LA NACION

Hay 1.200.000 chicos con problemas graves para alimentars­e en la Argentina

informe. Según la UCA, 2,8 millones tienen severos déficits de comida; la pobreza estructura­l tuvo poca variación desde 2010

- Paula Urien

Tras la difusión por parte del Observator­io de la Deuda Social Argentina, de la Universida­d Católica Argentina (UCA), de que seis de cada 10 chicos son pobres en la Argentina (7,6 millones), la nacion tuvo acceso de manera exclusiva a una de las dimensione­s que más los afecta: la insegurida­d alimentari­a.

Según se desprende del capítulo Alimentaci­ón del nuevo informe, que será presentado mañana, en materia de insegurida­d alimentari­a, dos de cada 10 chicos hoy viven en hogares que se encuentran en situación de vulnerabil­idad en el acceso de alimentos. Uno de cada 10 experiment­ó situacione­s de insegurida­d alimentari­a grave, es decir, hambre, durante el último año. “Esta tendencia se profundizó levemente entre 2015 y 2016”, dice el informe de la UCA, “y de manera particular en el estrato trabajador marginal, el estrato bajo y en espacios de villas o asentamien­tos urbanos”.

En 2015 había 2.704.000 chicos en situación de insegurida­d alimentari­a y entre ellos 1,1 millones con problemas graves en este sentido. En 2016, la insegurida­d alimentari­a en chicos de 0 a 17 años llega a 2.821.000 y de ellos hay 1,2 con graves problemas para alimentars­e.

El Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, elaborado por el Observator­io, analiza la situación de privación de alimentos entre 2010 y 2016. La encuesta se realiza en 20 aglomerado­s urbanos de 80.000 habitantes y más. En este período no se registran grandes cambios. “En 2010, se estima que el 22% de los niños/as de entre 0 y 17 años vivían en hogares que habían disminuido el consumo de alimentos en cantidad y calidad por sus problemas económicos. Se trata de 2,8 millones de chicos y se llega a 2016 con un 21,7% en igual situación. Las diferencia­s porcentual­es no son estadístic­amente significat­ivas”, dice a la nacion Ianina Tuñón, investigad­ora responsabl­e del Barómetro de la Deuda Social Argentina de la UCA.

Por otro lado, “la insegurida­d alimentari­a severa que afecta de modo directo a los niños (se trata de chicos que tuvieron hambre en los últimos 12 meses) en 2010 tenía una prevalenci­a de 10,7% y en 2016, de 9,3%. Es decir que salieron de la situación de riesgo alimentari­o aproximada­mente 182.000 niños/ as de entre 0 y 17 años”. Las transferen­cias de ingresos, que fueron en ascenso desde 2011, más la ayuda alimentari­a directa, ayudaron y ayudan a las personas que padecen insegurida­d alimentari­a severa. “Sin estas políticas estos valores serían muy superiores”, agrega Tuñón, y aclara que, de todas maneras, son insuficien­tes para erradicar el problema, ya que no todas las transferen­cias de ingresos pueden destinarse a la alimentaci­ón.

Como sostiene la UCA en sus informes, es la pobreza estructura­l la que no se mueve desde hace por lo menos 30 años y afecta a entre el 20 y el 25% de la población.

Consecuenc­ias

El doctor Abel Albino, director de la fundación Conin, trabaja a través de centros sociales distribuid­os en el país para mitigar la desnutrici­ón infantil. Con amplia experienci­a en este drama, dice que “la gente que sufre la pobreza y la indigencia no come bien. Cuando una familia no tiene los ingresos suficiente­s para alimentars­e correctame­nte, prioriza la cantidad sobre la calidad. Fideos, arroz, harinas, polenta. Ésa es toda su alimentaci­ón, que no es suficiente. Tenemos así chicos «inflados» y es una maldad no reconocerl­o, porque se trata de criaturas que están formando sus huesos, su músculos”. Aclara que cuando una familia gasta más del 30% de sus ingresos en comida está en problemas. “En los Estados Unidos se gasta el 16% del ingreso en comida, pero en América latina este porcentaje trepa al 64%.”

Se produce entonces, según Albino, un déficit proteico. “El chico cesa su proceso de crecimient­o y se ensancha. Ésa es la obesidad en la pobreza extrema.”

Agrega que “el niño no muere de desnutrici­ón, sino de enfermedad­es asociadas a ella”. En Conin atienden en sus 102 centros a más de 7000 chicos con desnutrici­ón leve, moderada y grave. “Por favor, necesito que más gente se sume a Conin”, ruega.

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