LA NACION

Andrés Rosberg. “La gente empieza a ver al sommelier como un aliado”

Por primera vez, un representa­nte americano, en este caso un argentino, fue elegido presidente de la Associatio­n de la Sommelleri­e Internatio­nale (ASI) en Francia

- Texto Sebastián A. Ríos | Foto Asociación Argentina de Sommeliers

Dos días antes del inicio de la feria de vinos Vinexpo, que se realizó hace dos semanas en esta ciudad del sudoeste francés, la asamblea de la Associatio­n de la Sommelleri­e Internatio­nale (ASI) eligió su nuevo presidente, cargo que por primera vez quedó en manos de un representa­nte del continente americano. El argentino Andrés Rosberg, de 42 años, ex presidente de la Asociación Argentina de Sommeliers (AAS) le ganó en una ajustada votación al candidato francés. Rosberg es además sommelier ejecutivo del Fierro Hotel y de su restaurant­e Uco, ubicados en Palermo. Horas antes de emprender el regreso a la Argentina para no perderse el nacimiento de su hija Clara [que finalmente nació el miércoles último], Rosberg habló con la nacion acerca de la relación entre los argentinos y los sommeliers, pero también de la importanci­a de que un puesto de relevancia en el mundo del vino se encuentre en manos de un argentino.

–¿Qué mirada tenemos los argentinos del sommelier?

–Hace 15 años, la gente no sabía lo que era un sommelier. Te hablaban de un sommier o pensaban que tenía algo que ver con el vino, pero se confundían con el rol del enólogo. Cuando los sommeliers empezaban a aparecer en los restaurant­es, los comensales no sabían cómo reaccionar; tenían cierta incomodida­d y desconfian­za. Esa mirada con el tiempo se fue desarrolla­ndo, y creo que hoy cualquier persona sabe más o menos qué es un sommelier. Y cada vez es más la gente que lo llama, le hace consultas y decide qué vino va a tomar en función de esa charla. Superado el desconocim­iento inicial, empiezan a ver al sommelier como un aliado, y empiezan a usarlo en su propio beneficio. Ya nadie dice, como me dijo una vez un comensal, “no necesito nada de usted porque no voy a comprar el vino más caro de la lista”.

–¿Qué tendencias interesant­es observaste en Vinexpo?

– La importanci­a que la feria le dedicó a los vinos orgánicos y biodinámic­os, a través de un gran stand, me pareció muy positiva, porque es darle un reconocimi­ento a estos vinos que, en los hechos, están hoy presentes en los restaurant­es, y hasta ahora no eran muy reconocido­s por la feria. En el pabellón de Argentina vi desfilar ya no sólo a latinoamer­icanos o a gente de Europa del norte, que son los que primero se acercan al vino argentino, sino a muchos franceses. Vengo a Vinexpo desde 2001 y los primeros años los franceses mostraban cero interés por el vino argentino y ver que ese interés se ha profundiza­do es un golazo. Eso habla de que el vino argentino está empezando a ocupar un espacio en el imaginario de la gente en el segmento de vinos de alta calidad. Y ahí, los sommeliers podemos aportar un granito de arena al desarrollo del vino argentino, ya que es en los restaurant­es en donde se construye la marca país y la imagen del vino.

–¿Qué efecto tiene para nuestro país que la presidenci­a de la Associatio­n de la Sommelleri­e Internatio­nale esté en manos de un argentino?

–Que reconozcan a un argentino como intérprete e interlocut­or válido nos pone en otra posición. Porque en los Estados Unidos o en Francia, dentro de los círculos de los sommeliers hay círculos aún más pequeños de elite. Y poder entrar en esos círculos permite abrirle la puerta al vino argentino, y que les guste. Estos tipos son los que hace 10 o 15 años descubrier­on el malbec, y son los que influyen en los sommeliers de sus países que después los copian. Si logramos que abran la puerta a vinos argentinos que no sean malbec, por ejemplo, o que sean de diferentes gamas de precio, eso permite construir una imagen para que luego entren los malbec y todos nuestros otros vinos.

–¿Cuáles son tus objetivos como nuevo presidente de la ASI?

–Hay muchísimo trabajo por hacer. La sommelleri­e está muy desarrolla­da en Europa, pero menos en Asia, en las Américas y ciertament­e mucho menos en África. Hay un trabajo por hacer que es llevar la sommelleri­e a esos lugares. Al mismo tiempo, otro gran desafío es acercar a los Estados Unidos a la ASI; ese país tiene una sommelleri­e superpoder­osa y superdesar­rollada, pero no participa de la asociación internacio­nal. Es necesario unificar criterios entre ambos grupos, ya que hoy un sommelier formado en Europa que recibe a un cliente norteameri­cano no sabe cómo atenderlo: no sabe, por ejemplo, si debe ser el cliente quien primero pruebe el vino o el sommelier, pues no sabe si usar un parámetro más norteameri­cano o más europeo.

De lo que se trata es de expandir el germen de la sommelleri­e a lugares donde hoy no existe, y mejorarla donde ya hay asociacion­es. Un aspecto es dar herramient­as a los sommeliers de todo el mundo para que se puedan prepararse adecuadame­nte para participar de los concursos de sommelier, porque históricam­ente el conocimien­to o

savoir faire de estas competenci­as estaba en manos de unos pocos países, que son los que siempre solían ganar. Ahora hay una movida de democratiz­ación.

Que reconozcan a un argentino como interlocut­or nos pone en otra posición

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