LA NACION

Rolón es el símbolo de la escuela del número 5

- Ariel Ruya LA NACIoN

Esteban Rolón es la figura de Argentinos, el mejor equipo de la Primera B Nacional, futuro campeón y ascendido a Primera División. Sin embargo, no es lo más importante: el Jefecito es el símbolo de la escuela de la Paternal. Elegante, versátil, prepotente, solidario: un número 5 al estilo Esteban Cambiasso. Una mezcla perfecta entre Fernando Redondo y Sergio Batista. Semillero del mundo, querible por casi todos, cuna de Diego Maradona, Román Riquelme y Claudio Borghi –entre tantos otros fuera de serie–, Argentinos representa como pocos el concepto del arte del juego, de la esencia de una idea conmovedor­a; la de jugar a la pelota. En esa sintonía, Rolón es la continuida­d de un estilo: todo empieza con el número 5.

Pretendido por Independie­nte y Gremio, el club va a blindarlo, convencido de que su panorama, lucidez y categoría, en Primera, valdrá algunos millones más. Tiene 22 años, es maduro, suerte de capitán sin cinta, la voz de Gabriel Heinze desde el pulmón, desde el círculo central. Donde se decide todo, está Rolón. Como intruso solidario entre los zagueros, como cómplice en las aventuras del ataque. Estilista con el pase al vacío, descamisad­o en el quite más urgente.

“En todos los partidos intentamos imponer nuestra idea, yendo al frente, proponiend­o. A veces salió bien y a veces no, pero nunca dejamos de buscar y creo que ahí se encuentra una explicació­n de este regreso de Argentinos a la A”, analiza Rolón, que interpreta el mensaje de la historia. La de nuestro fútbol, la del fútbol de Argentinos. El 5, el verdadero dueño del balón. Como el Príncipe, como el Cuchu, como el Checho. Y como tantos otros, que extendiero­n la dinastía, que empapela el Templo del Fútbol. Ledesma, Biglia, Herrón, Markic..., cada uno con su sello.

Argentinos vuelve a casa. Y vuelve con la mística del N°5, el que corre, piensa y juega.

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