Las violentas protestas obligaron a Melania a cancelar su agenda
Por las manifestaciones, la primera dama quedó bloqueada en la residencia donde se aloja
HAMBURGO (De un enviado especial).– No fue el “infierno” prometido, pero se le pareció bastante. Un estallido de violencia callejera sin precedente en Alemania desafió el operativo de 20.000 policías dispuesto por el gobierno de Angela Merkel para proteger a los líderes que asisten a la cumbre del G-20 en esta ciudad del norte alemán.
El nivel de desborde ante las protestas antiglobalización que incendiaron Hamburgo se hizo evidente ayer por la mañana cuando Melania Trump, la esposa del presidente de Estados Unidos, quedó encerrada en la residencia oficial donde se aloja porque los jefes del dispositivo no podían garantizar su seguridad.
Un grupo de manifestantes había conseguido bloquear la salida del edificio, en una zona reservada, a orillas del lago Alster. La primera dama esperó y esperó.
Finalmente debió cancelar su participación en el programa organizado para las parejas de los presidentes. Sólo por la tarde consiguió las garantías para retomar su agenda.
“Acompaño en el sentimiento a los que fueron heridos. Espero que todos estén a salvo”, escribió en Twitter mientras estaba atrapada. El resto de los “consortes” también se vio afectado: la organización decidió suspender una visita programada a un centro de investigación climática y reemplazarla por una charla con expertos en un hotel en una zona lo suficientemente blindada. Guerrilla urbana
Los antisistema lanzaron una suerte de guerra de guerrillas sobre las zonas de exclusión que delimitó la policía en las inmediaciones de los edificios donde se mueven los políticos.
Desde el jueves no cesan los choques con la policía, que reprimió con gases lacrimógenos y cañones de agua. Hay más marchas convocadas para hoy.
Hasta anoche se contaban 11 heridos graves entre los manifestantes, en su mayoría producto del derrumbe de una valla que escalaban en su intento de escapar de una carga policial. Entre las fuerzas de seguridad se reportaron un total de 159 heridos leves.
La jefatura de policía de Hamburgo admitió su impotencia al pedir “todos los refuerzos posibles” al gobierno federal para hacer frente a la amenaza de los radicales que organizaron las jornadas de protesta bautizadas “Bienvenidos al infierno”.
Pese a que regía un área de exclusión de 38 kilómetros alrededor del escenario de la cumbre, los grupos antisistema lanzaron una ofensiva para bloquear calles donde debían pasar los presidentes y boicotear el servicio de transporte público de la ciudad.
Los focos de violencia se reprodujeron sin control mientras los presidentes se encerraban para deliberar sobre el futuro de la economía global.
Hubo coches incendiados y ataques contra comisarías. Un ulular incesante de sirenas se convirtió en la banda sonora de Hamburgo. La jefatura de policía lo definió como “un ataque masivo y coordinado por grupos de extremistas”.
En tanto, unidades de la policía naval interceptaron a 22 buzos del grupo de presión ambiental Greenpeace, que trataban de llegar a la sala de conciertos Elbphilharmonie, donde los líderes asistieron anoche a una gala musical.
La canciller Angela Merkel se refirió a ellos al finalizar el primer día de sesiones: “Puedo comprender totalmente las manifestaciones pacíficas, pero las protestas violentas ponen en riesgo a la gente y eso es inaceptable”.
La jefa del gobierno alemán, en campaña por la reelección, vivió una guerra de nervios. Pulseaba puertas adentro con el presidente norteamericano, Donald Trump, mientras rogaba que afuera los incidentes no terminaran en una tragedia.
Hasta anoche había 11 heridos graves entre los manifestantes, en su mayoría producto del derrumbe de una valla que escalaban para huir de la policía