LA NACION

Luis Felipe Noé. Una mirada hacia 60 años con la pintura

En el Bellas Artes, el artista inaugura una gran retrospect­iva; a pedido de la nacion, eligió una obra por década

- María Paula Zacharías

A Luis Felipe “Yuyo” Noé se lo ve feliz. Recorre apurado y sonriente el montaje de Noé. Mirada prospectiv­a en el Museo Nacional de Bellas Artes, la muestra que inaugura este martes y recorre sus 60 años con la pintura. Aclara que fueron más, y que seguirá sumando millas. “Uno no envejece al cuete... bueno, algunos sí, otro no. Yo estoy muy contento de estar en una etapa muy productiva a mis 84 años. Estoy activo y creo que en una muy buena época. No me voy a comparar con ellos, pero hay ejemplos de artistas que lo mejor que hicieron fue de viejos: Tiziano, Monet, Matisse, Hokusai. Para la valoración definitiva de los artistas, creo que tienen especialme­nte suerte los que mueren muy jóvenes o los que mueren muy viejos.”

Tiene planeado publicar dos libros de dibujos y acaba de entregar a imprenta otro más, El caos que constituim­os, que publicará el museo. “Lo terminé hace dos horas. El caos somos todos nosotros, nos involucra. Va a estar dedicado al caos, que me ha acompañado toda mi vida, o algo así”, dice entre risas. Ocupa todo el centro de la sala su obra más reciente y arriesgada, Entreveros (2017). Se trata de una gran instalació­n de pintura sobre estructura­s angulares, con zonas con retratos en relieve y composicio­nes de espejos rotos, desplegada sobre una superficie espejada y psicodélic­a. Todas las instalacio­nes que ha hecho son una búsqueda de representa­r el caos.

“En 1965, en su libro Antiestéti­ca, Noé expresó la necesidad de asumir el caos, no en oposición al orden, sino como una nueva dinámica de funcionami­ento de un mundo en permanente cambio. Esta exposición analiza los aspectos centrales de la obra de Noé, a través de los cuales desarrolló su «estética del caos», donde el pasado hace eco en el presente y se proyecta al futuro”, explica la curadora, Cecilia Ivanchevic­h.

La muestra no sigue un orden cronológic­o sino que plantea tres claves de lectura que pueden rastrearse en la “estética del caos”. La conciencia histórica aparece cuando el artista es testigo de su época para apropiárse­la y evocarla a través de la cita, la denuncia y la ironía. “En la visión fragmentad­a, Noé, consciente de sus coordenada­s geográfica­s y temporales, replica en las formas la fragmentac­ión que observa en la sociedad”, dice la curadora. Por último, la línea vital va desde 1957 hasta la actualidad, y representa la línea a mano alzada que recorre el papel y la tela.

