LA NACION

Llevar el hockey a las villas: una forma de motivar a las chicas y alejarlas de la calle

Camila Méndez es una de las 1350 jóvenes de contextos vulnerable­s que forman parte de El Puente Posible

- Micaela Urdinez

Camila Méndez saca las botellas de gaseosa de la heladera y las pone en una mochila, que completa con 50 alfajores. Luego busca las bolsas de palos y bochas de hockey, y las ordena con paciencia. Es martes a las 17 y se prepara para ir a entrenar a las chicas del Barrio Lamadrid, en Lomas de Zamora.

Ella tiene 18 años y también aprendió ese deporte en Lamadrid, en cuyo equipo hoy es jugadora. Además coordina esa actividad en el barrio Amelia, donde es liderada por El Puente Posible. Esta organizaci­ón social está presente allí y en otros 30 clubes barriales del conurbano bonaerense y de las provincias de Chaco, Formosa y Santiago del Estero. Así, la entidad consigue acercar el hockey, la educación y los hábitos de vida saludables a 1350 chicas de contextos vulnerable­s.

“Es el único deporte en el que duré tanto. El que más siento y amo. Aprendí mucho porque antes mi conducta era muy fea. Peleaba mucho, contestaba”, confiesa Camila. “Ahora estoy más con mis compañeras, hablo y me expreso mejor, no peleo. Todo lo que aprendí trato de enseñársel­o a las más chicas.”

Suena el timbre de la casa donde vive con su mamá y sus seis hermanos. Son algunas de las jugadoras que, con polleras y remeras del club, pasan a ayudarla a cargar los equipos y la mercadería hasta la plaza que queda a cuatro cuadras.

Llegar a ser alguien

El año pasado la joven terminó la secundaria y ahora está haciendo el CBC para entrar en Medicina. “Es importante para mí seguir estudiando; primero, porque me gusta la carrera que elegí y, segundo, porque quiero llegar a ser alguien en la vida, poder tener un trabajo, una casa propia. Y hacerlo yo sola, sin que nadie me esté dando nada”, sostiene Camila mientras marca los límites de la cancha de hockey. Mientras tanto, unas 50 chicas empiezan a entrar en calor.

Gracias a El Puente Posible, Camila consiguió una beca de la Fundación Fondo de Becas (Fonbec), por la que se va a ir a vivir a una casa de estudios en Campo de Mayo. Además, un padrino va a financiar sus gastos y viáticos, y recibirá un adicional para ayudar a su familia.

En su casa, ella es un pilar fundamenta­l: colabora con sus hermanos y da una mano con las tareas del hogar. En el tiempo que le queda, estudia y se entrega al hockey. Por su dedicación, carisma e historia de superación, es una líder social en el barrio y un ejemplo a seguir para otros chicos.

“No me siento un modelo para las chicas, pero sé que si ellas ven el esfuerzo que yo hago para poder estudiar, venir acá, organizar los partidos y buscar la mercadería, lo van a valorar y el día de mañana van a querer hacer lo mismo”, dice.

El Puente Posible busca darles nuevas alternativ­as para la vida a las mujeres de contextos vulnerable­s. Y lo hace a través del deporte, incentivan­do el estudio y por medio de talleres en temas sensibles como la violencia de género, las adicciones o el embarazo adolescent­e.

“Es una organizaci­ón que entra a los corazones de los barrios necesitado­s y planta el estandarte femenino en los espacios que son de uso exclusivo de los hombres, como plazas, canchas, clubes barriales, playones y tinglados”, explica Paula Correa, responsabl­e de comunicaci­ón de la entidad. “Invita a las niñas a ser parte de un equipo y a romper los estigmas tan marcados en estos estratos sociales, donde se espera que la mujer se quede en la casa, cuide a sus hermanos, tenga hijos tempraname­nte y sea una simple espectador­a desde la periferia.”

De esta forma, el palo de hockey deja de ser sólo un elemento deportivo y se transforma en una excusa para ganar protagonis­mo y recuperar ese espacio cedido. Es una herramient­a de lucha por la valorizaci­ón de la mujer en la sociedad.

“Estar en los barrios es útil porque conseguimo­s sacar a las chicas de la calle y que todas puedan venir. La pasión que muestran es emocionant­e”, agrega Correa.

Esa misma pasión es la que tiene Camila cada vez que juega o piensa la mejor manera de motivar a las chicas. Como quiere priorizar el estudio está buscando a una reemplazan­te para que las entrene en la semana y ella pueda tomar la posta los sábados y domingos. “Es muy responsabl­e con las chicas. Yo le digo que a veces se tiene que tomar un respiro porque está las 24 horas dedicada a esto. La veo cansada y me parece que está bueno que le dé lugar al estudio”, cuenta su madre.

Uno de los éxitos que Camila más destaca desde que llegó el hockey al barrio es que la fuerte rivalidad que siempre existió entre los vecinos de Amelia y Lamadrid desapareci­ó. “Tratamos de fomentar la buena onda. Ahora somos todas compañeras”, asegura.

Ella sueña a lo grande: quiere ser una buena médica y que algunas de las chicas de Lamadrid lleguen a jugar en algún equipo importante, o incluso en la selección. “En estos barrios el deporte es muy bueno, porque en vez de estar en la calle las chicas están acá y se pueden divertir”, concluye.

 ?? Fabián marelli ?? camila camina por las calles del Barrio lamadrid, en lomas de Zamora
Fabián marelli camila camina por las calles del Barrio lamadrid, en lomas de Zamora

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina