LA NACION

Una actriz incansable que es capaz de dirigir, actuar en dos obras y un programa de TV

PErSonajE. Julieta Vallina siempre fue una destacada intérprete del teatro off y oficial, pero ya se metió de lleno en la escena comercial y tiene una importante participac­ión en una serie

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Verónica Pagés PARA lA nACion Siempre fue así. Casi desde que empezó a trabajar, hace más de 25 años, julieta Vallina lleva adelante dos, tres y a veces cuatro proyectos a la vez. Desdoblars­e en distintos roles en cuestión de horas no es un problema para ella. nunca lo ha sido. Así, se la puede ver en tres escenarios distintos con Los vecinos de arriba, Pornosonet­os y dirigiendo Satori, y también en televisión en La fragilidad de los cuerpos (el Trece-TnT), donde compone el personaje de Patricia, la editora de la periodista Verónica Rosenthal, protagonis­ta de la serie. Y en unos meses se sumará el cine, cuando empiecen a estrenarse las cuatro películas que filmó el último año.

“en este momento se dio así, de compromiso­s que se fueron acumulando. A Satori la empecé a pensar hace casi tres años, me llevó mucho tiempo de investigac­ión, adaptación y ensayo, y el estreno se concretó hace poco, con otras cosas entre manos. lo mismo pasó con Pornosonet­os que empecé a ensayar hace un año y medio y su estreno coincidió con el de Los vecinos de arriba. igual, siempre estoy haciendo más de una cosa a la vez”, resume julieta en un parate de su camino hacia algún teatro, una nota o su propia casa en Parque Patricios, donde la espera su hija Adela, de 11 años, otra apasionada de la actuación.

Dentro de todo este panorama, sin dudas su gran apuesta personal está en Satori”, la primera obra que dirige, una pieza basada en textos del escritor uruguayo mario levrero. una sorpresa gratísima en más de un sentido: la obra en sí misma y el mundo onírico de levrero al que se induce a sumergirse (por gusto, curiosidad o placer) una vez que termina el espectácul­o. A un cubo blanco blanquísim­o con un moderno portón llega un joven que descubre que allí, en la casa de su tía, hay un hombre muerto que muere una y mil veces intentando explicar los motivos. Hay una fiesta, llega el Presidente, se respeta el protocolo. Varias mujeres que son la misma entran y salen contando parte de la historia de este hombre que ya no está. ¿las imágenes de su vida antes del final? no es del todo lineal ni se pueden decodifica­r todos los signos (visuales, sonoros), pero es muy placentero escuchar esos textos y ver a los dos actores (nicolás goldschmid­t y milva leonardi) que Vallina eligió para su debut como directora. Tiene ideas, es lanzada, no fue por el lado fácil para arrancar. Vallina se arriesgó con este trabajo y le resultó y, además, supo rodearse de gente que sumó mucho a la finura de los detalles. la tuvo a Alicia leloutre para la escenograf­ía, a matías Sendón en la iluminació­n, a Cecilia Turnes, en el vestuario, a Ayelén Clavin para las coreografí­as y a Diego Frenkel, haciendo la música. un equipazo. Y la frutilla del postre, volver a hermosa sala la Capilla, del Centro Cultural Recoleta.

“Tuve la necesidad de indagar en algo nuevo, de resignific­ar el deseo. es que de golpe me di cuenta que ya pasaron 25 años desde que me recibí en la escuela de Teatro de la Plata. Y, a veces, por la necesidad de superviven­cia uno hace muchas cosas, y eso genera cierto agotamient­o. necesitaba reciclar la energía y me pasó un poco por casualidad cruzarme con un libro de levrero, que leí desaforada­mente. Después fui a dar un casting y cuando me contaron el argumento me pareció «muy levrero» y el director –después supe que era fanático del escritor– me probó para un papel más importante. Sentí que había algo ahí que tenía que investigar y empecé a leerlo”, cuenta julieta. Así, leyó 30 libros, entrevista­s, ensayos entre los que rescató los cuentos

Los muertos y Nuestro iglú en el Ártico, en dónde mayormente están paradas las criaturas de su obra.

en Pornosonet­os julieta interpreta a un personaje masculino/femenino que narra estridente­s sonetos de sexo, amor y olvido. Dentro de un traje de cuero sadomasoqu­ista, dice los textos eróticos que escribió Pedro mairal y que puso en escena el joven director Ramiro Bailiarini. Dos músicos (julián e ignacio infantino) le dan un tono de recital de rock en el que el cuero juega varios roles. julieta no es julieta aquí, no queda ni su tono de voz. la obra pasa como un rayo furioso que deja una estela triste, solitaria y final. un gran trabajo de interpreta­ción física y emocional de esta actriz que no deja de sorprender con su ductilidad para encarar proyectos que la llevan siempre a lugares nuevos.

“Para mí está buenísimo estar en diferentes experienci­as. Que me dirija javier Daulte o Ramiro Bailiarini, que tiene 30 años. en un momento estoy vestida con un traje de sadomasoqu­ismo y al rato con un vestido sexy, en Los vecinos de arriba. un contraste tremendo. me encanta”, sigue la actriz. Vallina es laura en Los vecinos

de arriba, la mujer de Salva (Rafael Ferro), los vecinos de arriba en cuestión, los que le vienen a proponer a julio y a Ana (Diego Peretti y Florencia Peña) un cruce, un intercambi­o, cierta apertura mental que hace estallar a los de abajo. Y julieta se suma con absoluta comodidad a una comedia desatada con pasos de sitcom con un gag detrás del otro al ritmo de ametrallad­ora. una obra con todos los condimento­s para no parar, bien pensada por el autor catalán Cesc gay, muy bien resuelta por Daulte como director y mejor actuada por este gran cuarteto actoral. “los tiempos del teatro comercial son de efectivida­d. Para mí ensayar y hacer Los vecinos… es un master de actuación, se aprende del oficio, de la resolución, de actores que son realmente efectivos. ¡Y con la suerte de que sea una comedia! Antes no me considerab­an para comedia y yo no me animaba. Ahora estoy feliz.”

Y entonces llega Patricia, la editora periodísti­ca de Verónica Rosenthal, el personaje que interpreta eva de Dominici en La fragilidad de

los cuerpos, el policial basado en la novela de Sergio olguín que pone al aire el Trece. Casi maternal se la ve a Vallina acompañand­o a la joven periodista, más lanzada y arriesgada por su trabajo que a lo que a la editora le gustaría. “igual, creo que Patricia cuando empezaba debe haber sido muy parecida a Verónica, por eso la entiende y la ampara. Se siente identifica­da con ella. este trabajo lo grabamos el año pasado, para mí fue una experienci­a cortita pero hermosa, casi como hacer cine”, dice Vallina de su paso por el unitario que dirigió miguel Cohan.

Dice julieta Vallina que ahora tiene ganas de parar un poco, de no hacer tanto. es difícil creerle.

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ignacio sánchez “Hacer teatro comercial es estar en un master de actuación, se aprende del oficio”, asegura Vallina

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