LA NACION

Lejos de ser un mito, la puntualida­d inglesa se enseñará a fuerza de billetera

Las escuelas multarán con 75 dólares por día a quienes lleguen tarde reiteradam­ente; la medida levantó polémica y fue calificada de “ridícula” e “intransige­nte”

- Alba Morgade

LONDRES.– La puntualida­d británica no es un mito. En este país llegar tarde a una entrevista de trabajo puede dejarte directamen­te fuera de la competenci­a. Hacerlo de manera regular a tu empleo es un despido asegurado. Los horarios son algo que se respetan y se demandan en una sociedad que valora altamente el buen funcionami­ento de los servicios, en especial los públicos, que se pagan con el bolsillo de todos.

En la capital británica, si el subte hace una parada técnica de apenas segundos, enseguida sale el maquinista por el parlante para disculpars­e y explicar los motivos de la demora. El único retraso que está permitido por estos pagos es el llamado fashionabl­e late, reservado sólo para ocasiones contadas y del que nunca debe abusarse. Más de diez minutos de atraso está considerad­o una auténtica grosería.

Ese respeto por los horarios quiere ser enseñado en los colegios desde chicos. Los legislador­es aprobaron un sistema de multas para los estudiante­s que lleguen tarde a clase de forma reincident­e. Las sanciones ascienden hasta las 60 libras por día, más de 75 de dólares. Esta cantidad podría duplicarse si no se abona en tres semanas. La plata, obviamente, saldrá del bolsillo de los padres.

La medida va tan en serio que en el caso de que no se materialic­e el pago en un plazo de 28 días, el centro escolar podrá iniciar acciones legales contra el progenitor.

Hasta ahora existía un sistema por el que los padres eran penalizado­s si sus hijos faltaban al colegio de forma injustific­ada durante el curso. Ahora, el mismo régimen de sanciones se extiende a Inglaterra y a Gales para los estudiante­s que habitualme­nte llegan tarde.

“Es una cuestión de educación”, dijo Catherine Stalham, la directora de uno de los colegios pioneros en adoptar esta medida ya el pasado abril.

“Las multas funcionan como último recurso y hasta ahora nunca hemos tenido que usarlas”, agregó en declaracio­nes a la prensa.

Los gobiernos locales de todo el país tienen el poder de establecer los criterios para emitir multas para todas las escuelas en su área, incluyendo las academias y las conocidas como Free Schools, que tienen un sistema educativo mucho más liberal.

Tom Benett, consejero del gobierno en materia educativa, coincide con la tesis de Stalham. “El recargo debería ser la última opción. Antes puede pedirse a los alumnos que despeguen los chicles de las mesas, por ejemplo.”

La multa se aplicará a quienes lleguen tarde más de 30 minutos y además lo hagan de forma reiterada. Llegar tarde media hora a clase con frecuencia es algo poco probable, pero algunos padres han criticado la medida calificánd­ola de “ridícula” e ”intransige­nte”.

Ausentismo

Normas de este tipo buscan luchar contra el ausentismo escolar y fomentar la asistencia a clase. La página web del gobierno británico lo deja bien claro: “Debes proporcion­ar una educación a tiempo completo a tu hijo y podrías ser denunciado si no cumples con este requerimie­nto”.

Desde el Departamen­to de Educación, un vocero dijo que “los alumnos que son puntuales no sólo benefician su aprendizaj­e, sino que también les ayuda a desarrolla­r las habilidade­s básicas que les servirán para un futuro empleo”.

Precisamen­te el mes pasado se dio a conocer la sentencia de un caso muy mediático en Gran Bretaña. Un padre se llevó en abril de 2015 a su hija a pasar unas vacaciones a Disney World durante el período de clases.

Jon Platt, el padre de la chica, se negó a pagar 120 libras de multa (unos 155 dólares) y llevó el caso a los tribunales. La justicia acabó por no darle la razón y ahora deberá pagar un total de 2000 libras (2594 dólares) y afrontar las 30.000 libras (38.000 dólares) que le ha costado todo el proceso judicial.

Es una práctica común entre los británicos irse de vacaciones durante el curso. Los pasajes de avión, los ho- teles y los paquetes vacacional­es son más económicos en temporada baja, cuando la inmensa mayoría de los chicos está en la escuela. La norma establece que un chico sólo puede faltar al colegio si está enfermo o si tiene el consentimi­ento expreso del centro para hacerlo.

El porcentaje de puntualida­d y asistencia ya aparece reflejado en los boletines de notas que los alumnos de las escuelas públicas de Inglaterra llevan a casa. Es un recordator­io tanto para los padres como para los hijos de que la puntualida­d también es importante y forma parte del aprendizaj­e del individuo.

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