Al sistema alemán campeón se le filtró Jonas Hector
La obtención de la Copa Confederaciones renovó las odas publicadas en 2014 a la estructura alemana de detección, desarrollo y consolidación de futbolistas. Sin discutir el trabajo iniciado en 2002, que ya alcanzó 366 centros de tecnificación, de donde surgieron nueve de los recientes campeones y en los cuales cada asistente cuenta con un tutor futbolístico, que establece un entrenamiento personalizado por semana, hay situaciones que son imposibles de planificar por más orden y rigurosidad que haya en el proyecto.
A veces, la suerte de que los talentos no se superpongan y broten en diferentes sectores de la cancha cumple un papel fundamental para la constitución de los grandes equipos. Por ejemplo, la Generación Dorada del básquetbol argentino, más allá de un origen común en la Liga Nacional y de valores e historias comunes de los protagonistas, tuvo un sustento vital en la aparición de figuras en cada uno de los puestos.
El fútbol alemán estuvo preocupado durante mucho tiempo por el lateral izquierdo. El último dueño sobresaliente de esa banda, tras la huella dejada por Paul Breitner, fue Andreas Brehme, el zurdo de certera pegada, autor con el pie derecho del penal decisivo en la final de Italia 90, y declarado en bancarrota en 2014.
Salvo el versátil e inolvidable Philipp Lahm, que ocupó dicho lugar en el Mundial 2006 y cada vez que la coyuntura lo demandó, no hubo nombres rutilantes. Christian Ziege, Jörg Heinrich, Marco Bode, Marcel Schäfer y Marcel Jansen desfilaron a partir de 1994, sin convertirse en referentes indiscutibles.
En Sudáfrica 2010 la posición fue cubierta por centrales naturales. Arrancó Holger Badstuber y terminó Jérôme Boateng. Y corresponde recordar que el vencedor en Brasil 2014 le confió ese andarivel al diestro zaguero del Schalke 04, Benedikt Höwedes, porque las pruebas a las que se sometió a Dennis Aogo, Sorg y Schmelzer no dieron los resultados deseados. Una Bundesliga importadora dificultó la búsqueda. La mayoría de los destacados en el pasado cercano han sido extranjeros: Alaba (Austria), Bernat (España), Ricardo Rodríguez (Suiza, vendido al Milan por 18m euros), Wendt (Suecia), Kolasinac (Bosnia), Wendell (Brasil)…
Por fortuna para Alemania, aquello que la organización no generó lo maquilló Jonas Hector. Un “antisistema”, de 27 años, que no pasó por ningún centro formativo nacional ni por la academia de un club profesional. Un personaje que, a diferencia de sus colegas enamorados de exhibirse en las redes sociales, no dispone de cuentas de Twitter e Instagram ni página de Facebook.
El jugador de más bajo perfil, y de mayor cantidad de minutos con la camiseta de la Mannschaft en el último par de temporadas, resume los valores que condujeron a los germanos a saborear el aperitivo mundialista disputado en Rusia. Cumplidor, fiable, resistente, con criterioso manejo del balón y claridad conceptual.
Hector, pretendido por Liverpool y PSG, luego de resistirse durante largo rato a abandonar a sus amigos del SV Auersmacher de la quinta división, llegó al Sub 21 del FC Colonia en 2010, con una edad que muchos consideran demasiado tardía para empezar una carrera exitosa. Sin embargo, dos años después lo promovieron al plantel superior de un conjunto que en 2014 ascendió a la máxima categoría.
Desde entonces para los fanáticos del primer ganador histórico de la Bundesliga (1964) se convirtió en “Mister Confianza”. También para el seleccionador Joachim Löw. Y gracias a este estudiante de Economía, que en definitiva es la excepción que confirma la regla, el alabado sistema alemán no ofrece huecos.