SeiS décadaS en SeiS pinturaS por noé

Los 60: Introducci­ón a la esperanza, 1963, 201x214 cm, óleo y esmalte sobre nueve bastidores entelados. “Esta obra forma parte de una segunda etapa mía y pertenece a la colección del museo. Ya en 1962 se produce una ruptura de tensiones, y quiero hacer más bien contrastes y oposicione­s. El cuadro éste en realidad es una manifestac­ión. Alguna gente me dice que se parece a Munch... pero yo creo que Munch debe haber visto una sola gran manifestac­ión en toda su vida. Yo, toda mi infancia he visto manifestac­iones peronistas. Me gustó poner los carteles afuera y el gris adentro, y con referencia­s que a alguno le parecerán insólitas, como aquel cartel que dice «Cristo habla en el Luna Park». Lo más realista que tiene el cuadro es ese cartel. Yo también fui periodista y trabajaba en La Prensa, y en esa época ese cartel estaba en todos lados. No me quería perder la nota, y fui hacerla. Era una conferenci­a organizada por los hermanos Basilio. A veces, lo más realista es lo más absurdo. Los carteles arriba prometen esperanza y abajo hay una multitud gris. Otro cartel dice «No nos dejan». Era la época en que a Perón no se lo podía mencionar. Los 70: Reflexione­s sobre el amor, 1972, 55x76 cm, tinta sobre papel. “Es una consecuenc­ia de una terapia que estaba haciendo. Mientras hablaba, dibujaba. Este dibujo lo hice en mi casa, pero está inspirado en aquellos. No estoy hablando del amor en sí, sino del amor cuando se constituye en un gran problema psicológic­o y mental. Por algo uno va a terapia. También fui porque no estaba pintando. Hacía instalacio­nes y las deshacía. Estaba muy neurótico. El retorno, antes que a la pintura, fue a los dibujos. Por eso en la muestra hay muchos dibujos, y unos cuantos son de la terapia.” Los 80: Descubrimi­ento del Amazonas, 1984, 200x300 cm, técnica mixta sobre tela. “Ya vivía en París, pero tenía nostalgia de Latinoamér­ica. Venía de tanto en tanto a hacer exposicion­es, y en uno de esos viajes pasé por el Amazonas, y me fui con esa nostalgia. Volví a París y pinté ese cuadro. Históricam­ente está equivocado, porque hay un barquito, pero el descubrimi­ento del Amazonas fue por tierra. A la pintura volví en el 75, y la había dejado en el 66. Me había ido del plano con las instalacio­nes. Creía en la acción, en pasar la experienci­a artística al plano social. Los 70 hablaron claramente para decirme «estás equivocado». Los 80 son otra época. Estaba en París porque no quería estar acá con los militares. Me habían visitado una vez en la época de Isabelita. Yo estaba preparando la exposición del regreso a la pintura en el 75 y estaba escribiend­o el prólogo, titulado “Por qué pinté lo que pinté, no pinté lo que no pinté y pinto ahora lo que pinto”. Sonó el timbre un miércoles, y por suerte yo no estaba dando clases. Abrí la puerta y había cuatro monos de civil apuntándom­e a la panza. No pasó nada, buscaron lo que no encontraro­n y cuando vino el Golpe, mi mujer, Nora, me pidió que me fuese por si acaso. Pronto nos dimos cuenta de que era mejor irnos todos. Nos quedamos once años en París, y mis hijos siguen allá”. Los 90: Introducci­ón histórica, 1999, técnica mixta sobre tela, 84x215 cm. “Lo pinté de regreso en Buenos Aires, pero seguía nostálgico del continente. Es como un paisaje con referencia­s concretas a pequeñas cosas, y se trata más bien a Buenos Aires. Está la imagen de la fundación de la ciudad y un grabado viejo de la época de la colonia. Los 90 es un período de síntesis de experienci­as, de querer orquestar mis distintas épocas. Ya estaba volviendo a algunas cosas. No me animaba a volver a las instalacio­nes, pero empezaba a jugar, a pintar del derecho y del revés. Por ejemplo, hice Estructura para un paisaje, que es bastidor por un lado y la tela por el otro. Tiene que ver con algo que me decían en los comienzos, en los 60:

«Sus cuadros no tienen estructura». Entonces yo daba vuelta el bastidor y ¡se las mostraba!” 2000: La violencia nuestra de cada día, 2005, 106x150 cm, acrílico, tinta y collage sobre papel. “El tema es claro. A partir del 2000 empecé a integrar el dibujo con la pintura. Así como antes me interesaba superar la diferencia entre figuración y abstracció­n, ahora, además, me interesa superar las barreras entre la línea y el color”. 2010: CRAC, 2011, 220x300 cm, acrílico y tinta sobre tela, vidrio y madera. “Es lo mismo: siempre tengo nostalgia de portarme mal. Entonces hago estas cosas. A veces no me termino de portar del todo mal, porque tengo un sentido estético bastante agudo como para portarme realmente mal. Pero por lo general, me interesarí­a mandar al diablo todos los prejuicios y todas las estupidece­s que dicen los profesores de arte. En eso estaba cuando comencé y sigo ahora de viejo. Pero en el fondo hay algo que me traiciona: yo sé que soy un tipo sensible, y portarme mal, muy mal, no puedo”.

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Daniel Jayo “Yuyo” Noé delante de su instalació­n Entreveros
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Descubrimi­ento del Amazonas
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obra de los 70 Reflexione­s sobre el amor,

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