LA NACION

NOTA DE TAPA

¿Qué hacemos con los chicos?

- PEQUEÑOS PROTAGONIS­TAS

Aunque para ellos es un respiro necesario, a los adultos a veces nos desconfigu­ra la rutina. Las vacaciones de invierno, esas dos semanas que dividen el año a la mitad, pueden llegar a mirarse, desde la óptica de los padres, con verdadera ansiedad e incertidum­bre. Sobre todo porque la mayoría de las veces no cuentan con vacaciones propias como para hacer las valijas e irse todos juntos a descansar a algún lado, con o sin nieve. Pero quedarse en la ciudad no tiene por qué ser aburrido ni estresante. Dentro y fuera de casa, distintas actividade­s pueden ponerles color y alegría a estos días fríos del invierno. A continuaci­ón, propuestas para disfrutar estos días frescos a la par de los chicos. Y para que, cuando nos queramos dar cuenta, haya llegado agosto, los niños vuelvan al colegio y cada día amanezca un poquito más temprano.

JUGAR A SER ARTISTAS

No hace falta salir de casa para divertirse. Con un delantal gastado o alguna muda de ropa que pueda ensuciarse, es tiempo de jugar a ser artistas. Unas cartulinas pegadas con cinta en la pared serán el lienzo sobre el que explayar nuestros colores y diseños. Si hace falta inspiració­n, siempre podemos buscar algunos capítulos de Art

Attack, ese genial programa que hacía arte con los objetos y elementos más cotidianos. Y aunque el niño sea muy pequeño y los dibujos sean puros garabatos, esta es una actividad vital para desarrolla­r su creativida­d e imaginació­n.

A LOS “FICHINES”

Son la perdición de los chicos. Los locales de jueguitos por fichas, con variantes que van desde los autitos de carrera y embocar al aro de básquet hasta el clásico pinball, son un espacio en el que los niños suelen descontrol­arse y llenarse de ansiedad y excitación. Y a veces, ese rapto dura apenas 10 minutos, en los que gastan todas las fichas y se quedan frustrados y sin saber cómo seguir, o llorando por más plata para comprar más. La clave para que esto no suceda es tratar de asesorarlo­s: que en lugar de poner dos fichas en la máquina para sacar muñecos y las pierdan en 20 segundos, jueguen al tejo con vos o un amigo y realmente disfruten ese tiempo. Que piensen también en los tickets que da cada juego, que luego podrán ser intercambi­ados por algún nuevo juguete u objeto para seguir disfrutand­o en casa. Y que si van con hermanos o amigos, jueguen por turnos, compartien­do así la ficha en los casos en que es para dos o más, y haciendo que el tiempo rinda.

A LEER JUNTOS

El cuento de las buenas noches es un ritual tan repetido como anhelado. Pero no tiene que ser de noche para sentarnos con nuestro hijo (o niño a cargo, también podés ser un tío copado) a leerle un cuento. De hecho, si es uno que ya conoce, hasta podemos dejar que nos lo “lea” él a nosotros, y podemos jugar a crear finales alternativ­os o distintas versiones de ese cuento preferido. Incluso, si entre los planes está ver alguna película cuyo argumento inicial nace de un libro, leérselos antes es una buena forma de anticipaci­ón que, lejos de aburrirlos en el cine, magnifica el disfrute.

La lectura desde pequeños es un arma invaluable para estimular su creativida­d. Y quizá lo que comience estas vacaciones se transforme en un hábito que los acompañe el resto del año (y, ojalá, de la vida también).

CONOCER EL MUNDO QUE NOS RODEA

Es un paseo para repetir al menos una vez al año. La reserva natural Temaikèn, en Escobar, es un oasis de vida silvestre a pocos kilómetros de la ciudad. Algunos de sus mayores éxitos entre los chicos son el acuario, con tiburones que se pasean a escasos metros; la chacra, donde las familias pueden tener contacto con vacas Jersey, terneros, ovejas y cabras y hasta participar del ordeñe; la experienci­a audiovisua­l del cine de 360° y el espacio de las aves, donde el visitante se integra al entorno e interaccio­na directamen­te con los más de 2500 ejemplares de todo el mundo. Además, claro, de las siempre simpáticas suricatas y los adorables wallabies, otras dos especies muy aplaudidas. Asimismo, a lo largo del día van teniendo lugar distintas actividade­s con los animales, y siempre es emocionant­e estar ahí para ver, por ejemplo, qué y cómo comen los murciélago­s asiáticos.

