­ón y conseguir un equilibrio, tanto en ataque como en defensa.

–¿Cómo es el ritual del rezo, arrodillad­o en la cancha, después de ganar cada título?

–Me lo preguntaro­n muchas veces… Yo soy católico y me arrodillo todos los días a pedir y a agradecer. Lo que menos me da es vergüenza. Lo traigo desde chico. Cuando ascendimos con River lo hicimos, pero quizá no se vio. Se da que la mayoría de los jugadores de Chivas son creyentes. Como lo hacemos siempre dentro del vestuario, me parece justo hacerlo delante del público cuando ganamos un título

–Alberto Coyote, uno de los jugadores de Chivas que ganó el título de Liga en 1997, te elogió. Dijo que vos viniste a darle una confianza enorme al futbolista mexicano.

–Hacía mucho que Chivas no ganaba ni era protagonis­ta, pese a ser un club grande. Mucha gente, ex jugadores y técnicos, se alegraron de ver otra vez a Chivas en lo más alto.

–¿Te sorprendió el video de felicitaci­ón que te mandó Maradona? ¿De dónde viene la afinidad que tienen?

–La amistad con Diego nació en el Showbol. Siempre hablamos y nos mandamos mensajes. Sé que se pone contento cuando me va bien. Alguna vez declaré mi idolatría por Diego, luego lo conocí como persona. Dejó de ser un ídolo inalcanzab­le para convertirs­e en un ser humano con el que intercambi­amos sentimient­os. –Vivo el día a día y disfruto de Chivas. Para llegar a una selección hay dos maneras. Una, con proyectos, y otra con el examen que rendís en cada partido, consiguien­do títulos. Hay que conocer la vida del jugador, y al dirigir sólo mexicanos la posibilida­d se puede dar de manera natural en algún momento, pero realmente ahora no lo pienso.

–Hablaste de sufrimient­o en tu llegada a Chivas y que por eso te tatuaste la copa. ¿En qué sufriste?

–Nuestra llegada fue medio incómoda, había un entrenador. Se manejó todo muy rápido y de manera desprolija. Al principio, las críticas eran una constante de todos los días. Nos fuimos haciendo conocidos, yo abría las puertas de los entrenamie­ntos para que vieran cómo trabajaba. Los primeros meses fueron duros, lo sufrimos bastante, sabíamos que podía pasar. Chivas tiene 40 millones de hinchas, es el club más grande de México junto con América. La responsabi­lidad era enorme, pudimos responder.

–¿No era éste el momento de dar un salto a Europa? Alavés y otros clubes de España estuvieron interesado­s en contratart­e.

–Por respeto siempre escuché las ofertas que me llegaban y se las transmitía al presidente de Chivas. No estaban dentro de lo que pensaba. En Europa ya estuve como jugador y no entré en cualquier club, fue en el Sevilla. Como entrenador deseo lo mismo. Si se da algún día, bien. No estoy pensando constantem­ente en irme. Me quedan cuatro años de contrato en Chivas, con una cláusula de rescisión para 2018. Si los entrenador­es siempre protestamo­s porque no se cumplen los contratos, no puedo ir en contra de eso. El proyecto de Chivas es muy lindo, grande y ambicioso, va creciendo. Hace ocho meses que manejo todo el fútbol, sus diferentes áreas. La reserva y las inferiores también fueron campeones. Dentro de dos años, Chivas va a tener entre 11 y 15 futbolista­s salidos desde las inferiores. El objetivo es que el club no gaste más dinero en contrataci­ones. Yo estoy bastante enfocado en todo eso. Si en el día de mañana me toca cambiar de club, tiene que ser algo parecido. Quiero avanzar como entrenador, no retroceder.

–Fuera del fútbol, ¿en qué ocupás el tiempo libre en Guadalajar­a?

–La verdad, desde que manejo el fútbol de Chivas desde las categorías más chicas no me queda mucho tiempo. También se juega bastante seguido. Cuando salgo del entrenamie­nto, trato de ir a casa y estar en familia. Y nada más, no me queda tiempo.

–En el mundo River se debate si Gallardo ya está a la altura de Labruna y Ramón Díaz, entre los mejores

técnicos de la historia del club. ¿Vos qué opinás?

–Que sí, los resultados están diciendo que Marcelo ya está entre los entrenador­es históricos, entre los mejores. Consiguió un montón de títulos. Progresiva­mente le fue cambiando la cara a un club que había tocado fondo.

–¿A vos te tocó hacer el trabajo sucio en River?

–Sí, me tocó ese momento, y por suerte salió todo bien. Mi tiempo fue ése y no me quejo.

–Aunque en Chivas no puedas contratar extranjero­s, ¿a qué jugador de este River te llevarías?

–Es difícil decir un nombre… Yo creo que Alario es el jugador más claro que tiene River. Lo que hizo Maidana en todos estos años fue muy bueno, le rindió mucho al club; su experienci­a y humildad fueron un gran aporte. Está entre los mejores.

–La idea de juego de Sampaoli tiene puntos en contacto con la tuya. ¿Te pareció acertada su designació­n para el selecciona­do?

–Si los dirigentes le escucharon el proyecto y están dispuestos a respaldarl­o, creo que está bien elegido. Sampaoli ya demostró que rindió y ganó en otra selección. No tengo dudas de que lo va a hacer bien con la Argentina.

–¿Sobre qué jugadores creés que se debería encarar esta nueva etapa del selecciona­do?

–Eso corre por cuenta de Sampaoli. Si ves la delantera, todos los jugadores están en un nivel máximo en Europa. La selección tiene un potencial enorme ahí. En el medio campo surgieron nuevos talentos y atrás está bien. La Argentina tiene un equipazo. Por ahí el momento no refleja lo importante que es a nivel mundial, pero creo que con tranquilid­ad y sacando adelante el partido con Uruguay, tendremos una selección para darle lucha a cualquiera.

–¿A la Argentina volverías a dirigir algún club?

–Hoy no lo pienso. Quiero cumplir con Chivas y después ver. No me desgasto pensando en el futuro, me dedico al presente.

–¿El selecciona­do en qué lugar de tus objetivos figura?

–Para dirigir a una selección hay que ir quemando etapas y obteniendo cosas importante­s. El tiempo dirá si uno está a la altura o en la mente de alguien para ser tenido en cuenta. Se tiene que dar de una manera natural.

–Con Armando Pérez llegaste a hablar para dirigir a los juveniles.

–Sí, una vez me llamó y me hizo un comentario sobre el Sub 23 y el Sub 20, pero mi presente en Chivas como profesiona­l era mejor que lo que hablé con Pérez.

–¿Seguís jugando al fútbol?

–No, hace un montón que no juego. Se me fueron las ganas. Cuando estaba en la Argentina nos juntábamos con los profe de mi academia y mis amigos de la pesca en Buenos Aires. Jugábamos todos los miércoles. Cuando me fui del país no jugué más. Estoy bien físicament­e, pero ya corrí demasiado. No quiero correr más.

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Almeyda festeja el título de la Liga de México que Chivas no ganaba desde hacía once años

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