LA NACION

EN LA RUTA CON LISANDRO ARISTIMUÑO

Heredero de la tradición compositiv­a de Charly García, Luis A. Spinetta y Fito Páez, el músico cerró en La Plata el tramo inicial de la gira Constelaci­ones; por primera vez aceptó abrir las puertas de su mundo privado

- Sebastián Ramos

LA PLATA.– A Lisandro Aristimuño le sigue obsesionan­do ese asunto de la ventana. es mediodía de un viernes gris y dice que recién se levanta, pero que no durmió en toda la noche, a pesar de tener la cama matrimonia­l sólo para él en la habitación de un hotel céntrico de La Plata, ciudad elegida para cerrar la gira que lo llevó este año por quince ciudades del interior en las que presentó su último álbum,

Constelaci­ones. “La habitación es chica y tiene todas ventanas a la calle. ¿Ves ahí la esquina? no tiene semáforos y los autos se la pasaron toda la noche tocando bocina”, explica con asombro como si los 16 años vividos en la gran ciudad aún no hayan podido domesticar su instinto patagónico.

en la habitación con ventana a la ruidosa esquina de 54 y 10 no hay nada fuera de su sitio, nada da indicios de una larga noche de insomnio y ni siquiera hay ala vista demasiadas pertenenci­as personales. “Cuando estoy de gira me llevo una viola chiquita por si se me ocurre algo, un grabador de mano para grabar ideas, un cuaderno y nada más. escribo mucho cuando viajo y también aprovecho para dormir”, dice Lisandro eternament­e escondido detrás de sus anteojos oscuros de vidrios azulados, el color del viento, según él (le puso Viento Azul a su sello), y también el del amor (su hija se llama Azul).

el músico llegó el jueves por la noche a La Plata como avanzada de su propia troupe (“me gusta llegar un día antes para poder descansar y estar relajado el día del concierto”), para su último show antes de lo que será su primer Luna Park, en septiembre.

Re celoso de su intimidad y cuidadoso de cada mínimo detalle entorno tanto a su obra como a su vida privada, Aristimuño acepta con una sonrisa amable compartir toda una jornada con alguien externo a su equipo de colaborado­res. “Me gusta andar solo y conocer los lugares. Que tu trabajo te lleve a conocer ciudades que si no fuera músico no hubiera conocido es genial. Por ahí salgo a tomar un vinito solo o a recorrer un poco la ciudad, caer en los típicos comedores de los pueblos, con la televisión encendida en el fútbol y la comida supercaser­a. disfruto de esas cosas y también me nutren para componer: los paisajes, los modismos de la gente del interior, que son distintos, las frases que dicen, todo eso me alimenta a la hora de escribir”.

sentado ya a la mesa de un restaurant­e ubicado a metros nomás de esa mole de cemento moderno que es el Teatro Argentino, Aristimuño se dispone a unificar desayuno y almuerzo con un vacío bien jugoso, mientras cuenta las impresione­s que le dejaron estos últimos cuatro meses llevando su espectácul­o por pequeños teatros del interior: del español de neuquén al Radio City de Mar del Plata, del don Bosco bahiense al Centro Cultural de su Viedma ventosa y del teatro Metropolit­ano de Rosario al coqueto Mercedes sosa de Tucumán.

“Todo un tramo de la gira la hice con el doble de Michael jackson. era muy loco, adonde llegaba estaba mi afiche al lado del de Michael. ¡el pibe es igual! Me tendría que haber sacado una foto, hubiera sido surrealist­a”, dice en referencia al show tributo a jackson que recrea el español sergio Cortés.

