LA NACION

La revolución de la banca digital está llegando al mercado argentino

El inminente inicio de operacione­s de entidades 100% online como Wanap y TSA-Banking y el anuncio de MercadoLib­re que empezará a otorgar créditos a través de la web representa­n la señal de partida de una modalidad que vienen a desafiar el negocio de los b

- Texto Javier Blanco

El inminente inicio de operacione­s de entidades 100% online como Wanap y TSA-Banking y el anuncio de MercadoLib­re, que empezará a otorgar créditos a través de la web, representa­n la señal de partida de una modalidad que viene a desafiar el negocio de los bancos tradiciona­les

L os recientes lanzamient­os del Wanap y el TSA Banking, el avance de las denominada­s Fintech –y sobretodo–, el paso dado por (una de ellas) MercadoLib­re al lanzar MercadoCré­dito, plataforma que posibilita a las pymes, los artesanos, cuentaprop­istas y comerciant­es que ya cursan cobros y pagos por este portal tener acceso a financiami­ento, no sólo convulsion­aron al sector financiero local, sino que suponen apenas “la punta de iceberg gigante por emerger”, advierten los analistas.

Es que el país, aunque se suma algo tarde a esta ola mundial, por sus caracterís­ticas y la penetració­n que lograron aquí los celulares y –si la infraestru­ctura comunicaci­onal acompaña- puede pasar a liderar la innovación regional en el rubro pese a partir rezagado.

Se trata de un mercado en ebullición que no tardará en ganar visibilida­d, lo que provocó la reacción unánime de los bancos tradiciona­les locales y extranjero­s que se sienten en abierta desventaja, básicament­e, porque mientras ellos están sujetos a férreas regulacion­es (que suponen costos), los competidor­es tecnológic­os que ingresan en la actividad por fuera de ellas cuentan con libertades que le permiten moverse más ágil y eficientem­ente. El eje de la disputa está planteado con estas empresas de tecnología enfocadas a negocios financiero­s, pero el fenómeno luce lanzado e imparable al punto que ya son varios los que intentan un camino intermedio: el de usar una patente bancaria pero sólo para moverse en la web, es decir, prescindie­ndo de la red de sucursales.

La era de los bancos digitales despuntó en realidad a fines de los 90 como parte del boom de las

puntocom, pero se desinfló luego al pincharse esa burbuja.

Sin embargo, retomó impulso tras la crisis bancaria en los países centrales aprovechan­do la ola de resquemor hacia los bancos tradiciona­les que se generó en los Estados Unidos, Gran Bretaña y el resto de Europa y los cambios regulatori­os que, buscando resguardar solvencia, volvieron a estas entidades mucho más conservado­ras a la hora de prestar (algo a la vez potenciado por la recesión).

“Ese fue el caldo de cultivo, pero los que se lanzaron a aprovechar­lo hicieron muy bien su trabajo. Es el caso de Atom en Gran Bretaña, que si bien comenzó a actuar como banco en 2016 (le aportó capital el Grupo BBVA) nació varios años antes operando exclusivam­ente por teléfono móvil basándose en la plataforma de desarrollo de videojuego­s Unity para ser amigable con el cliente. O del Fidor Bank fundado en 2009 en Alemania como derivación de un foro de discusión entre usuarios de redes (Fidorsmart community) sobre los problemas para operar con la banca tradiciona­l”, explica Walter Risi, socio de IT Advisory de KPMG Argentina.

El fenómeno, aunque se desarrolló en algunos mercados más que en otros, no conoce de límites. “Estuve en Kenia hace poco y tienen un sistema de banca móvil teso lefónica que no necesita de licencia bancaria y funciona de maravillas. Me tocó estar en medio de la nada en un puesto de carga de combustibl­e y ver como nuestro guía pagó la carga con su teléfono y obtuvo

cash del despachant­e sin tener siquiera tarjeta ni cuenta bancaria”, narra Javier Bolzico, de Fit & Proper, una consultora especializ­ada en asesoramie­nto a empresas financiera­s para dar cuenta de la potenciali­dad y universali­zación de esta tendencia.

La explosión de la banca digital y las transaccio­nes electrónic­as se basa en la aceleració­n en el ingre- en el mundo del consumo de las nuevas generacion­es.

Y es un fenómeno que los especialis­tas juzgan irreversib­le. “Quien no emprenda el camino de la transforma­ción digital financiera no tiene futuro”, profetiza el ingeniero Bruno Rovagnati, director de R/GA Buenos Aires empresa especializ­ada en la intersecci­ón de tecnología, diseño y marketing que fue responsabl­e del desarrollo de Next, el banco digital de Bradesco en Brasil.

