LA NACION

Los dilemas de Del Potro

- Sebastián Torok Sebastián Torok

LONDRES.– La mente, en el tenis, es el combustibl­e. Estar motivado mueve montañas. Estar desanimado –o “quemado”, como se dice en los courts– tiene un gran efecto negativo. ¿Cómo está Juan Martín del Potro? Luce amortiguad­o, sin pimienta, falto de entrenamie­nto. Su discurso es austero, como lo ha sido siempre. Pero pareciera que el enorme desgaste realizado en 2016 –con mucha gloria, por cierto– lo deshidrató. En este momento, en su cabeza debe tener varios interrogan­tes. Ocurre que para un gran campeón como el tandilense no es nada sencillo perder frente a rivales inferiores o, prácticame­nte, no tener chances frente a los top, a los mismos top que hasta no hace mucho les metía miedo. Ello no está en su esencia, en su hoja de ruta.

Sólo un necio –o un mal intenciona­do– podría dudar de sus virtudes. Del Potro es un crack; es el mejor tenista que ha dado la Argentina después de Guillermo vilas. Pero aquí la cuestión es emocional. ¿Estará Del Potro con ganas de volver a hacer el esfuerzo que se necesita para posicionar­se entre los top? O, cerca de cumplir los 29 años y tras haber sufrido grandes pesadillas tras cuatro cirugías de muñeca, ¿estará pensando en disfrutar, en relajarse?

Gabriela Sabatini fue prudente para trazar una proyección futura de Del Potro. En ‘El milagro Del Potro’, reciente libro publicado por Ediciones B, la mejor tenista argentina de la historia dice: “Algunos me preguntan qué habría pasado en la cima del tenis si Juan Martín no hubiese tenido tantas lesiones. No lo sé. Lo psicológic­o y las presiones juegan mucho. Hay que ver qué pasó por su cabeza cuando estaba ahí arriba. No es lo mismo estar entre los primeros diez que entre los tres mejores y saber que podés llegar a ser número 1. Es un pasito más, pero en la súper excelencia. El tema es si él quiere dar algún paso más...”.

Franco Davin, el entrenador que trabajó con Del Potro durante ocho años y sacó lo mejor de él, le acaba de decir a en Roland Garros: la nacion “Estoy convencido de que puede volver. ¿De qué depende? De él, pero no es decir quiero o no quiero. Depende de un par de decisiones que tiene que tomar de vida...”.

Del Potro se marchó de Wimbledon con un sabor amargo. Está sólo en él intentar volver a endulzar su carrera. Condicione­s, le sobran.

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