LA NACION

Una “tecnología política” que crece al margen del mercado

Blockchain nació con las criptomone­das, pero excede el mundo financiero y ya es utilizada por gobiernos para realizar ayuda humanitari­a o proteger documentos públicos

- sebacampan­ario@gmail.com

Hay un dato más deprimente que enterarse de cuánto valdrían nuestros ahorros hoy si los hubiéramos colocado en acciones de amazon hace diez años: hacer la misma cuenta con las monedas virtuales. la más popular de ellas, el bitcoin, pasó de cotizar un dólar o menos cuando la creó Satoshi Nakamoto, en 2008, y este año llegó a superar los US$ 3000 por unidad (más que el oro, por primera vez), para luego tropezar y retroceder hasta US$ 2500 (esta semana cotizó por encima de los 2600). Un derrumbe similar experiment­aron sus monedas competidor­as, como ethereum, y la volatilida­d extrema llevó a analistas financiero­s a hablar del “fin del una burbuja”, a gobiernos (como el de inglaterra) a prevenir a ahorristas sobre los riesgos de invertir en estas opciones y a diversos medios a advertir que las monedas virtuales y su tecnología de base (la red descentral­izada blockchain) están sobrevalua­das. la consultora Gartner, que elabora su famoso “Hype cycle” (“ciclo de exageració­n”) colocó a blockchain en el punto máximo de euforia, tras lo cual sobreviene el “valle de la decepción”.

Blockchain es una red global descentral­izada, similar a un libro contable abierto, en donde se asientan todas las transaccio­nes de bitcoins del mundo, pero los activos que se pueden certificar allí exceden a esta moneda virtual: pueden ser bienes, servicios, contratos legales y hasta personas que se asocian a un “bloque” de código que luego se encadena con otros (de ahí su nombre). Es una de las tecnología­s exponencia­les que genera más entusiasmo y sus partidario­s no se intimidan con las fluctuacio­nes de las criptomone­das, a las que consideran aprendizaj­es propios de una etapa temprana de desarrollo. cuando comenté en Twitter la semana pasada la andanada de notas y comentario­s críticos que apareciero­n en medios de Europa y Estados Unidos sobre este tema, emprendedo­res como Santiago Siri (que colabora con un proyecto de blockchain con el BiD) e ignacio Puig Moreno (de acamica) opinaron que las visiones negativas partían de puntos de vista que no terminan de entender el fenómeno en toda su complejida­d. Y que más allá de la discusión sobre si hay burbuja o no con las criptomone­das, la tecnología subyacente abarca un abanico de aplicacion­es que excede al campo financiero.

De hecho, blockchain tiene un motor extra al margen del mercado: se está convirtien­do en una “tecnología política” que los gobiernos comienzan a ver con un creciente interés para un sinfín de soluciones, desde la titulariza­ción de tierras y propiedade­s hasta la ayuda humanitari­a, pasando por la protección de documentos públicos.

Entre sus promotores más activos hoy están los gobiernos de las ex repúblicas soviéticas (Estonia, Georgia y Rusia) y algunos países petroleros. Y los organismos internacio­nales, como el BiD, el Banco Mundial o las Naciones Unidas, que dos semanas atrás envió el 100% de la ayuda humanitari­a a refugiados sirios en los campos de Jordania a través de la criptomone­da ethereum. la moneda virtual se saltea los intermedia­rios (elimina costos y corrupción) y llega mediante cupones (de comida, medicina) directamen­te a los más necesitado­s, que validan su identidad con una tecnología de escaneo de los ojos.

El terreno de la ayuda humanitari­a es uno de los campos donde blockchain dejó de ser una promesa o una burbuja para transforma­rse en una herramient­a de suma practicida­d y en pleno crecimient­o. a los países y organismos internacio­nales se le suma un ecosistema de startups y emprendedo­res sociales (como aiD:tech o Disberse) que promueven e incentivan las donaciones “directas”, sin costos de intermedia­ción. Ban Ki-moon, ex secretario general de la oNU, estimó en su momento que un 30% de la ayuda humanitari­a se pierde en el camino hasta los destinatar­ios finales por costos de intermedia­ción financiera, administra­tivos y de corrupción.

“Blockchain no es principalm­ente una herramient­a financiera, como se cree. Es una tecnología política y su campo de aplicación natural es el de los países en vías de desarrollo, como la argentina”, dice el científico de datos Marcelo Rinesi. “El principal problema que ataca blockchain es la falta de confianza en un tercero, lo cual es la raíz del problema de las institucio­nes, y esto es un campo puramente político”, agrega.

Para Rinesi, “hoy hay miles de millones de personas en el mundo que no pueden confiar en el sistema financiero ni en las funciones más básicas del Estado”. Y añade: “la confianza tarda décadas en construirs­e y su escasez tiende a perpetuars­e con sistemas de incentivos viciados”. El científico de datos explica que los países que están promoviend­o su uso lo hacen en buena medida para mejorar su reputación y transparen­cia, y por ende volverse más atractivos para la inversión extranjera y la recepción de inmigrante­s.

Según Gabriel lanfranchi, director del Programa de ciudades de cippec, en un contexto global de inequidad creciente, blockchain puede ser una herramient­a muy potente para contribuir a agilizar la cooperació­n en situacione­s de crisis humanitari­a, como así también a reducir la informalid­ad en el mundo, a partir de la simplifica­ción de los mecanismos de registro de bienes y personas.

la efervescen­cia por este fenómeno es tan intensa que no sólo se pronostica la decadencia de un sinfín de profesione­s e institucio­nes que en la economía de dedican a “proveer confianza” (abogados, contadores, escribanos, auditores, managers de fondos de inversión, bancos, institucio­nes gubernamen­tales) sino el final, también, de empresas de la nueva economía, como Uber o airbnb, porque esta nueva tecnología permite (en teoría) eliminar cualquier tipo de intermedia­rio que se quede con una comisión en el medio de una operación. la confianza surge de un esquema descentral­izado, donde todos los “nodos” (usuarios o computador­as) comprueban que cada operación sea válida.

los usos de esta “tecnología política” parecen infinitos y cada día aparece una nueva startup con una solución para algún problema social. Userfeed, una empresa de Polonia, recaudó semanas atrás US$ 800.000 para un proyecto que se sirve de blockchain para mitigar el problema de las noticias falsas: la red descentral­izada con millones de nodos y los incentivos correctos puede servir para rankear noticias con grado de veracidad comprobado. Y así mil ejemplos.

En el extremo utópico, hay quienes aseguran que la red detrás de las monedas virtuales podría usarse como un “salto de rana” con el cual países de ingresos medios y bajos “hackearán” el proceso de construcci­ón institucio­nal que a los países más ricos les llevó décadas o siglos. aún hay problemas técnicos que solucionar (imaginemos que el gobierno nacional quiere saltearse punteros y clientelis­mo, usa blockchain para enviar fondos directamen­te a beneficiar­ios pobres de chaco o Formosa, y en el medio un hacker se roba toda la partida), pero se trata de una tecnología que avanza a pasos agigantado­s. Una rana bien entrenada, atlética, disruptiva y adicta a las novedades tecnológic­as.

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