Sordidez y brutalidad en un lenguaje tan bello como poético
★★★★ muy buena. libro: Pierre Philippe. música: Ástor Piazzolla. traducción: Jorge Fondebrider. adaptación: Lombardero, Fondebrider, Fernández. intérprete: Guillermo Fernández. bailarines: Florencia Segura, Manuco Firmani. coreografía: Ignacio González Cano. sonido: Leo Leverone. luces: Horacio Efrón. escenografía: Noelia Svoboda. vestuario: Luciana Gutman. arreglos musicales: Leonardo Sánchez, Cristian Zárate. asistencia de dirección: Tamara Gutiérrez, Sofía Palomino, Michelle Krymer. músicos: Pablo Agri, Nicolás Enrich, Esteban Falabella, Roberto Tormo, José Luis Colzani, Cristian Zárate. funciones: Hoy, a las 19 (última). sala: Teatro de la Ribera, Pedro de Mendoza 1875 (La Boca). duración: 80 minutos.
La historia de esta obra de teatro musical data de principios de los años 80, en Francia, y se conoció en la argentina, en 1994, cuando jairo la representó en la sala casacuberta, del Teatro San Martín. Hoy el complejo Teatral de buenos aires vuelve a recuperar ese trabajo del francés pierre philippe y de ástor piazzolla para ser representando en una atmósfera que le sienta muy bien: la del Teatro de la ribera, en la boca.
Se trata de una pieza atípica cuya dramaturgia tiene como guía su partitura, pero está estructurada en relatos cantados y hablados, tan descriptivos como íntimos. Crimen pasional es una obra tan compleja como cautivante. el eje de la acción es la figura de eugen Weidmann, un célebre asesino serial que fue artífice de una sucesión brutal de crímenes en los años previos a la Segunda Guerra Mundial, en Francia. cínico, maquiavélico y violento, fue un as de los secuestros extorsivos seguidos de muerte. considerado “el dandy asesino”, fue apresado en diciembre de 1937 y guillotinado en junio de 1939, en la entrada de la cárcel de Versalles. el morbo generado entre los curiosos y periodistas decretó que esa fuera la última condena a muerte por la guillotina.
Su traductor y adaptador, jorge Fondebrider, advierte en el programa de mano que no debe confundirse esta historia con la realidad argentina, en la que se mata a una mujer cada 30 horas y recuerda que en los 43 primeros días de este año se cometió un total de 57 femicidios. es en la violencia de género dónde está anclada esta nueva lectura de la obra.
la puesta de Marcelo lombardero otorga contundencia al texto, a través de imágenes poéticas trazadas a través de una bella sociedad creativa entre escenografía, vestuario, luces y video. Su mirada de regisseur dota de un permanente preciosismo a la propuesta. Trabaja en diferentes niveles escénicos y parte el espacio en viñetas muy cercanas al lenguaje cinematográfico. la sordidez de la escenografía diseñada por noelia Svoboda se expresa como el marco perfecto para este poético sádico. en tanto las imágenes proyectadas fortifican el efecto y el sentido. lombardero maniobra la imagen con maestría a través de la acción dramática. es sorprendente la sensación de vacío e impotencia durante la silenciosa escena de la tortura; o el sacudón emocional que provoca esa pared que avanza y grita en uno de los instantes de mayor dramatismo.
pero el alma de esta obra es Guillermo Fernández. no sólo posee una voz prodigiosa capaz de surfear tonalidades complicadas sino que es el intérprete adecuado para encarnar a este intrincado ser. el trabajo que le tocó en suerte es complejo. relatos musicales extensos y un personaje tan seductor como espeluznante. de psicología retorcida desde su juventud, Weidmann irá desplegando, de a poco, su poética asesina. Tiene una unívoca sed de sangre, sexo y erotismo. “la máquina de sufrir”, es decir, las mujeres, lo perturbarán hasta que los instintos más bajos y atroces salgan de su cuerpo para comenzar una danza de muerte y salvajismo. Fernández pasa por todos los estados necesarios para hacer viva y creíble a su criatura logrando momentos de intensidad dramática extrema en “Grito” o en el perturbador cuadro de “llanto-canto”. uno siente primero que está espiando la intimidad de este ser para luego pedalear des enfrenta da mente en el interior de su intelecto. eso lo logra un artista inmenso como Guillermo Fernández. Él se desdobla en baile a través del cuerpo del bailarín Manuco Firmani, un excelente recurso para retratar la violencia de lo dicho a través de la imagen. estupenda, dramática y trágica coreografía diseñada en forma brillante por ignacio González cano, que de puesta en escena sabe y mucho. Y aquí cabe mencionar el trabajo interpretativo y físico de Florencia Segura, como la víctima que son muchas víctimas. puede pasar con total maestría de la inmovilidad al grito o a la huida frenética. Mucho más que una excelente bailarina.
Si algo podría objetarse a esta sensible puesta de lombardero es el abuso de las escenas en la mitad posterior del enorme escenario y tal vez la escasez de acciones marcadas al protagonista.
la partitura de ástor piazzolla es muy diferente de lo que más se conoce de él. extensas canciones, un acompañamiento dramatúrgico en los momentos de texto hablado y algunas variaciones muy cercanas al estilo de cabaret alemán dialéctico que tan bien cultivaron Kurt Weill y paul dessau. el sexteto conducido por cristian Zárate se vuelve esencial para interpretarla.
es destacable que una obra de semejante envergadura como Crimen pasional se recupere en el bello Teatro de la ribera (corresponde mencionar el impecable diseño de sonido de leo leverone). lástima que la temporada sea tan corta. Sólo resta esperar una reposición para que más espectadores tengan al posibilidad de ver este gran musical.