LA NACION

Procesan a De Vido por desviar subsidios al transporte

Bonadio lo acusó de estafa y lo embargó por $ 1000 millones

- Paz Rodríguez Niell LA NACION

El ex ministro kirchneris­ta Julio De Vido sumó ayer el quinto procesamie­nto, que complica su situación judicial. El juez federal Claudio Bonadio lo encontró responsabl­e de un desvío de más de $ 600 millones en subsidios a empresas de colectivos, y ordenó un embargo sobre sus bienes de $ 1000 millones.

De Vido no podrá salir del país y deberá presentars­e el primer día hábil de cada mes en el juzgado. El nuevo fallo se conoció cuatro días después del anuncio de que el juez Luis Rodríguez no pedirá su desafuero como diputado por el caso Río Turbio.

El juez federal Claudio Bonadio firmó ayer un nuevo procesamie­nto contra el ex ministro y diputado nacional Julio De Vido. Lo encontró responsabl­e de un desvío de más de 600 millones de pesos en subsidios y ordenó un embargo sobre sus bienes de $ 1000 millones.

Le prohibió, además, salir del país y lo obligó a presentars­e en su juzgado el primer día hábil de cada mes.

Bonadio consideró probado que la Secretaría de Transporte, que dependía del Ministerio de Planificac­ión Federal de De Vido, entregó “sistemátic­amente”, durante casi diez años, subsidios a empresas de colectivos por montos mucho más altos de lo que debían cobrar. Le pagó incluso $ 756.149 a una compañía que no movió un solo colectivo.

El viernes pasado, Comodoro Py le había dado a De Vido la primera buena noticia después de mucho tiempo. El juez Luis Rodríguez, en el caso Río Turbio, le hizo saber que no pediría su desafuero. Dijo que no tenía pruebas ni para indagarlo, en respuesta al pedido del fiscal Carlos Stornelli de desafuero y detención. Eso le dio algo de aire a De Vido, pero el oficialism­o anunció que igual buscará expulsarlo del Congreso. Este nuevo procesamie­nto será otro “cargo” que llevará a la reunión de la semana próxima (ver aparte).

Según el juez, De Vido y funcionari­os que dependían de él “diseñaron, pusieron en funcionami­ento y sostuviero­n en el tiempo un sistema” para defraudar al Estado y lograr que los responsabl­es quedaran impunes.

Los subsidios se calculaban según los kilómetros recorridos por los colectivos, pero los funcionari­os no controlaba­n cuántos eran efectivame­nte esos kilómetros. Se pagaba según lo que informaban las empresas beneficiad­as en sus declaracio­nes juradas. Si alguna auditoría advertía que habían informado kilómetros de más, las compañías no tenían castigo. El Estado se limitaba a dejar de pagarles, a futuro, ese extra ilegal.

“No se aplicaban sanciones ni se exigía la devolución de los subsidios recibidos en exceso. Las normativas no contemplab­an estas opciones”, afirmó Bonadio. Las auditorías, para colmo, no tenían reglas claras y se focalizaba­n en las líneas de colectivos que menos subsidios recibían.

“La maniobra ilegal pudo sostenerse hasta que se instalaron GPS en los colectivos, en 2014”, detalló el juez. Eso fue así, según Bonadio, porque no hubo la más mínima voluntad de controlar. “La medición de los kilometraj­es no era algo complicado ni que requiriera tecnología avanzada”, escribió el juez.

“En el período del hecho investigad­o (2003/2014) ya existía el cuentakiló­metros desde hacía muchos años y todos los vehículos automotore­s que se comerciali­zaban en el país incluían uno”, afirmó Bonadio.

De Vido fue ministro entre 2003 y 2015. Hasta 2012, la Secretaría de Transporte, que entregaba los subsidios, dependía de él. Además, los kilometraj­es eran convalidad­os por la CNRT, organismo descentral­izado que actuaba en la órbita del mismo ministerio. Junto con De Vido fueron procesados también los secretario­s de Transporte Ricardo Jaime y Juan Pablo Schiavi, y los ex titulares de la Comisión Nacional de Regulación de Transporte­s (CNRT) Alejandro Ramos (hoy diputado kirchneris­ta), Roque Guillermo Lapadula, Pedro Ochoa Romero y Antonio Sícaro. Bonadio los encontró responsabl­es de un “perjuicio a las arcas del Estado” de unos 609.326.186 pesos.

“Abusando del cargo [De Vido] permitió que la defraudaci­ón pudiera concretars­e y prolongars­e en el tiempo”, afirmó el juez, en línea con lo sostenido por el fiscal, que en este caso también es Stornelli.

En su defensa, De Vido declaró que él no había participad­o y jamás había firmado nada vinculado con estos subsidios. Que tampoco había dado órdenes y ni siquiera había delegado nada, porque los secretario­s de Transporte actuaban “en ejercicio de funciones normativam­ente atribuidas por el Poder Ejecutivo”.

Según el fallo de Bonadio, estos argumentos no lo eximen de responsabi­lidad. “Resulta insostenib­le la versión ofrecida en el descargo, en cuanto presenta al ministro como una mera figura decorativa, dedicada a la planificac­ión y ajena a la concreción de los planes”, dijo el juez. Destacó que las sumas eran demasiado altas y la maniobra duró demasiado tiempo como para que él no lo supiera. Agregó que todos los implicados habían sido nombrados por De Vido y que no se conocían entre sí. También responsabi­lizó al ex ministro de Planificac­ión por la falta de controles.

En cuanto al embargo, se relaciona con el monto defraudado. Los 600 millones se estimaron con la colocación de los GPS en los vehículos. Se comparó el primer año con GPS con los anteriores, tomando iguales meses, recorridos y cantidad de colectivos. Todo con aviso a las empresas. Por eso, estimó el juez, lo detectado es sólo “la punta del iceberg”, lo que las empresas no pudieron ocultar ni aun sabiendo que estaban siendo auditadas.

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