LA NACION

Vargas Llosa se confiesa sobre Gabo

revelación. Contó su amistad y su distancia con el autor colombiano

- Javier Rodríguez Marcos

MADRiD.– 1967 no es sólo el año en que se publicó Cien años de soledad, también es el año en que Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa se conocieron personalme­nte en Caracas con motivo de la entrega al segundo del premio Rómulo Gallegos por La casa verde. La Cátedra Vargas Llosa ha organizado esta semana un curso dentro de la programaci­ón de verano de la Universida­d Complutens­e en El Escorial para celebrar lo primero, pero resulta imposible olvidar lo segundo dado el peso literario de ambos escritores y, sobre todo, dada su ruptura en 1976 tras años de amistad, vecindad y complicida­d.

Vargas Llosa no sólo es el titular de la cátedra que organiza el curso, sino el autor de Historia de un deicidio, en palabras de Gerard Martin, biógrafo de García Márquez, “uno de los homenajes más generosos y notables de la historia de la literatura que un gran escritor haya dedicado nunca a otro”. Vargas Llosa tenía, pues, toda la autoridad del mundo para hablar de su colega y con esa autoridad lo hizo. Empezó retratando a García Márquez –al que sólo llamó Gabo– como alguien tan tímido y huraño en público como locuaz y divertido en privado.

No tardó en aparecer en la conversaci­ón el acontecimi­ento político que despertó “la curiosidad del mundo por América latina y, de paso, por su literatura”, y que con el tiempo se convertirí­a en un muro entre ambos: Cuba. “Yo era muy entusiasta de la revolución; García Márquez, muy poco. Siempre fue discreto al respecto, pero él ya había sido purgado por el Partido Comunista cuando trabajaba en Prensa Latina junto a su amigo Plinio Apuleyo.” ¿Qué pasó para que aquel discreto descreído terminara haciéndose fotos con Fidel Castro? “No lo sé”, respondió. “Creo que tenía un sentido práctico de la vida y sabía que era mejor estar con Cuba que contra Cuba. Así se libró del baño de mugre que cayó sobre los que fuimos críticos con la evolución de la revolución hacia el comunismo desde sus primeras posiciones, que eran más socialista­s y liberales.”

Una hora después de comenzada la entrevista, llegó una de las preguntas más esperadas: “¿Volvieron a verse?” “No”, respondió el entrevista­do con una sonrisa entera.

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