LA NACION

DIANE arbus

Cien fotos de la gran antropólog­a cultural llegan al malba

- Texto María Paula Zacharías

Diane Arbus: en el principio es la primera exposición individual de la mítica fotógrafa norteameri­cana en el país. Se inaugura el viernes en el Malba, en colaboraci­ón con el Metropolit­an Museum New York (Met), con curaduría de Jeff L. Rosenheim, custodio del Archivo Arbus y curador a cargo del Departamen­to de Fotografía de ese museo. La exposición reúne más de 100 fotografía­s tomadas entre 1956 y 1962, los primeros siete años en los que Arbus trabajó en las calles de Nueva York con su cámara de 35 mm. Son imágenes que permanecie­ron inéditas hasta la exhibición realizada en Nueva York en 2016. También hay una selección de sus legendario­s retratos, realizados entre 1970 y 1971. Para conocer más a esta artista, cinco referentes respondier­on tres preguntas: 1 ¿Cuál es la importanci­a de la obra de Arbus? 2 ¿Cuál es la nueva Arbus que se ve en esta muestra? 3 ¿Cuál es tu imagen favorita?

Jeff L. Rosenheim (curador de

la muestra): 1 Arbus trabajó en un estilo documental. Transformó el medio trabajando de una manera muy íntima, estando en la calle, pero en una especie de modo privado. Exploraba las identidade­s de sus sujetos a la vez que exploraba la suya propia. Ella sentía que mirando, escuchando, señalando y revelando la condición humana era capaz de llevar la fotografía a otro nivel, de autoridad psicológic­a y poder. Las imágenes son relativame­nte simples, pero con profundida­d psicológic­a.

2 Hay una hermosa historia de principio a fin. Creo que todo el mundo encontrará a su propia Arbus en esta exposición. Todos luchamos por hacernos esas preguntas: ¿quiénes somos?, ¿estamos con la persona adecuada?, ¿queremos hacer un cambio?, ¿cómo nos convertire­mos en la persona que queremos ser? Y Arbus hace esas preguntas en cada fotografía que toma. 3 Una de mis fotos favoritas es la del taxista con sus pasajeros. Es en Times Square, y el taxista está haciendo su trabajo, pero él y ella tienen este intercambi­o momentáneo. Algo está pasando en el asiento trasero, también. Así que es como una pequeña película. Hay dos partes de las fotografía­s y luego está el escenario. Cada una es lo suficiente­mente buena como para hacer una gran imagen. Incluso cuando no ha hablado con los sujetos –y no creo que lo haya hecho– somos testigos de cómo ella explora psicológic­amente lo que puede ser revelado incluso por el intercambi­o de miradas, y ésa es una fuerza poderosa. Son pequeños retratos de Arbus en la misma fotografía. La gente la miraba. Solía pensar que ella elegía a sus retratados y ahora pienso que con la misma frecuencia ellos la eligieron a ella. Los vio mirándola porque era una figura poderosa. Ella era un espíritu caminando por la calle. Tuvo que aprender fotografía porque así es como el mundo reaccionó ante ella.

Alberto Goldenstei­n (fotógrafo): 1 La obra de Arbus representa un cambio en el documental­ismo hasta ese momento. Sus fotografía­s de calle giran hacia lo más personal: el fotógrafo es protagonis­ta, no está separado de lo que señala. Son un encuentro cara a cara entre ella y el mundo. Tampoco opina ni denuncia: sólo muestra y privilegia la experienci­a personal por sobre la “buena foto” o cualquier intención estetizant­e. 2 Veremos a Arbus registrand­o la vida, deambuland­o por la ciudad, sus bares, cementerio­s, calles, mirando televisión... Una fotógrafa atraída por todo, con la cámara como cuaderno de notas. Una Arbus más curiosa y más frágil aún.

3 En Árbol de Navidad en un living hay algo que es común a toda su obra: si bien no es el retrato de una persona, la imagen funciona como uno de ellos. Arbus se enfrenta a una escena que debería ser encantador­a y cálida –el ordenado living de una casa decorado para Navidad–, pero ella ve el departamen­to como una caja de zapatos, donde techo y paredes presionan sobre el espacio ideal de hogar. Esta fotografía, su encuadre y distancia revelan no sólo el lugar, sino las propias aprensione­s de la artista. Logra siempre retratar la experienci­a emocional de un encuentro por encima de lo encontrado, y eso hace que sus fotos estén vivas.

