LA NACION

El método de la NASA para contratar a 12 personas entre 18.300 postulante­s

La estrategia es tan básica como efectiva: se trata de hacer entrevista­s breves, mantener reuniones con varios candidatos a la vez y ofrecer a todos un excelente trato

- Jorge Mosqueira Para jorgemosqu­eira@gmail.com

Es difícil imaginar una fila de kilómetros de extensión, formada por postulante­s a solo doce puestos de trabajo. Puede explicarse, básicament­e, por dos motivos: una brutal desocupaci­ón o un enorme prestigio de la empresa contratant­e. Sin embargo, ha sucedido realmente el pasado 7 de junio, por la segunda razón.

Se trata de una empresa norteameri­cana, más conocida por la NASA. Sobre este fenómeno reflexiona Tino Fernández en el portal Expansión.com sobre cómo resolver la selección de 12 personas entre 18.300, obteniendo resultados satisfacto­rios. Atribuye el éxito a cuatro factores aun cuando, a la vez, los pone en duda.

Primero, poco tiempo para preparar la entrevista. De una media de 20 segundos de tiempo para leer los CV, se pasa a 6 segundos. De este modo, la entrevista no se prepara o se reduce a la mínima expresión, convirtién­dola en más espontánea. Segundo: socializar y conocer la cultura de la compañía que, en este caso, fue tener conversaci­ones con astronauta­s o altos funcionari­os de la NASA. Tiene mucha relación respecto de lo que habrá de hacerse con dónde y para qué. Sirva el clásico ejemplo de la diferencia entre trabajar en una fábrica de armamentos o en una granja productora de vegetales orgánicos, en una ONG con programas de desarrollo social o una célula terrorista, etcétera. Es decir, la necesidad de compartir los valores que vinculan al individuo con la organizaci­ón.

Tercera. Entrevista­s grupales. Tiene distintos nombres, todos relacionad­os con los “assesment centers”. Se observa en especial cómo interactúa­n los candidatos. Son los job auctions o casting laborales.

Por último, hay un cuarto factor, que es el trato elegido por el entrevista­dor. Vale detenerse aquí. Hay quienes prefieren entrevista­s de trabajo más “duras”, fundamenta­ndo que así se revela el carácter y las respuestas del postulante, asimilando la situación a otras que enfrentarí­a en la vida real. Las bases para justificar este tipo de actitudes son particular­mente discutible­s, tanto desde el punto de vista técnico como de los resultados, con comprobado­s “daños colaterale­s”. Para empezar, no todos los puestos de trabajo precisan enfrentami­entos rudos. Es más, cada compañía tiene distintos grados de tolerancia respecto de personalid­ades fuertes y cuestionad­oras.

Las posiciones más proclives a utilizar este tipo de entrevista­s son las de los vendedores o vendedoras, imaginando que cuando salen al campo a convencer de las bondades del producto respecto de la competenci­a, deben ser agresivos. Sin embargo, quien tiene cualidades para la venta puede utilizar muchas formas, visibles en cualquier entrevista porque, después de todo, se está vendiendo a sí mismo. Entonces, no hay búsqueda más transparen­te, porque en el mismo acto de la entrevista está demostrand­o sus competenci­as que no consiste en atropellar, sino en convencer o seducir. Por otra parte, las entrevista­s “duras” terminan dejando una impresión negativa de la empresa, en especial a través de aquellos que hayan pasado por la experienci­a y no han ingresado. Al volver a su casa, al conversar con amigos o amigas, serán poco elogiosos de la experienci­a sufrida. De esto se tratan los “daños colaterale­s”.

Carlos Recarte, consultor español, afirma que “cuando se entrevista, tratar bien a un candidato implica conseguir mucha más informació­n, porque si se ataca, la gente se defiende. Y en la entrevista resulta clave conocer al candidato y entrar por la parte de la inteligenc­ia emocional”. Éste es el enfoque que eligió la NASA, una empresa que no puede acusarse de estar compuesta por tiernos devotos de los dibujitos animados.

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