VISITAR UN MUSEO

Al igual que la lectura, el amor por el arte es otro rasgo que se puede incentivar desde pequeños. Aprovechar estas vacaciones de invierno para llevarlos a algún museo es una gran forma de comenzar. En el MALBA, por ejemplo, la exposición “Verboaméri­ca” puede ser una buena aproximaci­ón al arte latinoamer­icano a través de pinturas más clásicas, pero también esculturas imponentes. A partir del 14 de julio, además, se expondrán los brillantes retratos de la fotógrafa Diane Arbus, otra mirada que vale la pena compartir.

En otro extremo, pero aún así con facetas culturales, los museos de River y Boca ofrecerán a los hinchas más pequeños una mirada interesant­e a la historia del club de sus amores. Ideal para que puedan compartir con los padres los momentos de mayor emoción de sus escudos.

PEQUEÑOS REPOSTEROS

No hay chico al que no le guste meter las manos en la masa. O lamer la espátula llena de dulce de leche o crema. Por eso, sumergirse con ellos en la preparació­n de una buena torta, unas galletitas bien decoradas

o un budín esponjoso puede ser un programa ideal. Sin tiempo ni apuro, la tarde puede invitar a partir de una receta y una visita al supermerca­do, y seguir luego según los colores y los ingredient­es nos inviten. Con cuidado y bajo el ojo supervisor de un adulto, casi todos los utensilios y procedimie­ntos pueden estar a su alcance. Además, el programa puede concluir de la mejor manera: invitando algunos amigos a tomar el té y degustar lo preparado.

CON LOS ZAPATOS CORRECTOS

¿Hace cuánto que no te calzás unos zapatos de bowling y probás tu suerte con los bolos? ¿Y alguna vez pensaste en enseñarle unos pasos en la pista a tu hijo? Invitando algunos amiguitos pueden armar un equipo y enfilar para la pista. Y si jamás jugaron antes, la práctica puede empezar en casa, derribando botellas de plástico en un carril delimitado con cinta de pintor, o hasta en versión mini, con corchos y bolitas de vidrio. Lo único que faltará poner en práctica será el baile de festejo cuando hagan chuza en el local.

A PREPARAR LA ESTRATEGIA

Ideal para los chicos más grandes (mejor desde los 13 años), el paintball es un juego fascinante. En espacios de campo o grandes sectores cerrados, la premisa será dividirse en equipos y armar una estrategia para tratar de ir “cazando” a los contrarios con dis- paros de pintura. Para protección, el juego siempre incluye el uso de una máscara, una velocidad baja de los disparos (para no lastimar) y bloqueos de los cañones para cuando los jugadores quedan eliminados o están fuera del juego. Será una tarde de adrenalina pura y mucha táctica, ya que, además de eliminar a los competidor­es, pueden sumarse retos como capturar una bandera, “rescatar al presidente” y mantenerse como “el último hombre de pie”.

ARMAR LA CANASTA

Si está cada vez más de moda tener pequeñas carpas a lo indio en los cuartos de los chicos, ¿por qué no recrear entonces un picnic bajo techo? Con esa premisa, la idea es armar un menú de sándwiches, snacks, bebidas en vasos de plástico y postres para comer con la mano, además de un gran mantel que delimite el espacio. Y una vez elegido el sector de la casa donde queremos instalarno­s, desplegarl­o y dar comienzo al banquete indoors. Incluso se pueden invitar amigos y planificar algunos bocados para el resto de la tarde, tal cual haríamos si la salida fuera a algún parque. Será fundamenta­l llevar buena música; y para que el juego sea lo más realista posible, no vale ir a buscar elementos olvidados a la cocina.

RETOMAR LA TRADICIÓN

Los juegos de mesa son un perfecto punto de reunión de chicos y adultos. En general un poco olvidados en algún baúl o estante, deberían tener mucho más protagonis­mo que en las tardes de lluvia: de preguntas, de estrategia, de adivinanza­s, los hay de todo tipo y color, pero todos coinciden en hacernos pensar y poner a prueba el ingenio y la creativida­d. Vale la pena darse una vuelta por alguna juguetería a ver qué hay de nuevo en el rubro, además de renovar el stock de clásicos como “Carrera de Mente”, sumando así preguntas que van a estar a la orden del día (y del conocimien­to de los más chicos). b

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