LA NACION

El cine digital tiene un nuevo paradigma: las películas filmadas con un celular

Mientras consagrado­s como Scorsese, Tarantino y P. T. Anderson se aferran al celuloide, la tecnología del “hágalo usted mismo” y la vidriera de YouTube hacen soñar a millones

- Diego Batlle

el caso de Détour, el muy simpático cortometra­je de 11 minutos que el talentoso director francés Michel Gondry (ver aparte) estrenó la semana pasada por encargo de apple en el sitio web de esa empresa con el objetivo principal de promociona­r las bondades de la cámara y las aplicacion­es del iPhone 7 Plus, es un claro ejemplo de cómo las nuevas tecnología­s, los negocios y la creación artística se confunden, se mixturan o se complement­an (depende de la valoración que cada uno haga) cada vez con mayor frecuencia.

Hasta no hace tantos años, el cine era patrimonio de unos pocos. si bien ya en 1982 una película como Tron presentó los primeros efectos digitales, recién a mediados de la década del 90 lo digital empezó a poner en jaque seriamente al celuloide. Por entonces, para filmar había que conseguir complejas cámaras, comprar costosos rollos de película (de 16 o 35 milímetros) y luego trabajar en laboratori­os con expertos muy profesiona­lizados. Hoy, si bien han florecido como nunca las escuelas de cine, ámbitos en los que se consolidan nuevas camadas de técnicos con sólidas formacione­s, la mejor tecnología está al alcance de la mano, a precios bastante accesibles, con técnicas que se pueden aprender incluso en cursos a distancia o en tutoriales como los seis que apple puso a disposició­n de sus usuarios acompañand­o el corto de Gondry (el propio director explica allí cómo aplicó cada una de las técnicas de animación, slow motion, rodaje nocturno y varios detalles más).

Ni el francés es el primer realizador consagrado que filma un infomercia­l de notable calidad artística al servicio de una marca (Wes anderson, david Fincher, sofia Coppola o hasta la argentina lucrecia Martel, por nombrar algunos, lo han hecho en más de una oportunida­d) ni Détour es la primera película rodada íntegramen­te con un teléfono celular. de hecho, hace ya más de dos años el estadounid­ense sean Baker había llamado mucho la atención al rodar la excelente y provocador­a Tangerine con un iPhone 5s en las calles de los barrios menos glamorosos de los angeles con impecables resultados también en el orden estético y sin la participac­ión de la empresa california­na.

el “hágalo usted mismo” quedó demostrado con ese y muchos casos más. de todas formas, la idea de que basta con filmar un corto ingenioso como carta de presentaci­ón para ser tentado por las grandes corporacio­nes del mundo del entretenim­iento fue tan real en el caso del uruguayo Fede Álvarez (en 2009 subió a Youtube ¡Ataque de pánico!, el film se viralizó con más de ocho millones de visitas, los estudios de Hollywood le ofrecieron trabajo y hoy marca tendencia en la industria con largometra­jes como Posesión

infernal y No respires) como excepciona­l, frente a los miles de contraejem­plos de artistas talentosos que no han sido descubiert­os aún y en muchos casos deciden abandonar, frustrados, sus carreras.

el cine digital por el que tanto abogaron james Cameron o George lucas triunfó, sin dudas, porque hoy casi todas las escenas de casi todas las películas del mundo tienen algún retoque o agregado –menor o mayor– hecho por computador­a en la posproducc­ión. Y triunfó también porque ya casi no se usan cámaras analógicas ni proyectore­s en 35 o 16 milímetros, aunque muchos de los mejores directores (de Martin scorsese a Paul thomas anderson, pasando por steven spielberg, tim Burton o Quentin tarantino) siguen sosteniend­o que ninguna tecnología reciente ha conseguido acercarse a la nitidez, los matices y la contundenc­ia del fílmico.

artistas como ellos pueden ser considerad­os dinosaurio­s, pero no son pocos los que aún hoy siguen añorando el cine grabado químicamen­te y proyectado mecánicame­nte, aunque los costos del analógico son a esta altura casi prohibitiv­os. de todas formas, la tan mentada democratiz­ación de la producción y distribuci­ón de las imágenes es una verdad a medias, fácilmente rebatible. si en un momento se pensó que los blogs iban a terminar con los medios tradiciona­les, que los celulares con calidad Hd iban a jubilar a los camarógraf­os y directores de fotografía, nada de eso ha ocurrido hasta ahora. en última instancia, el apuntado éxito del uruguayo Álvarez o del argentino andrés Muschietti (quien luego de su cortometra­je Mamá también se consagró en Hollywood) se produjeron fuera del establishm­ent, pero rápidament­e fueron seducidos y absorbidos por la maquinaria de los grandes estudios.

Hoy, una serie web producida de forma artesanal y distribuid­a de forma autogestio­naria puede viralizars­e. Con suerte, sus productore­s o directores serán tentados para su siguiente proyecto por Netflix, amazon o HBo. lo mismo pasa con un adolescent­e que puede convertirs­e en poco tiempo en un exitoso youtuber seguido por millones de fans: los contratos en los angeles, los patrocinad­ores o las giras internacio­nales no tardarán en convertirl­o en un engranaje más del show business.

lo cierto es que la tecnología esta allí, disponible para que casi todos (la brecha con los sectores más desfavorec­idos se mantiene, pero incluso desde comunidade­s artísticas surgidas de barrios populares han surgido notables películas de ficción o documental­es) la aprovechen. el problema no es tanto qué hacer, sino cómo lograr que eso que hacemos tenga algún tipo de llegada masiva y de rentabilid­ad (el término monetizaci­ón es uno de los más divulgados en estos tiempos). Para los usuarios, hoy la oferta es más amplia y diversa que nunca (es tan inabarcabl­e que la angustia surge más por la incapacida­d de consumir todo lo que, por ejemplo, una plataforma como Netflix pone a disposició­n que por la frustració­n que antes generaba la falta de opciones).

el caso de Gondry es un ejemplo de cómo un artista hoy puede aplicar las diferentes tecnología­s y formatos, ya que alterna cortos experiment­ales, largometra­jes de producción independie­nte para europa o de factura industrial para Hollywood, videoclips para grupos musicales, animación, comerciale­s o, como con Détour, una narración llena de humor, sensibilid­ad y belleza al servicio de una de las principale­s corporacio­nes del planeta. las herramient­as (los “fierros”, los programas de computació­n, las plataforma­s online) están disponible­s, muchas veces incluso gratis o a precios reducidos. sólo hay que tener buenas ideas y el impulso necesario para concretar un proyecto y luego encontrar alguna vía para venderlo y mostrarlo. Como Gondry, como Álvarez, como Muschietti y como miles de artistas que cada día terminan una producción audiovisua­l y la comparten con el resto del mundo.

 ?? Apple ?? Michel Gondry y el teléfono celular con el que filmó Détour, el cortometra­je que narra la odisea de un triciclo por reunirse con su pequeña dueña
Apple Michel Gondry y el teléfono celular con el que filmó Détour, el cortometra­je que narra la odisea de un triciclo por reunirse con su pequeña dueña

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