“Tendrían que haber venido a Viedma, la gente estuvo increíble. Como al octavo tema empezaron a aplaudir y se pusieron todos de pie durante diez minutos. Fue muy emocionant­e”, recuerda. “Recibí mucho cariño de la gente en todas partes y creo que en parte tiene que ver con que yo también soy del interior y sienten que soy uno más de ellos. saben lo que cuesta llevar un show así y lo agradecen. saben que soy un músico independie­nte y de algún modo van a apoyar para que siga sucediendo.”

en un semestre difícil para la industria del espectácul­o, con menos entradas cortadas que en otras épocas en todos los ámbitos culturales, Aristimuño fue uno de los pocos que se animó a girar por las provincias, acompañado por un grupo de quince personas, entre músicos y técnicos. “La gente está guardando un poco más el billete, cuidándolo. es más difícil que lo gaste en algo artístico”.

dice que suele viajar con las valijas vacías, pero vuelve a su casa repleto de chucherías, mates, tejidos del norte, algún recuerdo para su hija. “Lo peor de las giras cuando son largas es el hecho de extrañar a mi hija. Porque, por ahí, al principio descanso un poco de ella, que tiene 5 años y es un torbellino, pero a los tres días ya me muero de extrañamie­nto, ¿viste? A veces es algo como contradict­orio, porque me gusta salir de casa, no tener que estar pendiente de los quehaceres del hogar, de ir a buscar a mi hija al jardín, con los autos en doble fila, las bocinas y todo eso. está bueno poder alejarse un poco y tener tiempo para componer o lo que sea. Pero enseguida empiezo a extrañar

y por eso esta vuelta no hicimos más de tres shows consecutiv­os. siento que me falta algo”.

Antes de volver a su estrecha habitación del hotel con una apacible siesta en el horizonte, con una última copa de vino en mano el músico recuerda también que en mayo cumplió el sueño de conocer a sting personalme­nte, cuando actuó como telonero en el concierto que el inglés dio en el Hipódromo de Palermo. “Yo soy re fan de él y de The Police y esa noche fue muy amable conmigo. se vio todo el show medio oculto desde el escenario y después me dijo unas cosas muy lindas. Hasta me saqué una foto con él y mi hija. Me pareció que estaba bueno que ella tuviera una foto con sting, no sé.”

De otra galaxia

son las seis de la tarde y la lluvia insiste en ofrecerse como telón de fondo de esta ciudad de diagonales. en la puerta del restaurado Teatro Municipal Coliseo Podestá, el cartel de “agotado” sobre el afiche de la gira

Constelaci­ones anticipa una noche especial. “La prueba de sonido primero la hace la banda, después Lisandro solo y después todos juntos”, advierte Gastón Montells, suerte de road mánager de Aristimuño a lo largo de esta gira.

Así las cosas, el costado izquierdo del escenario lo ocupa la mini orquesta formada por los violinista­s Pablo jivotovsch­ii (miembro fundador de la orquesta Típica Fernández Fierro) y estanislao díaz Pumará y el chelista y bajista Lucas Argomedo; el centro y el fondo lo ocupan Martín Casado, en batería y Rocío Aristimuño (hermana de Lisandro), en percusión; en el flanco derecho, Ariel Polenta, en teclados y la guitarra estelar de Carli Arístide. La pasada del set

list también va con prueba de luces completa. “no hay nadie que hoy esté llevando al interior un show así”, repite el iluminador Patricio “Pato” Tejedor, encargado de transmitir en escena el concepto central de Constelaci­ones. “este concierto está basado en las luces –dirá más tarde Aristimuño en el backstage– y por eso no utilizamos pantallas, porque la idea es que te sientas como que estás en un Planetario o, en el mejor de los casos, en la Galaxia.”

Para ello, una gran bola de espejos se eleva por sobre las cabezas de los músicos como estrella central, refractand­o luces hasta el último recoveco de este hermoso teatro platense que en apenas media hora pasa de vacío a colmado.

detrás de escena, Aristimuño cumple con su ritual de té de jengibre antes de cada show. “A pesar de disfrutar mucho todo esto, la gira ha sido un esfuerzo muy grande. no sé si el año que viene voy a volver a salir tanto. uno queda medio tocado, con la energía un poco descontrol­ada. Los fines de semana que no toco y estoy en casa, medio que me agarra... ¡¡¡Aghhhhh!!! Como que uno se envicia del público, de que te miren, te observen, de tener un grupo de gente con la que volás arriba del escenario, de estar todo el tiempo activo. estoy en casa en pantuflas y siento que tengo que hacer algo, que no me puedo quedar quieto”.

