Las razones detrás de un fetiche cantado
L as fotos de dora Maar no dejan lugar a dudas: el estudio de Picasso era demasiado chico para el Guernica. sin embargo, la enormidad del cuadro inspira visiones de un atelier igual de monumental. Pero no: ni el mármol del david era el ideal ni mucho menos la celda en la que, según podría interpretarse del prólogo del Quijote, se pergeñó y tal vez se escribió parte de una de las mejores novelas de todos los tiempos.
en cualquier orden, pero sobre todo en el arte, no importan la herramienta o las condiciones, sino el talento. Con un presupuesto multimillonario puede hacerse un largometraje vacuo y con una cámara económica es posible crear una obra maestra. este espíritu estuvo detrás de los principios del dogma 95, con el que las cámaras digitales debutaron en el cine, no sólo debido a su bajo peso, sino también porque la pobre calidad de sus imágenes contribuía a la narración.
el iPhone es una cámara digital mucho más liviana que las de 1998 (cuando se filmó, por ejemplo, la segunda película de dogma 95, Los idiotas, de lars von trier) y a la vez graba en 4K. Por eso, en cierta medida, confunde. Porque no sólo es una cámara. es también una computadora y, con esto, por ejemplo, un instrumento musical. su hermano mayor, el iPad, hace rato que encontró su lugar en el escenario como un nuevo medio de expresión sonora.
No es raro, pues, que el icónico teléfono inteligente de apple venga a sumarse a la larga lista de fetiches tecnológicos que han subyugado a los cineastas. ocurre que ésa es una de las perpetuas tentaciones del artista. sacarle sentido a una piedra o a una celda, o lograr que los bits trasciendan su existencia abstracta y encarnen en una obra.