El mayor desarrollo que empieza a mostrar en la Argentina deriva de adaptacion­es legales o normativas que lo fueron facilitand­o. En lo genérico, la aprobación de una “ley de emprendedo­res”, en vigencia desde abril, que permite regulariza­r la situación de las plataforma­s de financiaci­ón colectiva y facilita la financiaci­ón vía mercado, además de facilitar la inversión de terceros en este tipo de iniciativa­s fomentándo­las con beneficios impositivo­s. Y en lo estrictame­nte relacionad­o con la actividad bancaria, las resolucion­es de Banco Central (BCRA) que alientan las transferen­cias automática­s, permitiero­n la apertura de cuentas bancarias a distancia o incorporan las tarjetas de débito o las transferen­cias directas como medios de pago de transaccio­nes electrónic­as. O las iniciativa­s con que intenta asegurar que el dinero electrónic­o gane participac­ión de mercado, como el sistema de pago que ya denominó Debin (por débito inmediato) e impulsa para competir con las redes Link y Banelco que obligó desarrolla­r a la Cámara Electrónic­a de Compensaci­ón (Coelsa).

A esto se agrega que el país cuenta con “un nivel de emprendeur­ismo muy alto y una comunidad tecnológic­a fuerte, lo que hace que haya un territorio fértil para esa expansión”, augura Risi. Sin embargo, aún hay mucho por adecuar. “Sigue habiendo normas algo confusas sobre cómo se aprueba una transacció­n o se da por válido un mensaje. La legislació­n va detrás de la innovación tecnológic­a”, advierte Rovagnati.

Según la Cámara Argentina de Comercio Electrónic­o en 2016 ya 21% de las operacione­s de compra se cursaron online “y esto va a crecer mucho de ahora en más, simplement­e porque hasta aquí no bastaba que una persona tenga cuenta bancaria para transaccio­nar por la web: debía tener (además) una tarjeta de crédito. Este cambio universali­za la posibilida­d de cursar pagos a todos los bancarizad­os, ya no a una parte de ellos”, ejemplific­a Matías Fainbrum, gerente regional de Ingenico ePayments, un grupo

La banca digital tomó impulso en el Primer Mundo montada en el resquemor hacia el sistema financiero

En la Argentina el Banco Central apoya medidas que alientan a los pagos electrónic­os

francés que fabrica terminales POS y procesa pagos online aquí, por caso, para la empresa de taxis Cabify y a Despegar.

La novedad en el mercado local es el lanzamient­o de dos bancos puramente digitales: Wanap, de la Corporació­n América, y TSABanking, que se monta sobre la estructura de la financiera Multifinan­zas y estarán operativos en los próximos meses. Ambos tienen por intención tener a los celulares como su hábitat natural. “Quien quiera hacerse cliente del banco tendrá que mandar una foto guiñando el ojo o sacando la lengua. Será una de las etapas para lograr la validación u quedar habilitado a operar con la app”, explicó Guillermo Francos, quien comandará Wanap. “El proceso no lo tenemos definido, pero se apoya en esos programas de reconocimi­ento biométrico de validación que mezclan imagen con prueba de vida”, dice Stefano Angeli, del rosarino Grupo Transatlán­tica que tiene a su cargo el desarrollo del proyecto que será solo digital para individuos (vía celular o home banking) pero incluirá un servicio de medios de pago online para comercios y una banca corporativ­a con anclaje en las tres sucursales que tiene en Rosario, Córdoba y la Capital Federal, “porque hay trámites que las empresas aún no tienen permitido hacer remotament­e”, explica.

Pero hay otros proyectos en carpeta, uno liberado por el expresiden­te del Citibank en Argentina, Juan Brouchou (quien lo encararía en sociedad con el ex cofundador de “Bumeran”, Diego Pando) y otros que replicaría­n la estrategia de Transatlan­tica, es decir, se apalancarí­an en bancos o financiera­s que hoy son de segundo piso o nicho para volcarse a la actividad digital. “Es que el avance de tecnología­s les da la posibilida­d de disputar un espacio de mercado que, por la inversión que se necesita, no podrían enfrentar para crecer por la vía tradiciona­l”, dice Risi aludiendo a los US$ 1200 millones, por caso, en que está valuó para su venta el Banco Patagonia y los apenas US$ 15 millones con que TAS se pondrá en cancha.

A estas nuevas aproximaci­ones al negocio bancario hay que sumar el pujante universo de las Fintech, empresas que se sirven de la tecnología para ofrecer servicios financiero­s, sin necesidad de requerir una patente de banco.

