Prisión domiciliaria para López
El Tribunal Supremo de Justicia venezolano concedió la prisión domiciliaria al dirigente opositor Leopoldo López.
La decisión, luego de casi cuatro años de detención de López en una cárcel militar, es una muestra de que la dictadura de Nicolás Maduro siente tanto la presión internacional como los más de cien días de protestas de su pueblo, con 90 civiles asesinados por las fuerzas policiales y parapoliciales del régimen, más de mil heridos y cerca de 400 detenidos, muchos de ellos jóvenes estudiantes.
Es admirable la lucha de un pueblo en resistencia frente a una dictadura corrupta, en un país sumido en la miseria y en la peor crisis humanitaria de su historia. Como bien lo definió recientemente el presidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela, monseñor Diego Padrón, mediante la legalización de una asamblea constituyente comunal se intenta “instalar una dictadura militar, socialista, marxista y comunista”.
López, preso político y de conciencia, al igual que más de cuatrocientos opositores, como Daniel Ceballos, Antonio Ledezma, Gilbert Caro, Yon Goicoechea, por citar tan sólo a algunos dirigentes políticos, no debería haber estado nunca en prisión, si no fuera por la existencia de un gobierno dictatorial que, con la conocida impronta cubana, se opone a cualquier sistema republicano y democrático que respete las libertades.
Vale recordar la anulación del Referendo Revocatorio Constitucional; las postergaciones que evitan las elecciones regionales de gobernadores y ediles; la proscripción de muchos opositores; el avasallamiento de la Asamblea Nacional, cuyos miembros fueron salvajemente agredidos en el propio foro legislativo el pasado miércoles. Todo esto se vio coronado con la convocatoria a una asamblea constituyente comunal y popular, similar a los llamados “soviets” de 1918 o al sistema imperante en Cuba.
El propio López, a pocas horas del traslado a su domicilio, expresó en un comunicado: “Si mantener mi convicción de lucha por la libertad significa correr el riesgo de volver a una celda en Ramo Verde, estoy dispuesto a asumirlo. Hoy estoy preso en mi casa, pero también está así el pueblo de Venezuela”, dando una muestra más de su dignidad y coraje cívico.
Asimismo, llamó al pueblo a permanecer en las calles y a participar en el plebiscito del próximo domingo, convocado por la Mesa de Unidad Democrática (MUD), las universidades del país, la Iglesia Católica –que ofreció los locales parroquiales para la votación– y diversas organizaciones sociales, gremiales y culturales.
El traslado del heroico opositor a su domicilio fue una decisión unilateral del gobierno, sin ninguna concesión o negociación por parte del líder de Voluntad Popular, tal como lo aclaró uno de sus abogados defensores.
La autoridad judicial venezolana no habría dado este paso sin orden de lo más alto del Ejecutivo. Maduro y sus pretorianos, como Diosdado Cabello, quien en diversas ocasiones se refirió a López como “el monstruo de Ramo Verde”, buscan descomprimir las revueltas y socavar la unidad de la oposición, como intentaron con el fallido “diálogo” de 2016. Frente a una oposición que se mantiene unida, con voces disidentes dentro de las propias filas del chavismo, como la de la fiscal general Luisa Ortega, hoy denostada por el gobierno, la prisión domiciliaria para López busca ser un gesto de “generosidad”, cuando, repetimos, López no debería haber estado jamás en prisión.
Bienvenido sea el cambio en las condiciones de su injusta detención como producto del batallar incansable de su valerosa familia y de la resistencia del pueblo venezolano. Se equivoca el régimen si piensa que López, a quien casi cuatro años de prisión no pudieron quebrar, o los demás dirigentes opositores cederán, cuando en verdad han dado sobradas muestras de su valor y de su compromiso con la libertad.
Sólo con el retorno al orden democrático y el respeto al Estado de Derecho, que traiga la inmediata libertad de todos los presos políticos, así como con la apertura urgente de un canal de ayuda humanitaria, Venezuela recuperará la calma y la paz que los delirios autoritarios del chavismo le quitaron por tantos años.