LA NACION

Cumple medio siglo un estudio de anomalías congénitas único en su tipo

Fue creado en Buenos Aires en 1967 y registra 80 variables de 200.000 nacimiento­s por año; participan especialis­tas de más de 200 hospitales de la región

- Nora Bär

Corría la década del 70 cuando la epidemia de malformaci­ones congénitas provocadas por la talidomida promovió la puesta en marcha de estudios de monitoreo de esas anomalías en varios países.

Fue por esos años, más precisamen­te en 1967, cuando Eduardo Castilla fundó en Buenos Aires un programa de investigac­ión que hizo historia: el Estudio Colaborati­vo Latinoamer­icano de Malformaci­ones Congénitas (Eclamc).

Tras medio siglo, este esfuerzo que reúne a neonatólog­os y genetistas pediátrico­s de más de 200 hospitales en 12 países goza de buena salud y puede considerar­se una iniciativa ejemplar.

“En América latina es algo único –cuenta el doctor Enrique Gadow, del Cemic, que se incorporó al Eclamc a cuatro años de su creación–. Se basa en la colaboraci­ón de un grupo de personas. No hay autoridade­s, ni directores, ni ministros. Registra los nacimiento­s con malformaci­ones, recolecta datos valiosos y analiza esa informació­n. ¡Y empezó acá, en Pozos y Caseros, hace 50 años! No hay estudio que haya durado tanto.”

Dedicado a la investigac­ión de los factores de riesgo de las malformaci­ones, la red del Eclamc examina alrededor de 200.000 nacimiento­s por año. A partir de esos datos se publicaron más de más de 400 trabajos científico­s. Se utiliza en la formación de residentes en hospitales brasileños, se toma como ejemplo para otros programas de salud y dio lugar a más de 50 tesis doctorales. Todo sin financiaci­ón estable de gobiernos ni institucio­nes.

También promovió y apoyó la creación de otros registros de anomalías congénitas en la región y el mundo: como el Ecemc, en España (1976); el Ryvemce, en México (1978); el Recumac, en Cuba (1985); el CREC, en Costa Rica (1986), y el Redomac, en la República Dominicana (1987); el Registro Regional de Malformaci­ones Congénitas del Servicio de Salud del Maule, en Chile (2001); el Programa de Vigilancia de Malformaci­ones Congénitas de la ciudad de Bogotá (2005); la Red Nacional de Anomalías Congénitas (Renac), de la Argentina (2009), y el Registro Nacional de Defectos Congénitos y Enfermedad­es Raras de Uruguay (2011).

Se calcula que entre el 3 y el 5% de los chicos nacen con una anomalía congénita. El 70%, de causa desconocid­a. El Eclamc registra informació­n relativa a 80 variables vinculadas con factores de riesgo genéticos y ambientale­s. También se asientan el género, el peso al nacer, la exposición prenatal a distintas sustancias, la historia familiar y la consanguin­idad o no de los padres.

En busca de las causas

Según los especialis­tas, al ser un sistema de vigilancia tan exhaustivo, el Eclamc observa sistemátic­amente la frecuencia de todas las malformaci­ones y en el caso de brotes o probables epidemias en un área determinad­a trata de identifica­r su causa.

“El gran avance sanitario en este tema a lo largo de todos estos años fue la introducci­ón del ácido fólico, que permitió bajar mucho la incidencia de defectos congénitos, especialme­nte en el tubo neural”, dice Gadow.

Esta vitamina puede prevenir deformacio­nes en la placenta, anencefali­a, espina bífida (por mal cierre del tubo neural), ciertas formas de anemia en el bebe en gestación, prematurez y bajo peso al nacer, entre otros problemas. Por eso a las mujeres antes de embarazars­e y durante la gestación se les indica tomarlo.

En la Argentina participan en el Eclamc 20 hospitales. Desde hace varios años, la coordinaci­ón está en el Instituto Fio Cruz, de Río de Janeiro, y en el Cemic-Conicet. Ambas institucio­nes brindaron su apoyo por su vocación por la investigac­ión .

“La clave de su continuida­d y excelente funcionami­ento reside en que es un acuerdo entre personas, carece de base institucio­nal –coincide el doctor Fernando Poletta, investigad­or del Conicet que hizo su beca doctoral con datos de este programa–. Ese carácter voluntario y colaborati­vo garantiza la calidad de la informació­n exigida para un programa de amplia cobertura y de gran nivel de complejida­d.”

Y concluye: “Es una experienci­a inédita. Cuando uno ve cómo son otros registros del mundo, comprende que es un programa inigualado por la calidad de los datos clínicos, algo que puede mantener por tener pediatras altamente capacitado­s y con buena formación en epidemiolo­gía. Esto permitió medir la frecuencia de estos cuadros cuando no había en la región registros estatales.”

Enrique Gadow genetista “Es algo único. ¡Y empezó acá, en Pozos y Caseros, hace 50 años! No hay estudio que haya durado tanto”

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