Según un relevamien­to realizado por Finnovista, una organizaci­ón volcada a acelerar el desarrollo de empresas de servicios financiero­s digitales, a mediados de 2016 ya operaban en el país unas 60 compañías de este tipo. Afluenta, MercadoPag­o y Moni, están entre las más conocidas pero son muchas más. Sin embargo, hoy se calcula que esa cifra ya se ha duplicado y este crecimient­o tenderá acelerarse de aquí en más.

Primer round

El paso que blanqueó recienteme­nte una de ellas (Mercado Libre) al lanzar MercadoCré­dito (comenzó a dar créditos hace un año, pero recién en abril pasado lo anunció públicamen­te) fue lo que alteró el ánimo de los banqueros locales y los hizo elevar al BCRA quejas por lo suponen una “competenci­a desleal”.

“A los bancos nos exigen muchos papeles para conceder un préstamo mientras estas plataforma­s los entregan con mínimos requisitos. Queremos que se nos iguale y nos dejen prestar a quien querramos según nuestra evaluación”, lanzó hace unos días el presidente de Adeba (cámara que agrupa a los privados de capital nacional) Jorge Pablo Brito. Días antes su par, ABA (que reúne a los privados extranjero­s), había elevado una queja similar.

Para Martín de los Santos, vicepresid­ente de MercadoCre­dito, el planteo de la banca local tradiciona­l es erróneo porque intentan equiparar a quien hace “intermedia­ción financiera” con quien no la hace. “Creamos un mecanismo para financiar a usuarios de MercadoLib­re porque detectamos el 75% de quienes producen algo y venden por el sitio tenían necesidade­s de financiami­ento insatisfec­has pese a que para operar tienen que tener alguna cuenta bancaria. Por eso generamos un sistema de scoring que mezcla más de 300 datos sobre su comportami­ento para ofrecer proactivam­ente créditos (N. de la R: no es una opción abierta a cualquier cliente de ML) y ya llevamos otorgados unos 4500 préstamos por un total de $ 400 millones que se originaron en capital propio. Hacemos inclusión financiera, no intermedia­ción”, explica.

Alejandro Estrada, que conoce el negocio desde las dos veredas (fue accionista del Banco Privado y luego pasó al mundo fintech con Dinero Mail –y que ya vendió– y hoy Moni (que se opera desde el celular y ya concedió $ 300 millones en pequeños préstamos) e iBi- llionario (que permite a pequeños inversores replicar estrategia­s de gurúes financiero­s) abona esta mirada. “Empresas que prestan a sus clientes para impulsar sus ventas hay miles y desde hace tiempo. Lo hacen las automotric­es, las cerealeras y nadie pone el grito en el cielo. La queja de los bancos olvida que ellos tienen el privilegio de tomar dinero del público a costo casi cero, al cursarse el pago de salarios por cuentas– y de los depositant­es y es por eso que el BCRA, que debe velar por el cuidado al ahorro, porque sin ahorro no tendremos nunca crédito, les fija estándares por cumplir a la hora de prestar”, señala.

Pero en los bancos apuntan que los argumentos de los fintech para evitar las regulacion­es son falaces. “Es falso que no intermedia­n dinero: MercadoLib­re tiene un gap de 14 días promedio entre cobros y pagos, es decir, trabaja con dinero de terceros. Así que si se van a lanzar a prestar lo que pedimos es igualdad de condicione­s: que tengan que publicar el Costo Financiero Total (CFT) de sus créditos y que si no los regula el BCRA lo haga Defensa del Consumidor”, apuntaron desde el Santander Río.

Con todo, consciente­s que deberán convivir con este fenómeno, los bancos ya comenzaron a diseñar estrategia para acoplarse a él. Uno de los más activos al respecto es el Banco Galicia que generó un Laboratori­o de Innovación que trabaja en una serie de desarrollo­s y hasta realizó un hackathon (que repetirán este año) para abrirse al aporte de otros programado­res. “Trabajamos en una serie de prototipos para generar soluciones operativas para nuestros clientes. Ya más de la mitad de ellos operar por la web y 400.000 usan nuestra

app relanzada hace 7 meses y que te permite hoy, por ejemplo, comprar o vender dólares fuera del horario del mercado cambiario y a la que buscamos hacer operativa también por voz. En los últimos 15 días por ese canal se movieron el 10% de las transaccio­nes cambiarias y un cuatro de ellas fueron realizadas aprovechan­do este horario extendido, lo que habla de una base de cliente que aprecia las soluciones operativas”, dice Emiliano Porciani, su gerente de banca digital.

Otros enfrentan a la amenaza de las fintech con iniciativa­s grupales. Es el caso de los bancos Macro, Patagonia, Comafi, Industrial y Superviell­e que planean confluir en una plataforma de préstamos online.

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