Faltan minutos nomás para subir al escenario y la sorpresa de la noche llega en formato chico: “¡ey, qué linda sorpresa!”, exclama Aristimuño y su hija Azul, acompañada por su madre, corre a abrazarlo. Luego, Lisandro le dedicará los versos de “Tres estaciones”, la canción pertenecie­nte a este último álbum que le escribió a su pequeña: “Quiero volar/ amontonar tres estaciones/ oír tu voz y contemplar los girasoles/ Ver el mantel donde cenas lleno de flores/ Mirar el sol hasta brillar en tus talones”. Constelaci­ones es su primer álbum concebido completame­nte tras el nacimiento de Azul. Aquella visión de un mundo en descomposi­ción ecológica que trajo Mundo anfibio (2013), con su intrincado entramado de capas sonoras, le deja lugar aquí a un puñado de canciones escritas con el corazón en la mano, melódicame­nte simples a primera escucha, de espíritu casi beatlesco y que llevan a su máxima expresión la tradición compositiv­a de Luis Alberto spinetta, Charly García y Fito Páez, de la que tanto ha bebido este músico y de la que ya se ha transforma­do en un referente indiscutid­o para las nuevas generacion­es.

“en estos shows tratamos de que las nuevas canciones mantengan ese sonido más limpio. Los chicos tocan menos que en los temas más viejos y se logra un aire en la banda que está buenísimo. Antes por ahí había tantas capas que tenían que clonarse porque no les alcanzaban las manos para tocar todo. Ahora la presión está en el aire, en el silencio, más que en el toque”.

entonces sí, pasadas las 21 Aristimuño irrumpe en escena y durante cerca de dos horas hipnotizar­á a su público, lo paseará de la introspecc­ión al baile, se bajará y tocará por los pasillos del teatro para que los celulares en alto lo retraten bien de cerca. Le agradecerá su apoyo incondicio­nal para con “los músicos independie­ntes” y cerrará su faena “rockeándol­a”, como le gusta decir, cantando eso de “nunca te traiciones, sigue tu camino”. ese camino que lo trajo sin apuro hasta aquí y que lo depositará el 16 de septiembre por primera vez en el Luna Park.

“Está bueno salir de gira, poder alejarse un poco y tener tiempo para componer o lo que sea. Pero enseguida empiezo a extrañar.”

“Ahora, la presión de las canciones está en el aire, en el silencio, más que en el toque.”

 ?? Fotos ignacio sánchez ?? Lisandro y sus guitarras, en la prueba de sonido
Fotos ignacio sánchez Lisandro y sus guitarras, en la prueba de sonido
 ??  ?? Antes de salir a escena, el abrazo de toda la banda
Antes de salir a escena, el abrazo de toda la banda
 ??  ?? En medio de la faena, el músico se pasea por los pasillos para el deleite de sus fans
En medio de la faena, el músico se pasea por los pasillos para el deleite de sus fans
 ??  ?? Haciendo tiempo antes del show
Haciendo tiempo antes del show
 ??  ?? Todos los chiches tecnológic­os rendidos a sus pies
Todos los chiches tecnológic­os rendidos a sus pies
 ?? Ignacio sánchez ?? “Cuando viajo, escribo mucho y también aprovecho para bajar un cambio y salir del caos de Buenos aires” Foto: Crédito
Ignacio sánchez “Cuando viajo, escribo mucho y también aprovecho para bajar un cambio y salir del caos de Buenos aires” Foto: Crédito

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