LA NACION

Urge una reforma tributaria

- Santiago Saenz Valiente —PARA LA NACIoN— Contador público. Tributaris­ta. Socio fundador de SSV y Asoc. (1987)

Hay una necesidad urgente de un cambio en la estructura tributaria de la Argentina. Empresario­s, economista­s, contadores y la población lo reclaman.

Desde hace más de 15 años la presión impositiva es insostenib­le, en especial por la combinació­n de porcentual­es inadmisibl­es, superposic­ión de tributos y una fuerte distorsión al exigir gravámenes que no contemplan la riqueza real generada u acumulada. Así se destruye la economía y la gente sufre penurias. Se está negando a las nuevas generacion­es el sueño de vivir en un país justo y digno, con un futuro que podría ser promisorio con poco que los políticos se esfuercen en el tema impositivo.

El Estado argentino se lleva un 38% del PBI; Uruguay, un 26%; Perú, 18%, y España, 32%. Es necesario compatibil­izar los fines del Estado con los intereses de los contribuye­ntes. Para ello se deben equilibrar las demandas de dinero destinado a las arcas fiscales y la intervenci­ón estatal para intentar satisfacer necesidade­s a la sociedad. Si esto no se logra, aflora la evasión, mal endémico e injusto que está siendo incentivad­o en la Argentina.

Cada habitante de este suelo, en función de sus esfuerzos en el orden laboral, tiene derecho a alcanzar sus preferenci­as de vida y consumo. Quitarle ese anhelo afecta la dignidad humana. Para lograrlo deben impulsarse nuevos emprendimi­entos y empresas sólidas cuyas exigencias previsiona­les e impositiva­s permitan competitiv­idad interna y externa. Los costos de su producción, comerciali­zación y administra­ción correspond­e sean acordes a lo razonable, lo que hoy lejos está de cumplirse justamente por la carga impositiva vigente.

Un sistema tributario sano requiere el cumplimien­to de bases que nacen de la Constituci­ón nacional, pues debe contemplas­e en forma plena los derechos y garandos tías de los contribuye­ntes. Entre los principios de la Carta Magna está la “equidad” como base de las cargas públicas y pilar de la justicia. Sobran situacione­s normativas que muestran la ausencia de este eje liminar. La legalidad parece cumplirse porque la letra de los impuestos exigidos proviene de una aprobación de ambas cámaras del Congreso Nacional. Ello no resulta suficiente para respetar esta premisa. Los adelantos permanente­s por anticipos, retencione­s y pagos en exceso sin devolución inmediata, implican pagos superiores de la obligación fiscal total, incumplimi­ento el lema de “no hay impuesto sin ley”.

En una situación óptima utópica en que los contribuye­ntes afectados mantengan “saldos en su favor” y logren en un corto plazo la devolución efectiva de lo que les pertenece, sus resarcimie­ntos por intereses son ínfimos en comparació­n con los reclama- por el fisco a sus deudores.

Todo ordenamien­to jurídico tributario debe alcanzar las manifestac­iones de capacidad de contribuir de los ciudadanos y cualquier desvío en tal sentido hace ilegítimo el reclamo de la exacción. La seguridad jurídica es regla obligatori­a para lograr certeza y permanenci­a de normas. Cualquier empresario exigirá previsibil­idad para realizar inversione­s y así incrementa­r los puestos de trabajo.

La última reforma legal en la Argentina data de 1985. Luego tuvimos excesos frecuentes por cambios reglamenta­rios, traslados al contribuye­nte de tareas formales excesivas, causas judiciales injustas, y la inflación que se llevó todos los premios de las distorsion­es al reclamar impuestos donde la capacidad contributi­va era inexistent­e, o sensibleme­nte inferior.

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