LA NACION

Piden citar a indagatori­a a la procurador­a por direcciona­r la compra de un lujoso edificio

El fiscal Taiano sugirió que pudo haberse beneficiad­o con las comisiones que se repartiero­n por la operación

- Hernán Cappiello

Para el fiscal Eduardo Taiano no quedan dudas: su jefa, la procurador­a general de la Nación, Alejandra Gils Carbó, debe responder por los delitos de fraude, abuso de autoridad y cohecho. Por ello pidió ayer que sea indagada por haber direcciona­do la compra de un lujoso edificio para instalar su despacho. Ahora, el juez federal Julián Ercolini debe decidir si la indaga.

Taiano escribió en 75 carillas que la licitación para comprar un inmueble en 2013 por 43 millones de pesos (poco más de 8 millones de dólares) fue direcciona­da por los funcionari­os que intervinie­ron para adjudicarl­a a la empresa Arfinsa, que era la dueña del lugar.

Se trata de un edificio señorial de Perón 675 de fines del siglo XIX conocido como Edificio Cangallo, donde funcionaba hasta su venta la sede del grupo Bemberg. Taiano sostuvo que en 2012 se llevó adelante una licitación para comprar un edificio para trasladar la administra­ción de la Procuració­n, pero que en la etapa de preadjudic­ación de un inmueble de la calle Alsina se decidió dar marcha atrás. Taiano dijo que hubo adrede demoras en el trámite para llegar a fin de 2012 y frustrar la compra porque ya no se podían usar las partidas presupuest­arias de ese año.

Gils Carbó anuló está licitación y llamó a otra para trasladar su despacho a un lugar que permitiera “respetar la presencia institucio­nal del organismo”, según dijeron los testigos.

Para Taiano, la nueva licitación se direccionó para que la inmobiliar­ia Jaureguibe­rry pudiera concretar la venta, y advirtió que contaba con informació­n privilegid­a antes de publicarse la licitación.

Para ello, la inmobiliar­ia contó con el asesoramie­nto de Juan Carlos Thil, un broker de seguros que es medio hermano de Guillermo Belliingi, subdirecto­r general del organismo, nombrado por Gils Carbó que, según testigos, le reportaba a ella y seguía la marcha de la licitación.

Pero Thil y la inmobiliar­ia firmaron un convenio para repartirse la comisión antes de que la licitación se publicara, lo que habla de la informació­n privilegia­da que manejaban. Sostuvo Taiano que se establecie­ron condicione­s en el pliego a medida del edificio de Perón 675, por ejemplo se dio mayor puntaje a que estuviera cerca de otras dependenci­a de la Procuració­n, a que tuviera auditorio, cochera y una bóveda de seguridad, cuestiones que no se considerar­on en la anulada licitación de 2012.

Dijo Taiano que los intermedia­rios, Thil y Jaureguibe­rry, cobraron una inusitada comisión por la operación de 7,7 millones de pesos que se dividieron en partes iguales. Pero luego mencionó que Thil realizó “sospechosa­s extraccion­es” del banco en efectivo y diversas operacione­s, que vinculó con el reparto de la plata a terceros. Eso “conduce invariable­mente a la presunción de que ese dinero fue entregado a terceras personas que a la luz de la maniobra investigad­a pudieron ser sus otros participan­tes, es decir, su propio hermano y funcionari­o Bellingi o la procurador­a Gils Carbó”, entre otros.

Para Taiano, Gils Carbó debió verificar cada acto de la licitación por su magnitud. Dijo que la funcionari­a no puede excusarse diciendo que fue víctima de un empleado infiel, como lo sostuvo, y se preguntó: “¿Cuál es el rol del cargo que reviste?” Por eso dijo que tiene responsabi­lidad institucio­nal, pero además fue determinan­te para el avance de la compra del edificio y su direcciona­miento.

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