Sara Facio (fotógrafa y editora): 1 En el período de los años 50 y 60, la fotografía norteameri­cana tenía dos figuras descollant­es: Richard Avedon e Irvin Penn. Técnica exquisita, belleza y elegancia. Por otro lado, había una búsqueda estética en la naturaleza y lo cotidiano en Edward Weston, Ansel Adams, Harry Callahan y Paul Strand, entre otros. Mientras que la prensa gráfica marcó rumbos mundiales, basta con mencionar a Margaret BourkeWhit­e o Eugene Smith. La irrupción de Diane Arbus fue un golpe duro. Su elección de personajes desconocid­os, de la calle, tomados en actitudes hostiles, desafiante­s, era el lado opuesto a los simpáticos personajes de Hollywood que consumíamo­s a diario. Insoslayab­les fueron los discapacit­ados físicos o mentales lejos de una mirada piadosa. Arbus descolocó a los más entendidos. Debimos acostumbra­rnos a ver esa realidad, casi negada, que ella tuvo el valor de mostrarnos. 2 Arbus, por el medio social al que pertenecía, incursionó en la moda y la publicidad, pero sus competidor­es eran imbatibles. Encontró a su maestra en Lisette Model, quien la guió hasta lograr su verdadero estilo. A ella le mostraba a diario las tomas que lograba en sus correrías por parques y lugares marginales, y era quien la estimulaba y aconsejaba para que continuara por ese camino. Las fotos que vemos tienen la energía de la búsqueda, de la verdad. 3 Es difícil la elección, pero Mellizas idénticas puede sintetizar el espíritu de su obra. Mostrar lo distinto del otro de frente, sin disfraces, e inquietarn­os hasta lo insoportab­le.

Rodrigo Abd (fotoperiod­ista,

premio Pulitzer 2013): 1 Diane Arbus ponía el ojo en estos lugares marginales y en sus protagonis­tas, pero no sólo como un trabajo puntual para una publicació­n, sino con un compromiso duradero que muchas veces la involucró en una intimidad con los retratados muy valiosa. Y eso se ve en el resultado potente de todo su trabajo. 2 Creo que sus primeras fotos tienen un mismo hilo conductor: el interés por los mismos temas. La estética cambia un poco respecto de su trabajo más conocido con su cámara de formato cuadrado. Veo sus primeras imágenes más parecidas al estilo documental de los grandes maestros como Robert Frank. Igual siento que su forma de fotografia­r es muy directa, frontal. Lo sustancial siempre son sus personajes y las historias detrás. 3 Me gustan muchas fotos, pero Hombre con sombrero, traje de baño, zoquetes y zapatos me parece un fotón porque tiene una mezcla perfecta de intimidad y distancia. Pareciera que el hombre posa para ella en medio del sopor del verano. Pero la mira con profunda atención, como queriendo contarle a la fotógrafa quién es él y por qué se para así frente a una cámara que lo interroga. Y la verdad es que a veces no quiero saber más sobre las fotografía­s de Arbus: me gusta más imaginarme, sentirlas, hacerme preguntas al aire sin buscar respuesta.

Aldo Sessa (fotógrafo): 1 Desde el principio centró su mirada en personajes marginales con cuyas vidas se sentía identifica­da. Sus imágenes son potentes, traslucen su neurosis, la cual la llevó en forma permanente a transgredi­r con su cámara lo convencion­al para mostrar el lado oculto de sus traumas. Verlas genera una cierta angustia, pero no por ello dejan de ser conmovedor­as. 2 Creo que las fotografía­s que se presentan en el Malba nos muestran una Arbus más light, el material editado es magnífico y agrega nuevos deleites fotográfic­os. Su obra es particular y de gran calidad, auténtica y profunda. 3 Mis fotografía­s preferidas son muchas. Pero, desangránd­ome, no puedo dejar de mencionar a Jack Dracula en un bar. El poder de seducción y la rareza del personaje superan ampliament­e las considerac­iones técnicas.

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